El líder del PP, Pablo Casado, ha redoblado su estrategia para desgastar al Gobierno de Pedro Sánchez, al que busca arrinconar con las consecuencias del fin del estado de alarma y las subidas de impuestos, tras ser aupado en su labor de oposición por la victoria de Isabel Díaz Ayuso.

Las elecciones madrileñas, en las que Díaz Ayuso logró imponerse en solitario a la suma de la izquierda y quedó a cuatro escaños de la mayoría absoluta, dejan a Casado en su momento más dulce. Quien fuese su apuesta personal logró en una misma cita electoral atrapar la práctica totalidad de los votos de Ciudadanos y debilitar al PSOE.

Casado y los suyos hablan al unísono de un cambio de ciclo.

Un punto de inflexión que también reflejan los sondeos publicados tras el 4 de mayo, con el PP como primera fuerza.

Si antes de los comicios madrileños en Génova 13, la todavía sede del PP, se hablaba de empate técnico, ahora el mensaje que se lanza desde los cuarteles de Casado es que los días de Pedro Sánchez como presidente están contados.

Al conocer las encuestas, el líder del PP se mostró convencido de que, si hay elecciones, el PP puede "ganar" y "formar gobierno"; una suma en la que cuenta, sin nombrarlo, a Vox, cuya base de votantes no ha logrado sin embargo erosionar Ayuso.

En la prioridad del PP está ahora colocarse como única alternativa, tras un 4M que a su juicio ha hecho aflorar el hartazgo con Sánchez. En el último comité de dirección, los dirigentes del PP se coordinaron para hacer dos denuncias: el caos vivido en las calles ante el fin del estado de alarma y la subida fiscal "clandestina".

Debilitar al Gobierno y al PSOE

El PP carga contra el Gobierno por desoír las peticiones de las comunidades y de los jueces, que piden más herramientas ante la pandemia.

La inmovilidad de Sánchez ante quejas que no son homogéneas -unos piden estado de alarma, otros un mejor paraguas jurídico- hace que el PP le acuse de estar en un búnker y esconder su cabeza como un avestruz.

En el Congreso, Casado computó a Sánchez las muertes que se puedan producir hasta que, en menos de cien días, se alcance la inmunidad de grupo y las cifró: "¿No va a hacer nada para evitar otras 20.000 víctimas por la covid? Su empecinamiento cuesta vidas".

Al tiempo que admiten que su plan B, que ya rechazó el Congreso, no permite toques de queda, el PP pide debatir su propuesta cuanto antes.

Además, los presidentes autonómicos han mantenido unidad de acción y no han pedido ni alarma ni confinamiento nocturno, aunque el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, lo ha condicionado a la intensidad de los contagios.

Su otra bandera es la fiscalidad. Casado ha tildado de "timo del tocomocho" las subidas de impuestos incluidas en el plan que el Gobierno ha remitido a Bruselas. Según el cálculo del PP, para recibir ayudas por 70.000 millones de euros, se incrementarían los impuestos en 80.000.

Ante los posibles peajes en las carreteras o la eliminación del IVA superreducido, el PP promete bajadas fiscales y asimilan a Sánchez con el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que tuvo que acometer recortes en la crisis económica de 2008.

"Se le está poniendo cara de Albert Rivera", dijo Sánchez a Casado en el Congreso, y éste le replicó que a él "de Zapatero".

Ignorar a Vox

Respecto a sus adversarios, el PP ya da a Ciudadanos por acabado, también a nivel nacional. El objetivo ahora es atrapar todo el voto, desde el espacio "fronterizo" con el PSOE, hasta la derecha, donde Vox sigue siendo, a su pesar, un tapón.

Como Ayuso sólo necesita de su abstención, el PP ha optado por ignorar al partido de Santiago Abascal, al que oponen su perfil gestor.

En una entrevista con "El Mundo", el líder de los populares pedía a Vox respeto para su partido. "A nosotros no nos viene a echar un pulso un partido que no gobierna nada. Y ya está".

Horizonte de dos años

El PP trabaja con la hipótesis de que Sánchez, con el PSOE abierto en canal en Andalucía y Madrid, no adelantará las elecciones, que en ese caso serían en noviembre de 2023.

Los populares han descartado públicamente adelantos electorales en Andalucía o Murcia y, a nivel orgánico, el siguiente reto será la batalla por el PP madrileño. Además, en otoño buscarán rearmarse ideológicamente en una convención abierta a la sociedad civil. Y mantienen en su agenda el cambio de sede.

En frente, sus adversarios recuerdan a Casado que las elecciones fueron en Madrid, no en España y le acusan de "soberbia. "El señor Casado se coló en la foto del balcón", espetó en el Congreso la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, alentando el choque Casado-Ayuso.