La capital ha vivido este sábado su segundo San Isidro marcado por la pandemia, y aunque la situación sanitaria ha dado el respiro suficiente como para recuperar algunas señas de identidad de la fiesta, todos miran con esperanza al año que viene con la ilusión de recuperar la normalidad y volver a inundar la pradera.

En este San Isidro a medias hay conciertos, pero no hay verbena; hay rosquillas en las pastelerías, pero no puestos de gallinejas y entresijos por el parque de San Isidro; y hay chulapos y chulapas, pero desperdigados por la ciudad en vez de haciendo cola para recibir el agua de la fuente del santo.

También hay, a diferencia del año pasado, libertad de circulación y de reunión, con el único límite de la preceptiva distancia interpersonal y el uso de mascarilla, pero la pandemia sigue y desaconseja las aglomeraciones, un mensaje que ha reiterado hoy una vez más el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

Almeida ha invitado a los madrileños a "celebrar San Isidro, pero con responsabilidad", tras más de un año en el que la ciudad ha tenido que hacer "sacrificios" por la pandemia del coronavirus, que "todavía no ha acabado, aunque hay motivos para la esperanza".

No obstante, los madrileños no han podido resistir la tentación de acudir a la pradera con sus mejores galas de chulapo para bailar el chotis o la feria alternativa que se ha celebrado en el recinto de Ifema.

Ha habido colas, asimismo, en la ermita del santo, para ver su imagen y para acceder a las restringidas misas en su honor.

Al menos 2.240 agentes de refuerzo entre Policía Nacional y Policía Municipal estarán hasta el domingo controlando las áreas de la Pradera, Parque de San Isidro, y en Las Vistillas, durante todo el día, para que no se produzca la venta ambulante y los botellones.

Sí se ha recuperado, respecto al año pasado, la agenda institucional de la fiesta patronal, que ha empezado con la vuelta de un acto que no pudo hacerse en 2020 (el izado de la bandera de España en la plaza de Colón) y ha seguido con otro que se estrenó en 2020 y ha venido para quedarse (la ofrenda floral a las víctimas de la covid en el pebetero de la plaza de Cibeles).

A continuación los fastos se han trasladado al Palacio de Cibeles, donde Almeida ha hecho entrega de las medallas de la ciudad, un evento en el que el equipo de Gobierno ha estado arropado por varios históricos del PP, incluidos José María Aznar, Alberto Ruiz-Gallardón, Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes, José María Álvarez del Manzano.

Tampoco han faltado el líder del PP, Pablo Casado, ni la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, quien a través de Twitter ha agradecido que San Isidro puede celebrarse "con ilusión y con esperanza", al tiempo que ha recordado la declaración esta semana de la fiesta como Bien de Interés Cultural (BIC).

La noticia era la entrega de la Medalla de Honor de la ciudad a las exalcaldesas Ana Botella y Manuela Carmena, y los días previos habían estado marcados por el rechazo del PSOE a condecorar a Botella, la abstención de Vox a hacerlo con Carmena -a quien de hecho no han aplaudido en el acto- y la crítica de los socialistas a la concesión de la Medalla de Oro al escritor Andrés Trapiello por considerarlo revisionista, postura de la que se han retractado.

Pero finalmente ha prevalecido la armonía y los intervinientes se han alejado de la confrontación política para reivindicar que, sobre todo en mitad de una pandemia, "juntos somos más fuertes", según ha dicho el alcalde.

Almeida ha llamado a construir "desde la concordia y desde la convivencia" un futuro "donde quepamos todos", y ha hecho suyo el lema del patrón de la capital para animar a seguir "labrando" y "cultivando" para luego poder "recoger" frutos cuando se supere la pandemia.

El actual regidor no ha escatimado elogios hacia sus dos predecesoras premiadas con la Medalla de Honor de Madrid, que a su vez han evitado mencionar a los partidos que se opusieron a que fueran reconocidas.

Botella (PP, 2011-2015) ha dicho que Madrid "quiere ser una ciudad abierta, libre, en una España unida, en la que nadie levante muros para dividir" y ha destacado la lección de la "generación de españoles que dedicó sus mejores esfuerzos a la convivencia" y la "concordia".

Por su parte, Carmena (Ahora Madrid, 2015-2019) ha pedido al patrón de la capital "un milagro", recuperar "un debate político distinto" al actual, que se aleje de "la broma, la injuria y la descalificación", y con el que se avance hacia "la escucha de los otros: una obligación esencial que rige la democracia".

Junto a Trapiello han recibido la Medalla de Oro el cantante Ramoncín, la Fundación José María Llanos y el presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis.

Por último, se ha entregado la Medalla de Plata a la futbolista del Atlético de Madrid y la selección española Virginia Torrecilla, a la Plataforma del Tercer Sector, a las Hijas de la Caridad, al taxista Matías Martínez y, a título póstumo, al financiero Jaime Carvajal y Hoyos.

Reuniones en la pradera

En la parte más social, el coronavirus ha enturbiado las festividades de San Isidro, el patrón de Madrid, al no celebrarse grandes festejos pero los madrileños no han podido resistir la tentación de acudir a la pradera con sus mejores galas de chulapo para bailar el chotis o la feria alternativa que se ha celebrado en el recinto de Ifema.

"No nos íbamos a quedar en casa", ha asegurado a Efe, David quien se ha calzado la parpusa, la chupa, el clavel y la mascarilla, junto a sus hijas Carlas y Abril, para acudir a la primera feria que se celebra después de más de 20 meses en Ifema.

La noria, el barco pirata o el tren de la bruja han vuelto a arrancar en el recinto ferial y, a pesar de la ilusión palpable de los visitantes, era reseñable la ilusión de los feriantes, como María del Carmen, quien espera que este San Isidro marque un "antes y después" en su industria y "se les permita trabajar como al resto porque ellos también pueden cumplir los protocolos contra el coronavirus".

Esta feria abrió en la tarde de ayer, después de retrasar su apertura prevista para el pasado jueves, por una serie de deficiencias e informes desfavorables que ya se han solventado: "Tenemos muchas ganas y mucha ilusión. Es la primera feria desde que empezó la pandemia y trabajar para ver a la gente disfrutar y recuperar un poquito eso de la nueva normalidad, me hace muy feliz", ha asegurado mientras vendía entradas a dos niños saltarines.

Los más pequeños han sido los más disfrutones de esta mañana de San Isidro como Aránzazu y Marina, de tres y siete años, para quienes es su primera vez en una feria y no ven nada contradictorio en que se celebre a pesar de la pandemia: "Nos lo estamos pasando muy bien, quiero jugar", dicen las hermanas.

En la otra punta de Madrid, en la pradera de San Isidro, que hace dos años estaba llena de bullicio, olor a fritanga de gallinejas y música atronadora, el chotis no podía faltar en el día más madrileño del calendario, a pesar de la pandemia.

Mientras algunos hacían cola en la ermita para honrar al santo -que contaba con limitaciones de aforo y sin poder beber el agua-, la improvisación de los chulapos y chulapas ha asaltado la pradera para hacer un gesto a lo castizo y un par de parejas han mostrado sus dotes en la danza madrileña.

Luis y Violenta han acudido a una pradera con un pequeño altavoz para hacer sonar 'Madrid, Madrid, Madrid', del mítico Agustín Lara, para agasajar a los presentes con su baile porque este año, que se puede al menos estar "al aire", querían celebrar "un poquito" San Isidro.

"La pandemia no nos permite disfrutar de una gran fiesta en la pradera pero la ilusión de ser madrileño no la vamos a perder", ha asegurado a Efe Violenta.

Engalanadas de chulapas, una extremeña, una andaluza y una madrileña "gata, gata", Sofía, Isabel y Marisol, aguardaban la cola para acudir a una de las misas en honor a San Isidro porque "hay que festejar al patrón de Madrid" y hay que seguir celebrando y "no perder el espíritu" de la ciudad que les han acogido desde hace décadas: "Como si hubiéramos nacido aquí", afirma Isabel.

Algunos han aprovechado este primaveral día de San Isidro para hacer un pequeño picnic con manteles a cuadros rojos y blancos, además de la distancia de seguridad, en la Pradera con la nostalgia y la esperanza de que el jolgorio vuelva a llenar este parque.

El pasado año San Isidro se celebró desde los balcones y con encuentros digitales, éste se ha vuelto a abrir tímidamente la fiesta a la ciudadanos; sólo queda esperar que el próximo año vuelvan la música, los abrazos y la fiesta a la Pradera.