Esquerra Republicana de Catalunya ha tenido que esperar 82 años para volver a tener un presidente de la Generalitat. Un largo período que incluye la larga noche de la dictadura y 40 años de período democrático durante el cual siempre ERC ha ido a rebufo del espacio convergente y ha pasado períodos de gran dificultad. Incluso ahora, al lograr el 'sorpasso' en las urnas respecto a Junts per Catalunya, los tres meses caóticos de negociación con la posconvergencia han estado a punto de dar al traste con las aspiraciones del candidato. Pero, finalmente, el viernes 21 de mayo de 2021 pasará a la historia de Esquerra porque con los votos republicanos, de JxCat y de la CUP, Pere Aragonès Garcia se ha convertido en el 132º presidente de Cataluña. Y lo ha hecho con un mensaje inequívoco, reiterado durante todo el debate de investidura: ampliar su actual alianza entre independentistas para intentar conjugar soberanismo e izquierdismo y gobernar "para todos y poniendo por delante el servicio a la ciudadanía de Cataluña", según sus propias palabras al ser investido en la Cámara catalana con una ovación de los suyos y el aplauso educado de Junts.

Dado que una imagen vale más que mil palabras, tras la sesión, el líder de ERC, Oriol Junqueras --que asistió al pleno gracias a un permiso penitenciario-- conversó durante unos segundos con el 'expresident' Quim Torra y la presidenta del Parlament, Laura Borràs. Breve intercambio. Tras ello, Torra desapareció del foco y la imagen del día fue el largo, sincero y emocionado abrazo entre Junqueras y el nuevo 'president', seguido de un largo aplauso de todos los diputados y 'consellers' salientes de ERC en la escalinata del Parlament.

Abrazos, lágrimas, puños en alto --como el de Junqueras al llegar al Parlament, o el de Josep Maria Jové, diputado e imputado, en su emotiva intervención en el hemiciclo-- y alegría desbordada. Junqueras pidió a los suyos un aplauso extra para la secretaria general 'exiliada', Marta Rovira. Y no paró de lanzar miradas de agradecimiento al nuevo 'president'. Mientras, un negociador de Junts, en su cuenta de Twitter, tras felicitar a Aragonès, prefería subrayar a quienes mantienene "el listón donde toca": Torra y Borràs.

Pere Aragonès, ya investido 'president', recibe el saludo marcial de los Mossos al salir del Parlament. Ferran Nadeu

Aragonès ya es presidente y, además, lo ha logrado con mucha más placidez de lo que se preveía tan solo una semana atrás. No es solo que Junts y la CUP enarbolaron discursos muy conciliadores durante el debate, pese a las amenazas habituales de los anticapitalistas, sino que tanto el intercambio del jueves con el socialista Salvador Illa y el del viernes con la representante de los 'comuns', Jéssica Albiach, dejaron mucho margen a la colaboración durante la nueva legislatura. En contraste, en el extremo del tablero, con un papel irrelevante aritméticamente, VoxCiutadans y el PP.

Y es que el tono y el contenido de Aragonès en todas sus palabras mostró una evidente voluntad de cambio de etapa, en fondo y forma. El nuevo jefe del Govern se ha comprometido a "ejercer el cargo de 'president' con toda la humildad personal, pero con toda la ambición colectiva, con mano tendida y ambición democrática, espíritu de servicio, valores republicanos, siempre al servicio de la ciudadanía de Cataluña”.

También las referencias más personales muestran un cambio de rasante respecto a sus antecesores. Aragonès tuvo palabras emocionadas para Junqueras y para un exconcejal de ERC en Pineda de Mar fallecido hace tres años, Pere Horta. No hubo referencias a Carles Puigdemont ni al Consell per la República, ni amenazas de ruptura ni de desbordar la legalidad, si bien Aragonès se propone "culminar" el camino hacia la independencia.

La carta de navegación del nuevo 'president', que logra serlo tras haber recibido dos portazos de JxCat en las sesiones de investidura de marzo, es la siguiente: "Me creo esta vía amplia, existe esta amplia mayoría, que es diversa y plural porque el país es diverso y plural”.

Pere Aragonès, esta mañana durante el pleno de investidura. Alberto Estévez

Aragonès logró una cómoda segunda sesión en la que tras plantar cara al discurso de nuevo incendiario de la extrema derecha de Vox con un "no pasarán", tendió tanto con la CUP -que le avisó de que retirará el apoyo en breve si no se comienza a ver el cambio en política de desahucios y la actuación de los Mossos d'Esquadra- como con los 'comuns', que le ofrecieron acuerdos parlamentarios pese a criticar el acuerdo ERC-Junts, que Jéssica Albiach describió como el "pacto de la resignación", por lo que ha votado en contra de Aragonès, pese a que este le ha pedido abiertamente una abstención.

El aviso de los anticapitalistas

En su doble intervención, Dolors Sabater y Carles Riera, de la CUP, lanzaron mensajes de advertencia respecto al acuerdo con ERC, que calificaron de "mínimos". "Si durante las próximas semanas no se detiene la represión contra el movimiento de defensa de la vivienda y no se retira a los antidisturbios en los desahucios, la CUP no podrá sostener esta mayoría parlamentaria", avisó Sabater. En su respuesta, Aragonès fue extremadamente conciliador con el discurso y el eje ideológico de la CUP, afirmando que aunque tengan, respecto a ERC, lenguajes diferentes, hablan ambos de "transformar el sistema económico que ha generado desigualdades".

Los 'comuns' se ofrecen

La candidata de los 'comuns', Jéssica Albiach, fue más áspera con Aragonés al que reprochó haber cedido ante Junts tras la negociación 'interruptus' entre ERC y 'Comuns'. Pero en ningún momento Albiach rompió amarras. "No hemos conseguido el cambio de Govern, porque esto no es un cambio, nosotros sí queremos hacer desde ya realidad el cambio en el Parlament de Cataluña”, concedió.

Con estos mimbres, Aragonès salió sin un rasguño del debate --salvo los previsibles arañazos de PP, Ciutadans y Vox, compitiendo en retórica de conflicto-- pero con todo por hacer, dado que Junts tiene por definir el perfil de los siete 'consellers' del Govern de coalición. Con todo, ayer mandó la emotividad republicana ante un hecho que, sin duda, puede calificarse de histórico el regreso de ERC a la presidencia de Cataluña.