Pedro Sánchez está decidido a abrir "nueva etapa", pese a la dureza de la oposición y pese a la contestación de una parte del PSOE. Y no le importa asumir el desgaste por la más que probable concesión de los indultos a los líderes del procés condenados por el Supremo, porque "el coste para el país sería dejar las cosas como están, enquistadas", como estaban en 2017, y eso "no se lo merece ni Cataluña ni el conjunto de España". El presidente se mantiene firme en su decisión de apostar por la "convivencia" y la "concordia", aunque no pone fecha aún ni para la resolución de los expedientes ni para la mesa de diálogo, que ERC quiere para antes del verano y con Oriol Junqueras en ella.

Reunión bilateral del presidente del Gobierno, Pedro sánchez (i), y el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki. EFE

Sánchez se pronunció sobre el debate que él mismo abrió con fuerza hace una semana en el marco de la XIII Cumbre Hispano-Polaca, que se celebró este lunes en la localidad madrileña de Alcalá de Henares. El jefe del Ejecutivo presidió la cita junto al primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, y por parte española acudieron media docena de ministros -las vicepresidentas segunda, tercera y cuarta, y los titulares de Exteriores, Interior, Transportes e Industria-.

El presidente no aprovechó su comparecencia ante los medios para dar más detalles sobre la decisión que marcará la legislatura, muy controvertida fuera y dentro del PSOE. Sí siguió desplegando su argumentación, haciendo la "pedagogía" que algunos dirigentes en su partido le piden. Y frente a los que temen un enorme desgaste político, él dijo asumirlo en su integridad. La decisión la tomará el Gobierno "en conciencia", "pensando en los millones de españoles que quieren vivir en paz", que desean "superar el desgarro emocional, social y político" que supuso el otoño de 2017, cuando a las leyes de desconexión sucedieron el referéndum ilegal del 1-O y la declaración unilateral de independencia. El Ejecutivo pretende "abrir una nueva etapa", que "deje atrás un mal pasado, que no enorgullece a nadie", y "abrir un futuro de convivencia".

"Cuando se habla de costes o no costes... ayudar a resolver problemas no representa un coste. El coste para el país sería dejar las cosas tal como están, enquistadas". Era su respuesta más clara a quienes en el PSOE hablan de "desgracia" o "condena" -caso de Emiliano García-Page-, a quienes consideran que no se dan las "condiciones" para la concesión de la medida de gracia -Felipe González-.

"Paso a paso"

Sánchez no se quiso comprometer con los tiempos. Primero, dijo, el Ministerio de Justicia tiene que armar "bien" los expedientes antes de que el acuerdo pase al Consejo de Ministros. No adelantó, por tanto, si será antes de las vacaciones de verano, aunque fuentes gubernamentales han insistido en los últimos días en que la resolución llegará entre finales de junio y julio. Después, en todo caso, de las primarias del PSOE andaluz que se celebran el próximo día 13 en primera vuelta y el 20 en segunda, si es que esta es necesaria.

Tampoco anticipó la cita de la mesa de diálogo. Lo primero que tiene que llegar es la reunión entre los dos presidentes en la Moncloa, "como corresponde", y por "cortesía" institucional. Entrevista, por cierto, que va en una especie de 'pack', ya que se verá con Pere Aragonès, pero también con Isabel Díaz Ayuso en cuanto sea investida por la Asamblea de Madrid. "Y ya habrá tiempo" para que se convoque el foro de interlocución entre los gobiernos, "no una sino muchas veces", despachó. "Paso a paso", insistió. Lanzaba la pelota hacia delante, sin atender a la presión de ERC. Asimismo, no avanzó si promoverá de inmediato la reforma del delito de sedición para reforzar su argumentación frente a una posible impugnación de los indultos ante el Supremo: "España aprendió una lección en 2017", por "cuán desacoplado" está el Código Penal y la necesidad de "actualizar" la tipificación de esos ilícitos y "homologarlos" a los de otros países europeos.

Sánchez defendió que ya desde su investidura remarcó su apuesta por el "diálogo", por la negociación "dentro de los márgenes de la Constitución". "Recomenzar", abundo, significa "volver al punto" en el que Catalunya y el resto de España dejaron de "escucharse", y ello requerirá de "paciencia, empatía, dotes de negociación y generosidad". El Gobierno, pues, actuará "en conciencia", pero pensando "no en los afectados" (los dirigentes independentistas condenados), sino en los catalanes y en el conjunto del país. "Será una decisión que nos permita transitar de un mal pasado a un futuro mejor", remachó.

La primera cumbre entre España y Polonia en cuatro años

Fue en 2017, en Varsovia, cuando se celebró la última cumbre bilateral España-Polonia. Entonces todavía ocupaba Mariano Rajoy la Moncloa. Con la cita de este lunes, en Alcalá de Henares, los dos países perseguían reforzar su relación. No tanto en el plano político, en el que las diferencias siguen siendo muy amplias -Mateusz Morawiecki pertenece al derechista y católico partido Ley y Justicia, socio de Vox en el Parlamento Europeo-, pero sí en el ámbito económico y comercial y educativo-cultural. España y Polonia son la cuarta y quinta economía de la UE. La balanza comercial tiende al equilibrio, y en 2020 llegó a los 11.600 millones de euros. Además, hay muchas empresas españolas operando en el país centroeuropeo.


Durante la XIII Cumbre Hispano-Polaca, se firmaron cinco memorandos de entendimiento (MoU) en materia de exteriores (tres de ellos), transportes e industria, además del programa de cooperación 2021-2024. En el Gobierno defienden que aunque los dos gobiernos mantengan distintos puntos de vista dentro de la UE, sí se quiere que las relaciones vayan a más y se refuercen. Además de las discrepancias en cuestión de derechos civiles -el Ejecutivo de coalición de PSOE y Unidas Podemos está en las antípodas del Gabinete ultraconservador de Morawiecki-, separan a ambos países el abordaje de una cuestión muy sensible en la UE, la política de migración y asilo.


Durante su encuentro con Pedro Sánchez, Morawiecki expresó su "disposición a trabajar con España para desarrollar conjuntamente propuestas en asuntos de interés común", según expresó la Moncloa. Ambos abordaron la necesidad de colocar en primera línea el pacto de migración y asilo, y compartieron "puntos de vista sobre la importancia estratégica de la asociación oriental y la vecindad sur". España y Polonia son fronteras exteriores de la UE y son por tanto países de entrada de migración. Sánchez planteó, según fuentes gubernamentales, "la importancia de la dimensión exterior de colaborar con países de origen y tránsito de la migración".


La XIII Cumbre arrancó a las 11.30, cuando Pedro Sánchez recibió en la plaza de Cervantes de la ciudad complutense al primer ministro polaco. Luego los dos firmaron en el libro de honor de la localidad -gobernada por el socialista Javier Rodríguez- y mantuvieron un encuentro bilateral. En paralelo, se reunieron los ministros participantes -Nadia Calviño, Yolanda Díaz, Teresa Ribera, Arancha González Laya, Fernando Grande-Marlaska, José Luis Ábalos y Reyes Maroto- con sus homólogos polacos. Tras el plenario, la firma de acuerdos y la foto de familia conjunta, los dos primeros ministros comparecieron ante la prensa.