Una furgoneta de la fundación SAMU se ha llevado en la tarde de este viernes a los primeros 15 niños marroquíes devueltos por España a su país por la frontera ceutí del Tarajal. El vehículo es de la entidad a la que el gobierno de Ceuta encarga la gestión de sus albergues; y su pasaje lo han formado menores extranjeros solos de los alrededor de 2.000 que entraron a nado, con otros millares de adultos, en la oleada del pasado mes de mayo.

Este es el acuerdo al que han llegado España y Marruecos: repatriar 15 por día hasta acabar una lista de 800 nombres consensuada por las fiscalías del Menor de este y el otro lado de la frontera. En la crisis de mayo, la relación entre fiscalías fue uno de los puentes que aguantó. El otro lo formaban los ministros de Interior.

Pero la lista no es exacta: los niños que pueden están huyendo. A sus cuidadores no les gusta la palabra 'huída', y anotan sus ausencias como, "abandono voluntario del recurso". En la lista figuran 800, pero quedan en los albergues, según fuentes del Gobierno de Ceuta, unos 740 niños. El resto comenzó a irse cuando, entre el papeleo de los días previos, intuyeron que los iban a devolver.

Quizá por esa razón la furgoneta va custodiada por la Policía Local y la Policía Nacional. Y por eso la Delegación del Gobierno acordona con más policías los albergues. No obstante los niños siguen estando en acogida, no son presos.

El acuerdo de devolución ha comenzado por los 235 chavales -ninguna niña- que están en el Polideportivo Santa Amelia. Son los más pequeños, de hasta 13 años. En el Santa Amelia duermenen camastros de emergencia desplegados en la pista y en las gradas, camillas de las que usan el Ejército en sus ejercicios y la Cruz Roja en las catástrofes.

Bocata, fruta y agua

A los grupos de 15 la ciudad les prepara un picnic de despedida, y con la bolsa de bocadillos, fruta y agua se van yendo. Llevan también el olor de su última ducha y ropas donadas por ONG.

Una de ellas, Save the Children, ha protestado tildando de "ilegal" a "cualquier repatriación colectiva" de menores migrantes no acompañados. "Es esencial que, tras la llegada al territorio, las autoridades realicen una evaluación del interés superior de cada niño y niña para determinar cuál es la solución duradera mejor para su bienestar", ha dicho a Europa Press la directora de Incidencia Social y Políticas de Infancia de la ONGCatalina Perazzo.

La repatriación ha comenzado por los niños del polideportivo Santa Amelia. Allí están acogidos los más pequeños. Duermen en camillas militares de y de la Cruz Roja desplegadas por la pista y las gradas.

El Defensor del Pueblo también ha pedido que cesen las repatriaciones. "¿Qué quieren que hagamos?", responde preguntando una voz del gobierno de la ciudad autónoma. "Ni Defensa, ni la Iglesia, ni otras puertas a las que hemos llamado nos han atendido. Hemos puesto los locales que hemos podido. Pero con los menores había que hacer algo ya: están alojados, pero sin escolarizar, y tratan constantemente de llegar a la península como sea, en barco o en los bajos de camiones".

Había que hacer algo, insisten. "¿Cuando llegara el invierno, iban a seguir durmiendo en Piniers, como boys scouts?", dice una colaboradora de los servicios sociales. Piniers es un grupo de barracones de fibra en un alto, un pequeño campo de refugiados. Menos resguardado de la intemperie que el polideportivo, alberga a los niños mayores.

Diez millones de los 309 que tiene de presupuesto la ciudad se habrán gastado en septiembre en la acogida de niños marroquíes. Lo sufragará después el Estado, según prometió Moncloa.

El Ministerio del Interior ha guardado silencio sobre la operación. La discreción ha sido buscada por España y Marruecos. De hecho, según fuentes del operativo, se hace de 15 en 15 porque Rabat pidió evitar escenas de aglomeración de niños en la frontera.

Según la Delegación del Gobierno en Ceuta, de 12.000 marroquíes que entraron en la ciudad, 3.474 han regresado ya voluntariamente; 1.230 han pedido asilo y están a la espera de que se resuelva su solicitud; de ellos, 260 se han ido a la península. Además, 124 fueron devueltos estos meses, en los que Rabat aceptaba retornos con cuentagotas; de menores, solo los que desde Marruecos reclamaban sus familias.

No es posible dar una cita exacta de marroquíes que quedan deambulando por la ciudad. El Ayuntamiento cuenta 788 adultos que duermen en las naves comerciales del Tarajal. Hay además 2.000 en los bosques de alrededor. Y entre ellos medio millar de menores. No están dispuestos a que se les devuelva.