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Pere Aragonès: 100 días de aterrizaje y un otoño en cuesta

Con escasa obra legislativa, los republicanos han primado el cambio de formas con respecto a las administraciones convergentes, especialmente la de Torra

El president Aragonès y el conseller de Salud, Josep Maria Argimon, visitan el Hospital Moisés Broggi.

Cada día laborable en que, de dos a cuatro de la tarde, no tiene ningún acto, Pere Aragonès come con un ‘conseller’. No se trata de una práctica puntual, sino de una rueda, de momento, sin fin. Con todos los miembros del Govern, sin distingo de filiación política. Es un dato que trasluce uno de los objetivos prioritarios de la 'era Aragonès': la voluntad, coinciden todas las fuentes consultadas, “de recuperar la institución de la Generalitat, su Govern y su ‘president’”. En la anterior administración, la de Quim Torra, valga la comparación, los directores de comunicación posconvergente y republicanos ni se coordinaban.

Este domingo se cumplen 100 días (que incluyen julio y agosto) desde la investidura en el Parlament del primer 'president' republicano desde Lluís Companys. Los consultados por este diario, del partido y del Executiu, reconocen que, por ejemplo, en el campo legislativo, se ha hecho poco. Y describen estas 100 jornadas como un "aterrizaje" con mucha labor sorda, entre ellas, la de conformación de los equipos. “El Govern debe funcionar y hay que arrancar legislativamente”, sintetiza una voz, que muestra su confianza en que los resultados se verán en otoño.

El presidente electo de la Generalitat, Pere Aragonès en la toma posesión en el Palau de la Generalitat. Ricard Cugat

Es en el campo más etéreo de la política donde el entorno republicano se muestra muy satisfecho. Creen haber sentado las bases para que quede evidente el corte limpio entre las administraciones convergentes (singularmente la de Torra) y la republicana. Se ha trasladado, dicen, la imagen de que el ‘president’ manda y se ha logrado disminuyendo muchísimo el ruido de dagas entre Montescos y Capuletos, es decir, entre republicanos y posconvergentes.

Los republicanos creen que Aragonès manda y que han logrado reducir el ruido del conflicto entre ERC y Junts

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“Se han roto tópicos. El ‘president’ y los ‘consellers’ deben estar en aquellos sitios que quieran”, asevera un ‘fontanero’ de Palau que pone como ejemplo que Aragonès celebró la primera reunión con CCOO en la sede del sindicato. El primer ‘president’ que lo hacía. “Se nota la edad de Aragonès”, apuntala otro cargo antes de adelantar que en breve se va a llevar a cabo una remodelación de la imagen visual del Govern. “Tenemos un presidente de 38 años, un equipo joven, y estamos rodeados de toda la parafernalia de hace dos décadas”

“Se ha recuperado la institución y la institucionalidad. Y se ha atado esa imagen seria a la del partido, algo que ERC, tras el tripartito, necesitaba”, pondera una cuarta voz. “A la Generalitat no se la menosprecia, y menos desde dentro de la propia Generalitat”, sentencia en referencia a la etapa de Torra. Nuevos tiempos, nuevas formas, más allá de que altos cargos acuden al Palau de la Generalitat en camiseta: Aragonès ha comparecido ante los medios sin límite de preguntas 20 veces en estos 100 días.

La mesa de negociación se erige en el gran asunto del trimestre, junto con los equilibrios por cumplir el pacto con la CUP

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Relación entre socios

Todo ello con los mínimos roces. “Antes había dos ‘governs’, uno de ERC y otro de JxCat. Ahora hay un solo Govern, con miembros designados por dos partidos”, se asevera en los pasillos de Palau. Esta entidad propia como gobierno hace que se emitan mensajes que no coincidan con la ortodoxia de cada una de las formaciones.

Un ejemplo que vale por dos. El pacto del Executiu con el Ejecutivo de Pedro Sánchez sobre el aeropuerto no encaja al 100% con lo que dice ERC, sobre la ampliación en sí, ni con lo que defiende JxCat sobre la relación con Madrid, toda vez que el ejecutor del acuerdo fue Jordi Puigneró. “Aragonès siempre se ha alineado al lado de todo ‘conseller’”, recuerda una voz del partido que tiene presente la desautorización de Torra a Alba Vergès en el Parlament en plena ola pandémica.

La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, se reúne con el 'vicepresident' del Govern, Jordi Puigneró. Cedida

En la eliminación de ruido ayuda, según defienden todas las voces (otra cosa es lo que piensen los medios de comunicación) la existencia de una portavoz “profesional” [Patrícia Plaja] que no da pábulo al juego de réplicas y contrarréplicas. “Tener una ‘consellera’ portavoz [en referencia a Meritxell Budó] que no ataca a una compañera de Consell Executiu [por Vergès], ayuda. Ciertamente”, aseveran con sorna.

La sombra que arrojan, además de la poca producción legislativa, es que se han “dejado comer la tostada y nos hemos visto envueltos en debates que son de los años 90. Tanto los Juegos Olímpicos de invierno como el aeropuerto, que se arrastra desde el Estatut del 2006”, apunta una voz que admite que “quizá” Aragonès no marcó una posición todo lo clara que se precisaba sobre el futuro de El Prat. Y es que, en palabras de alguien que lo conoce muy bien, el ‘president’ “es de los que pierde pocos balones, pero también le cuesta chutar a puerta”.

En los próximos meses, el 'president' desplegará una doble agenda internacional, la comercial y la centrada en el 'procés'

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Nuevo curso

Y ahora empieza el curso. “Será un otoño muy político. La clave será la mesa de negociación", coinciden todos. “Es un reinicio del foro y, además, con JxCat dentro otra vez”, destaca una fuente, que advierte de que “no caben resultados inmediatos, pero sí instalar unas dinámicas de reuniones y de trabajo”. Un correligionario, sin ser especialmente optimista sobre que pueda haber resultados tangibles de la mesa, sí subraya que, “con Escocia también en el candelero y con todo el dossier judicial del ‘procés’ ya en Estrasburgo", el Ejecutivo de Pedro Sánchez “no puede ir sin energía a la mesa de negociación”. Se le inquiere si quiere decir con eso que ”Europa nos mira ‘de nuevo’. “No, tanto como eso no”, reconoce.

Pere Aragonès, Pedro Sánchez y Quim Torra. David Castro

Por todo ello, este otoño también se activará la agenda internacional de Aragonès. En lo sectorial y en cuanto al ‘procés’. O usando lo primero para llegar a lo segundo. 'Lander' alemanes con los que se tiene relación comercial y comisarios europeos sectoriales, de una parte, y encuentros donde prime lo político. No lo afirman, pero se intuye que se desea una foto con Nicola Sturgeon, la presidenta de Escocia, en plena lucha por lograr un segundo referéndum de independencia para el norte británico. Lo cierto es que ahora, con un Executiu que ha aparcado la unilateralidad, existen más opciones de entablar una relación con los escoceses que hace unos años. Sin olvidar que, ideológicamente, el SNP y ERC se hallan en plena sintonía, la del independentismo social.

Presupuestos en BCN y Madrid

Todo ello con el devenir de la política doméstica. El debate de política general en el Parlament y el cumplimiento del acuerdo con la CUP (del que ya se han hecho “gestos”, dicen) en materia vivienda, renta garantizada y la creación de una compañía energética pública. Y los presupuestos, del Estado y de la Generalitat.

La relación con los socialistas es otro de los elementos en juego. Siempre bajo la sombra del tripartito, el Govern no tiene ninguna intención de sentarse a negociar las cuentas catalanas con el PSC. “Somos rivales en el área metropolitana y tampoco conviene darles más visibilidad de la que ya tienen como primera fuerza de la oposición, más allá de que haya un acuerdo de preferencia con la CUP”, resumen en Palau.

En cuanto a las cuentas del Estado, Aragonès ya prometió desligar la negociación con el PSOE de la mesa de diálogo. A menos, señala su entorno, que el bloqueo en la mesa sea flagrante.

Y, lo más cercano, la Diada, que este año se escenifica oficiosamente como contra la mesa de diálogo y por la unilateralidad. “Haremos oídos sordos y allí estaremos”, apunta una voz. “La gestión de la hiperventilación siempre es ardua”, se resigna otra. Y a todo esto, han transcurrido 100 días y quedan, por tanto, 21 meses para la moción de confianza a la que se someterá Aragonès, según pactó con la CUP. Hasta entonces, parece que la cuesta será empinada.

Cronología del primer trimestre

21 de mayo: Pere Aragonès es investido como 'president'.


7 de junio: Aragonès y Pedro Sánchez inician la distensión entre gobiernos con su primer acto conjunto, el mismo día en que Junqueras avala los indultos del 'procés' y cuestiona la vía unilateral.


22 de junio: El Gobierno de Sánchez indulta a los presos del 1-O, que salen de las cárceles al día siguiente.


27 de junio: El Rey, Sánchez y Aragonès coinciden por primera vez en un acto público, la inauguración del Mobile World Congress, y unen fuerzas por la recuperación económica.


29 de junio: Sánchez y Aragonès se reúnen en la Moncloa y coinciden en la necesidad de "encauzar el conflicto", pero mantienen "grandes diferencias".


6 de julio: La Generalitat da marcha atrás en la desescalada y clausura de nuevo el ocio nocturno ante el auge del coronavirus.


6 de julio: El Govern aprueba un fondo de 10 millones de euros para ayudar a los encausados por el Tribunal de Cuentas a pagar las fianzas.


12 de julio: La Generalitat decreta que bares y restaurantes cierren a las 00.30 horas para frenar los contagios de covid.


13 de julio: El Govern decreta un toque de queda nocturno solo en los municipios con mayor incidencia de la pandemia.


21 de julio: El Ejecutivo catalán decide avalar directamente a los encausados por el Tribunal de Cuentas al no encontrar un banco que lo haga.


28 de julio: La Generalitat vuelve al Consejo de Política Fiscal y Financiera con la presencia del 'conseller' Jaume Giró.


30 de julio: Aragonès se ausenta de la conferencia de presidentes autonómicos en Salamanca.


2 de agosto: Gobierno y Generalitat reactivan la comisión bilateral y pactan la ampliación del aeropuerto de El Prat.


4 de agosto: La vacunación se abre a los jóvenes de 12 a 15 años.


19 de agosto: El TSJC tumba la prórroga del toque de queda nocturno que proponía la Generalitat.


24 de agosto: El Govern renuncia al toque de queda nocturno tras un segundo rechazo judicial.

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