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Entrevista

Salvador Illa: "Detecto un clima nuevo en Cataluña, el PSC está contribuyendo a ello"

"Se puede hablar de amnistía y de lo que cada uno quiera, pero la amnistía no está permitida por nuestras leyes"

Salvador Illa.

Salvador Illa (La Roca del Vallès, 1966) visitó Mallorca el miércoles invitado por el Cercle d’Economia para ofrecer una charla. Estuvo en primera línea de combate de la pandemia como ministro de Sanidad y cosechó una victoria agridulce en las elecciones catalanas de febrero. Conversó con 'Diario de Mallorca', diario perteneciente al mismo grupo de comunicación que este medio, sobre Cataluña, Baleares y la pospandemia.

-En septiembre se retomará la mesa de diálogo entre Gobierno y Generalitat. Pero, ¿cómo se puede establecer un diálogo si una parte quiere hablar de una cosa y la otra parte dice que de eso no se puede hablar?

-Lo que más me preocupa del diálogo es que nace cojo porque hasta hoy hay una negativa del señor [Pere] Aragonès y de los partidos independentistas a sentarse con los que pensamos que la independencia no solo no es una solución para Cataluña, sino que ha sido un problema porque ha dividido. El Consejo de Europa se pronunció en el sentido de que se tenía que intentar reformar los delitos de sedición y rebelión, y hay un compromiso de hacerlo. Aconsejó en lo referente a penas privativas de libertad, y ha habido unos indultos. Y pidió que hubiese un diálogo. Hay programada una reunión de la mesa de diálogo entre el Gobierno de España y el de Cataluña, pero hay una negativa a tener ese diálogo por parte de los partidos independentistas. ¿Cómo es que aquellos que dicen abanderar el diálogo no lo practican?

"La convivencia en Cataluña ha sufrido un gran deterioro"

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-No se hablará de autodeterminación. ¿De amnistía sí se puede hablar?

-Se puede hablar de lo que cada uno considere conveniente, lo que pasa es que hay cosas que no son posibles. La autodeterminación no aplica en Cataluña porque Cataluña no es una colonia y España es una democracia. Y la amnistía no está permitida por nuestras leyes. Lo que hubo fue una infracción grave del marco del Estado de Derecho y se han aplicado los mecanismos previstos en el Estado de Derecho. Respetar eso es esencial y es una línea roja. Es muy importante no generar más falsas expectativas en la sociedad catalana y decir la verdad. Es cierto que hay mucha gente que no está satisfecha por cómo están funcionando las cosas en Cataluña y tenemos que encontrar un consenso en la mejora del autogobierno. Ese consenso no lo encontraremos con quienes piensan que la única solución es la independencia.

-¿La mesa de diálogo servirá para pasar página al ‘procés’?

-La sociedad catalana empezó a pasar página con las elecciones del 14 de febrero. También han ayudado mucho las medidas de gracia acordadas el 22 de junio por el Gobierno de España. Ha habido un cambio importante que tiene que ir acompañado por una acción de los dirigentes políticos para consolidar este nuevo tiempo político. En eso estoy yo. Es importante que estemos centrado en los problemas reales que preocupan a la gente, sobre todo en un momento de cambios tan profundos. Por ejemplo, tenemos planteado un debate sobre la ampliación del aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat. Y la idea de organizar conjuntamente con Aragón unos Juegos Olímpicos de invierno.

"Se puede hablar de amnistía y de lo que cada uno quiera, pero la amnistía no está permitida por nuestras leyes"

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-En julio, Francina Armengol y Ximo Puig celebraron en Palma una cumbre bilateral en la que quisieron escenificar una alianza de territorios mediterráneos frente al peso que tiene Madrid. Si usted hubiera sido presidente de la Generalitat, ¿habría salido en aquella foto?

-Sí, yo tengo una muy buena relación con la presidenta Armengol. Valoro mucho la labor política que está haciendo en las islas y tengo un contacto fluido con ella. También con el presidente Puig. Hay dos visiones de España, y se ha visto sobre todo en este momento pospandemia. Una, la que defendemos Puig, Armengol y yo mismo, según la cual la diversidad de España es una fuente de riqueza, creatividad y estímulos. Y que reclama que el Gobierno de España sepa aprovechar esa diversidad de lenguas y enfoques. Y esta visión se contrapone a otra mucho más uniforme, incluso miedosa, que no ayuda. Creo que usted y sus lectores podrán poner caras a esa visión que no va en la dirección de estos tiempos. Me siento identificado con el planteamiento que hacen Puig y Armengol, y lo suscribo. También es el planteamiento que hace todo el socialismo español.

-Ambos reivindican sin ambages un modelo de Estado federal. ¿Usted también?

-Sí, lo he defendido siempre. Y el socialismo español, en los acuerdos de Granada, ya apunta a un modelo de un Estado compuesto y con cogobernanza, una tendencia que la pandemia ha reforzado. Y no solo España, también Europa. Mucha gente pensaba que nunca vería una mutualización de la deuda a nivel europeo y un paquete de estímulo de 750.000 millones de euros, de los que 140.000 millones llegarán a España. Los mecanismos de federalización de la Unión Europea están funcionando, y lo estamos viendo también con la evacuación de Afganistán. España es un hub de acogida y eso para mí es un motivo de orgullo.

"El diálogo nace cojo porque el señor Aragonès no quiere sentarse con los que no somos independentistas"

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-¿Esa defensa de un modelo federal es compartida por todo el PSOE? A veces hemos escuchado declaraciones de dirigentes socialistas de otras comunidades que no parecen entenderlo.

-El PSOE es un partido coral, pero ya he hecho referencia a los documentos que fueron acordados. Y me remito a lo que está haciendo el Gobierno socialista en la práctica: dieciocho conferencias de presidentes autonómicas, muchas de ellas telemáticas por la pandemia. Muy recientemente hubo una presencial, en Salamanca, que contó con la ausencia injustificada del señor Aragonès. Fue un error gravísimo.

Salvador Illa. Guillem Bosch

-El Govern está sostenido por dos partidos, ERC y Junts, que mantienen una difícil convivencia. ¿Cree que tendrá la oportunidad de ser presidente de la Generalitat antes de que termine la legislatura?

-No lo sé. Sí sé que tuve un apoyo muy amplio de la ciudadanía y había -y hay todavía- dos opciones: una mayoría de izquierdas, que yo creo que es la que conviene al país y que yo estaba, y sigo dispuesto, a encabezar. Y una mayoría independentista que lleva diez años gobernando con el resultado de cero mejoras para los catalanes. El 2 de septiembre se cumplirán cien días de este Govern y estoy decepcionado. No se han logrado los objetivos de combatir la pandemia y reactivar la economía sin que nadie se quede atrás. Me sabe mal reconocerlo, pero comunidades como Baleares han hecho los deberes mucho mejor que Cataluña en materia de fondos europeos. Ni siquiera se ha acordado con los agentes económicos y sociales de Catalunya cuáles son los proyectos transformadores para la economía catalana. Es más, este 2021 no tenemos presupuestos. Están en vigor los de la prepandemia, en un momento en el que se requiere un ritmo de toma de decisiones y de acción de gobierno para transformar la economía.

"Suscribo la visión de una España diversa y federal que tienen Ximo Puig y Francina Armengol"

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-La política le ha colocado en la situación de gestionar una pandemia y de encabezar una candidatura electoral en muy poco tiempo. ¿Tiene la sensación de haber vivido en una montaña de rusa?

-No. Tengo una vocación de servidor público desde muy joven, cuando fui alcalde de la Roca del Vallès, el municipio en el que nací y donde resido. Me siento muy honrado de haber servido al Gobierno de España al lado del presidente Sánchez en un momento muy delicado. Después Miquel Iceta me pidió que encabezara la candidatura a las elecciones al Parlament de Cataluña, y el presidente Sánchez me liberó del compromiso que tenía con él. Lo hice con mucho gusto y me siento muy motivado. Es muy importante que pasemos página a diez años que, no exagero, han sido los peores de los últimos trescientos de la historia de Cataluña. Nos han llevado a un empobrecimiento económico, a una pérdida de prestigio institucional, tanto en España como en Europa, y ha deteriorado mucho la convivencia. Como puede constatar cualquier persona y cualquier lector de su diario que tenga relación de algún tipo con Cataluña. Pero detecto un clima nuevo y creo, con modestia, que nosotros estamos contribuyendo a ello.

"La ampliación de El Prat puede hacerse con respeto a la legislación medioambiental"

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-¿Qué le dice el exministro de Sanidad a quienes a día de hoy siguen rechazando vacunarse?

-Que se equivocan. Afortunadamente, España tiene unos índices de vacunación voluntaria muy elevado, pero se equivocan. Este es un tema de evidencia científica, no de creencias personales. Y la evidencia científica es incontestable: las vacunas han erradicado enfermedades, y gracias al proceso de vacunación esta última ola de covid no ha tenido el coste en vidas humanas que hubiera tenido sin vacunas. Les invito a que se informen en las webs oficiales y que se tomen la vacunación como un acto de solidaridad con el resto de la sociedad.

-Las comunidades autónomas y los jueces están chocando por medidas como pedir el certificado covid para entrar en bares y restaurantes. Los jueces reclaman una ley de pandemias para unificar criterios. ¿Le parece necesaria?

-Siempre hay posibilidad de mejorar lo que tenemos, pero nuestro ordenamiento jurídico nos ha demostrado que tiene los mecanismos para responder a diferentes situaciones. Entiendo que debe haber un control judicial de ciertas decisiones que afectan a las libertades, pero me remito a las discusiones que se puedan mantener en el seno de la interterritorial del sistema nacional de salud, en el que hay un comité de bioética.

"A quien rechaza vacunarse le digo que se informe porque se equivoca"

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-¿Es compatible ampliar el aeropuerto de El Prat con combatir el cambio climático?

-Creo que sí. Este reduccionismo de contraponer desarrollo económico con preservación del medio ambiente es un relato falso. Me recuerda a los que querían contraponer salud y economía, dos cosas que están muy vinculadas. El progreso económico solo es viable si se hace con criterios de preservación del medio ambiente. No tengo ninguna duda de que la sociedad catalana tiene los recursos económicos y tecnológicos para que el aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat mejore las infraestructuras para convertirse en un hub internacional, un hecho esencial para la economía de Cataluña, de toda España y en particular de las islas. Y estoy seguro de que puede hacerse con respeto a la legislación medioambiental. En general tiendo a desconfiar de los que dicen que no a todo, y de los que bajo argumentos ambientalistas defienden lo que ellos llaman un decrecimiento económico.

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