El regreso de Juan Carlos I a España, una vez que la Fiscalía del Tribunal Supremo cierre las tres investigaciones abiertas contra él, es uno de los temas que la Casa del Rey deberá resolver en 2022. No hay una fecha prevista porque primero se debe producir la condición inexcusable de que todas las causas que le afectan, en nuestro país y fuera de él, estén definitivamente archivadas, como ha contado EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario que pertenece a este grupo, Prensa Ibérica.

Una vez que esto ocurra, la Zarzuela y la Moncloa darán el visto bueno. A partir de ese momento la vuelta se producirá cuando a Felipe VI le convenga, en el momento de que el anuncio de que el anterior monarca pisa de nuevo España no empañe ningún acto de la Corona en fechas señaladas.

Interlocución fluida

La ruptura del Rey con su padre es un hecho impepinable, provocado por toda una serie de decisiones que Juan Carlos I aceptó a pesar de no compartirlas: fundamentalmente la orden de que debía abandonar España por los escándalos de las sociedades opacas a su nombre y el dinero oculto a la Agencia Tributaria, la renuncia de Felipe VI a su herencia y la retirada de la asignación anual que cubría sus gastos. Pero el rey emérito no necesita ni amigos ni conocidos que hablen por él ante su descendiente. El hilo entre Juan Carlos I y Felipe VI existe. No es totalmente directo pero cuentan con un interlocutor entre ellos que tiene el reconocimiento de los dos, según fuentes conocedoras.

Eso significa que La Zarzuela, y por extensión el Gobierno, conoce perfectamente que el rey emérito quiere volver, que él tiene asumido que no podrá ser hasta que no exista ni una sola investigación judicial contra él, que será sólo a temporadas porque si está más de seis meses tiene que tributar a Hacienda, y como no tiene ingresos conocidos no quiere hacerlo, y que cuando esté en nuestro país ni uno solo de sus movimientos podrán ser motivo de polémica. Si no fuera por la cuestión de la residencia fiscal, Juan Carlos I viviría permanente en España, como es su deseo. Pero al quitarle la asignación presupuestaria no puede justificar el origen del dinero con el que sufragaría sus gastos.

Estas son las condiciones del acuerdo, que se sigue pergeñando, y que, según las fuentes consultadas por este diario, compromete a Juan Carlos I a llevar una vida discreta. Él, explican, es absolutamente consciente de que su regreso y su actividad en España no puede suponer un desgaste para la Monarquía. Y, aunque no ha puesto nunca las cosas fáciles y ni entendió ni compartió que se le obligara a salir del país, está dispuesto a cumplirlo a cambio de pasar unos meses en su país.

En algún momento su deseo de retornar se alineará con la agenda de Felipe VI -desde luego no estas Navidades- y su retorno se producirá. Como ha publicado este periódico la preocupación en la Casa del Rey es dónde alojarlo para que esté atendido como merece por su condición de rey y ex jefe del Estado y pueda moverse con discreción pero sin que su presencia suponga un nuevo gasto para las arcas del Estado. Lo que más teme La Zarzuela es que su vuelta azuce las críticas de los antimonárquicos, con Unidas Podemos a la cabeza.

El problema de la residencia

Es una decisión espinosa, porque además a él le gustaría volver al Palacio de la Zarzuela, donde ha residido desde 1963. En principio ésta no sería la opción que más convence a Felipe VI, pero fuentes conocedoras de este proceso señalan que es la alternativa que más ventajas conlleva. Las otras posibilidades serían instalarle en un inmueble patrimonio del Estado, de uso de la Corona, pero puede ser más difícil justificar que esto no genera un gasto adicional.

La vuelta a la Zarzuela supondría retrotraerse exactamente a la situación anterior a su marcha. Juan Carlos I abandonó Madrid con destino a Emiratos Árabes en agosto de 2020 y no se había movido de esta residencia, a pesar que desde marzo ya no disponía de dinero público para su manutención. Además Felipe VI y la Familia Real no viven en el Palacio de la Zarzuela sino que disponen de su propia casa, conocida como el Pabellón del Príncipe. El Rey sí tiene su despacho allí pero el emérito, por la dimensión del recinto, dispondría de total autonomía en sus dependencias como sucede con la Reina Sofía, que también vive allí. En términos de convivencia La Zarzuela también sería una vía factible.

La angorilla

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Las fuentes consultadas apuntan a que no puede aún descartarse esta solución, aunque se sigan barajando otras. Otra de las posibilidades sería la finca de La Angorrilla, a 19 kilómetros de La Zarzuela, donde llegó a fijar su residencia la ex amante de Juan Carlos I, Corinna Larsen, y dónde él pasaba largas temporadas. En todo caso señalan que la decisión sobre el lugar que acogerá al rey emérito en sus temporadas en España no está aún tomada.

Las últimas imágenes de Juan Carlos I en Abu Dabi, para ver un partido de Rafa Nadal, la charla que mantuvo después con él y que también trascendió, y la presencia de Elena y Cristina de Borbón recientemente en el palco del Gran Premio de Fórmula 1, suponen, según sectores conocedores del estilo de comunicación de la Corona, gestos de reivindicación y también señales destinadas a normalizar en España la figura del emérito para acabar con su destierro en Abu Dabi.