"Estás en un lugar seguro: ante una situación de violencia de género, te ayudamos": este lema se leerá a partir de esta semana en decenas de miles de boticas de toda España que quieren convertirse en refugio para las víctimas de maltrato machista. La farmacia, espacio cotidiano de cercanía y confianza, da pasos al frente para luchar contra la violencia sobre las mujeres.

Más de 22.100 farmacias harán suyo un protocolo para la detección precoz y actuación ante la violencia de género. La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género y el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos han elaborado el documento, que establece "una pauta de actuación normalizada y homogénea" para la detección, el acompañamiento y la ayuda a las víctimas.

Qué es la violencia machista, qué factores contribuyen a su detección, cómo se debe tratar a una víctima y actuar al tener conocimiento de un caso, cómo comportarse si el presunto maltratador está delante, a qué recursos especializados se puede derivar a las mujeres y a sus hijos o cuándo se debe llamar a la policía son algunas cuestiones que aborda el protocolo.

La violencia de género impacta gravemente en la salud de las mujeres, por lo que las víctimas acuden más al médico y a la farmacia que el resto de mujeres, por ello, centros sanitarios y farmacias son lugares clave para ayudar a las maltratadas a salir de la violencia.

El presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Tenerife, Manuel Ángel Galván, subraya en conversación con El Periódico de España, diario del mismo grupo, Prensa Ibérica, que este periódico, que la farmacia es un lugar idóneo para ofrecer ayuda a las víctimas "por la cercanía, por la confianza" y porque están "prácticamente en cada barrio".

"No es lo mismo ir a presentar unos hechos ante la policía, un sitio frío que no conoces, un ambiente extraño, que acudir a una farmacia que conoces y en la que pueden ayudarte con la debida discreción, cercanía y conocimiento que tenemos de las personas", asevera Galván.

"En numerosas ocasiones, son las propias víctimas las que se oponen a denunciar a su agresor por diversas razones, entre las que se pueden incluir el miedo, la culpabilidad, la vergüenza, la falta de redes de apoyo social o familiar o la dependencia económica del agresor. Esta resistencia suele provocar incomprensión en el entorno, por lo que la ayuda de personas externas a su entorno, como el personal de la farmacia, puede ser" muy útil, se indica en el protocolo.

#Mascarilla19: el origen de todo

El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Tenerife y también el de Gran Canaria tienen ya experiencia en la lucha contra la violencia machista, pues nada más comenzar el confinamiento estricto de marzo de 2020 impulsaron, a instancias del Instituto Canario de Igualdad, la iniciativa #Mascarilla19. Se trataba de una clave que las mujeres podían emplear al acudir a la farmacia para pedir ayuda: al pronunciar esas dos palabras, los farmacéuticos ponían en marcha un protocolo de actuación que incluía avisar al 112.

#Mascarilla19 nació en Canarias, pero se extendió a toda España y a una veintena de países: "La farmacia era uno de los pocos establecimientos a los que se podía ir durante el estado de alarma sin causar sospecha al maltratador. Con esa sencilla contraseña y sin que la mujer tuviera que explicarnos nada, nosotros avisábamos a la policía", explica Galván.

La responsable de esta iniciativa fue la directora del Instituto Canario de la Mujer, Kika Fumero. Ante la "preocupación extrema" que producía saber que el confinamiento domiciliario iba a encerrar a las víctimas con sus agresores "en una situación de riesgo exponencial para sus vidas", Fumero ideó un mecanismo para que pudieran pedir ayuda sin levantar sospechas. En 72 horas, #Mascarilla19 era una realidad y sus carteles estaban en todas las farmacias canarias.

Sólo con dos palabras se transmite toda una situación que quizá la víctima no es capaz de verbalizar porque está nerviosa o en shock, se siente amenazada, bloqueada o muerta de miedo.

Un problema de salud pública

La directora del Instituto Canario de la Mujer celebra que esta iniciativa llegara para quedarse y se haya extendido a países como Colombia, Reino Unido, Chile, Panamá, Argentina, Canadá y al estado de California. Incide Fumero en que la implicación de las boticas en la lucha contra la violencia de género es positiva por varias razones: asegura que tiene un efecto disuasorio, hace una labor de sensibilización del entorno cotidiano y más cercano y ofrece a las mujeres un lugar de confianza en el que poder pedir ayuda.

"Que las farmacias se posicionen públicamente contra la violencia de género ayuda a ver que es un problema de salud pública y una situación de emergencia que tenemos que socorrer como ciudadanía, como barrio, como entorno cercano. (...) Es otra forma de arrinconar, estigmatizar, vigilar y denunciar públicamente la violencia en cada barrio, en cada espacio", asevera Fumero.

Así, las boticas se convierten en un "espacio seguro para las mujeres que no se sienten con ánimo, no tienen el tiempo o la fuerza de ir a una comisaría o se sienten mejor acudiendo" a sus farmacéuticos.

Es importante "saber que puedo ir a mi farmacia a dar la alarma, que van a saber tratarme, que saben que existe la violencia de género y en qué consiste, que soy la víctima y en qué situación estoy", añade Fumero.

"Deberíamos llamar a la Guardia Civil"

Julia es farmacéutica en Cantabria y sabe bien que los pacientes depositan su confianza en ella: "Muchas veces te cuentan todos los problemas que tienen, pero también puedes detectarlos sin que lo verbalicen. Determinados comportamientos pueden hacer pensar que hay una situación de malos tratos", apunta.

Su botica es un lugar seguro contra la violencia de género. En una ocasión, rememora Julia, acudió una señora que relató cómo su yerno tenía comportamientos violentos e intimidantes.

"Mi técnico entró en la rebotica y me dijo 'Julia, ahí hay una señora contando cosas muy fuertes'. Le pedimos que pasara a la zona de atención personalizada y estuve hablando con ella. Le dije 'creo que deberíamos llamar a la Guardia Civil para que te ayude porque estás sufriendo una situación que no debes vivir, es peligroso para tu hija y para ti'. La mujer tenía miedo y no quería irse. Vino la Guardia Civil y se fue con ellos", recuerda.

Esta farmacéutica defiende que "toda formación es bienvenida" y que se debe ayudar a las mujeres que están en esta situación siempre que se pueda.

"Está en su mano denunciar, pero puedes tranquilizarla y decirle los recursos a los que puede acceder. Si esa información viene de un sanitario, muchísimo mejor. Los farmacéuticos somos los profesionales sanitarios más cercanos al paciente", recalca.

Un protocolo para 22.000 farmacias

El Pacto de Estado contra la Violencia de Género establecía entre sus medidas que las farmacias deben erigirse en plataformas informativas sobre la violencia machista. El nuevo protocolo presentado este lunes forma a los farmacéuticos para que puedan informar a las víctimas de los recursos disponibles de atención integral a los que pueden acceder tanto ella como sus hijos.

En el documento se busca, en primer lugar, sensibilizar al personal de las farmacias sobre la gravedad de la violencia contra las mujeres como problema de salud y dar a conocer las características y las consecuencias del maltrato machista.

"Será preciso aprender a reconocer las situaciones de violencia de género en las mujeres que acudan a las farmacias, ya que la detección precoz permitirá en algunos casos prevenir el maltrato, o al menos prevenir sus secuelas e impedir que este llegue a límites que pongan en grave peligro la vida de las mujeres", matiza.

La detección de la violencia de género es compleja, más aún en las mujeres que se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad -como la discapacidad, migrantes en situación irregular, barreras idiomáticas, mujeres embarazadas, vecinas del medio rural, drogodependientes o mujeres mayores. Los mitos y estereotipos dificultan esa detección.

Algunos consejos que ofrece la guía a los farmacéuticos son recibir a la mujer sola y hacerle saber que están ahí para apoyarla, realizar preguntas facilitadoras como "te veo preocupada, ¿qué tal van las cosas en casa?", no juzgarla, escucharla sin interrupciones y con empatía; no presionarla, atender a signos de peligro, no infravalorar las sensaciones de la mujer y evitar revictimizaciones.

"Es muy importante establecer un vínculo adecuado entre la mujer y el/la profesional que realice la atención, ofreciéndole un ambiente de seguridad, confidencialidad, empatía y escucha activa, respetando los tiempos de cada mujer, de tal manera que ella misma decida cuándo volver, pero percibiendo el mismo como un vínculo de ayuda al que poder", se recomienda.

La guía insta a los profesionales a atender a indicadores clave de la violencia machista: síntomas físicos y psicológicos y situaciones de mayor vulnerabilidad y dependencia.

Entre los indicadores físicos figuran la cefalea, dolor crónico general, dificultad respiratoria, mareos, molestias gastrointestinales, parestesias o problemas en la piel. Entre los psicológicos, trastorno de estrés postraumático, estrés agudo, baja autoestima, insomnio, dificultad para tomar decisiones, problemas de memoria, abuso de fármacos, aislamiento social, somatizaciones, intentos de suicidio, trastorno de conducta alimentaria y/o uso excesivo o abandono de los servicios sanitarios.

Asimismo, el documento explica actitudes y comportamientos de las víctimas que pueden ayudar a detectar una situación de violencia, como actuar de manera evasiva y hablar poco, estar temerosa, mostrar una actitud defensiva o hipervigilante al abrirse una puerta, utilizar vestimenta para tapar posibles lesiones, entre otros ejemplos. También orienta sobre comportamientos del presunto maltratador que pueden alertar de que algo no va bien: no dejar a la mujer sola, hablar por ella e interrumpirla, ponerla en evidencia y manifestar su incapacidad, controlar su teléfono, mostrarse celoso o posesivo...

El protocolo marca distintos itinerarios de actuación para orientar a los farmacéuticos: si detectan indicios pero la víctima niega el maltrato o no quiere recibir ayuda de servicios específicos -la actuación debe limitarse a informar-; si las mujeres piden ayuda -se las deriva a recursos de ayuda y se prioriza su seguridad, lo que puede requerir que se llame a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.