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GIRO HISTÓRICO EN EL SAHARA | VISITA A RABAT TRAS EL DESBLOQUEO DE LAS RELACIONES

España negocia con Marruecos la frontera marítima con Canarias

La nueva demarcación sobre las aguas territoriales afecta a la costa del Sáhara y a los derechos de explotación de los fondos marinos hasta las 350 milllas

Recepción del rey Mohamed IV al presidente Pedro Sánchez, anoche, en el Palacio Real de Rabat.

Pedro Sánchez aterrizó en Rabat absolutamente convencido de que el cambio de posición sobre el conflicto del Sáhara y el respaldo al plan autonomista marroquí será muy beneficioso para España. No le pesa el veto del Congreso, que ayer mismo rechazó de manera unánime el giro del Ejecutivo. Este giro sobre la excolonia afecta a Canarias, y a la fijación de la frontera marítima entre el Archipiélago y Marruecos. Tanto la más cercana, con la costa sahariana, como la más alejada, a 350 millas, donde se albergan importantes yacimientos de metales valiosos como el telurio y el cobalto.

De las aguas de Canarias, Sánchez dijo anoche en su comparecencia en Rabat que España y Marruecos reactivarán el grupo de trabajo sobre delimitación de espacios marítimos en la fachada atlántica con el objetivo de lograr avances concretos, unos acuerdos que tienen que estar amparados por Naciones Unidas.

Estas negociaciones son claves para dirimir las competencias sobre el espacio situado más allá de las 200 millas que contempla la Zona Exclusiva Económica Exclusiva (ZEE) canario-española, donde existe un tesoro submarino con yacimientos de telurio y cobalto en el denominado monte Tropic. Estos dos materiales son fundamentales para la fabricación de paneles solares y baterías para los coches eléctricos.

Marruecos, de manera unilateral, estableció a principios de 2020 una nueva demarcación de sus aguas territoriales, anexionándose el espacio maríitmo del Sáhara que cuenta con parte del monte Tropic. Así, el reino alauíta establece sus aguas hasta las 350 millas (648 kilómetros) de la plataforma continental. Sobre estas, el país africano asegura que posee "los derecho soberanos y exclusivos" de los "fondos marinos y del subsuelo con fines de exploración y explotación de sus recursos naturales minerales, fósiles y biológiocos".

La nueva demarcación marroquí establece el perímetro de sus aguas territoriales, fijado en 12 millas (22 kilómetros), a lo largo de todo el Sáhara Occidental, territorio cuya soberanía está pendiente de resolución desde que España abandonó su colonia en 1975. Además, Marruecos delimita las 200 millas (370,4 kilómetros) de su zona económica exclusiva (sobre la que el país tiene derechos de soberanía para su explotación) e incorpora las 350 millas (648 kilómetros) de la plataforma continental (lecho y subsuelo de las áreas submarinas).

La nueva norma menciona "los derechos soberanos y exclusivos" sobre esa superficie en los "fondos marinos y del subsuelo con fines de exploración y de explotación de sus recursos naturales minerales, fósiles y biológicos".

El pleito con España afecta tanto a la delimitación de la mediana marítima entre Canarias y la costas marroquíes, que ambos países tienen pendiente tras el fracaso de las nueve rondas negociadoras entre el 2003 y el 2007, como a la ampliación de la plataforma continental que España ha solicitado en 2014 ante la Comisión de Límites de la ONU y que Marruecos no acepta por entender que solapa parte de las aguas saharauis que justamente ahora incorpora como propias en su nuevo mapa de soberanía marítima.

Estos montes submarinos, en la plataforma continental, que se han bautizado como las abuelas de Canarias porque se originaron en los mismos procesos geomorfológicos que dieron lugar al Archipiélago, se cuentan por decenas y han sido mayoritariamente descubiertos a lo largo de las últimas décadas. La gran mayoría caen dentro de las 200 millas náuticas de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) canario-española, de modo que es el Estado, y por tanto también las Islas, el que tiene la potestad para extraer y explotar los recursos naturales. El problema es que el monte submarino que concentra, con mucha diferencia, la mayor parte del telurio y el cobalto es justamente el que no está dentro de la ZEE. Se trata del monte Tropic, un antiguo volcán que se levanta desde el lecho marino, a cuatro kilómetros de profundidad, hasta quedar a mil metros de la superficie.

Tropic está a unas 250 millas náuticas al suroeste del Archipiélago, con lo que se queda fuera de las aguas bajo soberanía española por apenas 50 millas. Sin embargo, los Estados pueden extender el control del espacio marítimo más allá de las 200 millas que marcan el límite de la ZEE si demuestran que el lecho marino es la continuación natural de la superficie terrestre. «El argumento de España es que al oeste de El Hierro el suelo marítimo tiene el mismo origen volcánico que el Archipiélago», explica el profesor de Derecho de la Universidad de La Laguna Vicente Navarro Marchante. Si Naciones Unidas acepta la tesis española, como parece más que probable a juicio de la mayoría de expertos, el país y las Islas extenderían sus dominios marítimos hasta las 350 millas. Y ahí sí que está incluido Tropic.

Pero la cosa es aún más compleja, porque Tropic también está dentro del espacio marítimo que le correspondería al Sahara Occidental, cuyo territorio ocupa Marruecos de forma ilegítima. En su solicitud a la ONU, España reconoce el solapamiento con una posible extensión de la plataforma continental saharaui, que no marroquí, que se solucionaría con el diálogo y que podría dar lugar, por ejemplo, a una coexplotación de los recursos de Tropic. Así que Rabat movió ficha y ha delimitado unilateralmente sus aguas considerando como suyas también las del Sahara. Un enredo jurídico-político que tiene como telón de fondo una riqueza por confirmar y de momento inútil.

La cena con la que ha agasajado Mohamed VI al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no solo marca para el monarca alauí la ruptura de su ayuno sino que también sella una reconciliación entre dos países llamados a entenderse por sus muchos intereses compartidos y que esperan haber dejado atrás definitivamente una de las peores crisis bilaterales hasta la fecha.

La invitación del rey de Marruecos no habría sido posible de no haber mediado por medio la carta que le envió Sánchez el pasado 14 de marzo en la que se expresaba el respaldo explícito del Gobierno al plan de autonomía para el Sáhara Occidental que Rabat presentó en 2007 y que ahora el Gobierno considera como "la base más seria, realista y creíble" para una solución.

Estas palabras, escogidas con esmero y muy celebradas por Rabat que quiere ahora que otros países como Francia emulen, supusieron el colofón a meses de esfuerzos por revertir una crisis cuyo telón de fondo era precisamente la cuestión de la antigua colonia española y la postura del Gobierno al respecto.

El reconocimiento por parte de Estados Unidos, con Trump aún de presidente y vía Twitter, de la marroquinidad del Sáhara Occidental el 10 de diciembre de 2020 dio alas a Rabat que, reafirmado en su postura, se lanzó a tratar de empujar a otros países a seguir los pasos de los estadounidenses.

Ese mismo día, y con el argumento de la pandemia, se cancelaba la cumbre bilateral que España y Marruecos iban a celebrar una semana después en Rabat. El plan inicial era que se celebrara en febrero, pero a día de hoy sigue sin fecha, aunque podría salir de la visita de Sánchez.

Las primeras señales de destensón fueron satisfactorias. Sánchez y Mohamed se saludaron de pie y después se sentaron para comentar, en español, el tiempo que habían pasado sin verse, desde noviembre de 2018 (la primera y única visita del presidente). El jefe del Ejecutivo transmitió el saludó de Felipe VI y también felicitó a Marruecos por la buena evolución de la pandemia.

Marruecos hizo público un comunicado en el que se apunta que el rey marroquí y el presidente español han reiterado su voluntad de abrir una nueva etapa basada en el "respeto mutuo", la "confianza recíproca", la "concertación permanente" y la "cooperación franca y leal». En ese sentido, han acordaron "poner en marcha acciones concretas en el marco de una hoja de ruta que abarque todos los ámbitos de la asociación, y que integre todas las cuestiones de interés común". Estos incluirían aspectos políticos, económicos y de seguridad. Según explicó a los medios de comunicación, el presidente piensa que este encuentro "va a desencadenar cosas muy positivas". Como punto de partida, España se da por satisfecha con la inclusión en la carta que el presidente envió a Mohamed VI del respeto mutuo a la "integridad territorial".

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