"No puedo más", confesó Elsa Artadi. Y se fue. La mujer que pudo ser candidata a presidenta, que pudo ser consellera, que aspiraba a la alcaldía de Barcelona, política sin tregua ni fines de semana libres, presente en todas las decisiones del independentismo y más allá, dice basta. ¿Qué hay detrás de este adiós? ¿Tienen derecho los políticos -a los que la democracia pone tanto en el centro del poder como de la diana- a decir que no dan más de sí, que no están motivados, que se han equivocado o que el adversario tenía razón? ¿Su jefe de prensa se lo permitiría?¿El público lo entendería? ¿No es contradictorio reclamar políticos de perfil humano cuando en realidad se les exige, por tierra mar y tuit, que sean nuestro guía, nuestro terapeuta, nuestro pedagogo y el mejor gestor del dinero público? El caso Artadi abre una Caja de Pandora que, a diferencia de la caja mitológica, no contiene todos los males sino todas las verdades incómodas y el espejo de una sociedad instalada en la posverdad, la hipercrítica y la volatilidad.

Primero, vayamos al caso concreto: Artadi. "Es una adicta al trabajo, le cuesta delegar tareas, quiere tener un control sobre todo a un nivel extremo y el hecho de no tener hijos hace que trabaje también el fin de semana", describen en su entorno. Llevaba tiempo meditando la decisión, y acumulaba diez años haciendo todo lo que se le encargaba. Con un pequeño detalle: no era lo que ella quería. Estaba vacía por dentro y no era feliz.

El psicólogo José Luis Pérez, tras visionar las imágenes del conmovedor adiós de Artadi ante los medios, constata: "Este 'no puedo más' llega desde un lugar protector, el síndrome del burn-out (quemado) es un mecanismo del cerebro para protegerse. Baja el listón de la tolerancia al dolor y la frustración". En efecto, volviendo al entorno de Artadi, llevaba tiempo sintiéndose cansada, agotada, era frágil físicamente, tras la fachada de una mujer ultra exigente consigo misma y con su entorno. "La autoexigencia es un factor imprescindible para estar donde estaba Artadi y otros como ella, pero el problema fundamental es la frustración, porque en las altas esferas la frustración es continuada. La frustración es algo natural, pero cuando es cronificada, desgasta mucho. Si fuera presidenta o alcaldesa, estaría más satisfecha, pero estar en las trincheras tanto tiempo no se puede sostener, sencillamente", describe Pérez.

En las altas esferas la frustración es continuada. La frustración es algo natural, pero cuando es cronificada, desgasta mucho

¿Hay muchas Artadis?

Por supuesto. Si una de cada cuatro personas sufrirán a lo largo de su vida un problema de salud mental, si la pandemia ha incrementado estas patologías y si la política profesional contiene elementos de riesgo en salud mental como el estrés, la competitividad, la sobreexposición al público y el veto a toda muestra de debilidad o frustración, la conclusión es que Artadi no es una excepción. Como dice Víctor Pérez, jefe del servicio de psiquiatría del Hospital del Mar: "Sin duda hay muchas más Artadis, pero no solo entre políticos. En el caso de ella me parece muy valiente. Los políticos tiene un locus de control muy externo, dependen mucho de lo que se opine desde fuera, en pocas horas pasan de la cresta de la ola a ser un desastre, se tapan mucho estos casos, conozco a muchos políticos con un espíritu de sacrificio tremendo pero no se pueden permitir debilidades”. José Luis Perez remata, con una lógica aplastante: "El fracaso no tiene buena fama, y los departamentos de marketing lo camuflan porque el público no se quiere ver reflejado en una persona que dice que lo ha hecho mal o que se ha equivocado. Es una cuestión de narcisismo, hemos creado una manera de hacer política atada a la idea de triunfador absoluto".

Se tapan mucho estos casos, conozco a muchos políticos con un espíritu de sacrificio tremendo pero no se pueden permitir debilidades

Carles Fabró, que ha sido jefe de gabinete de todos los presidentes de Cataluña desde 1980, reflexiona: "A lo largo de los años han ido pasando casos, la gente se ha ido retirando, con más o menos discreción, anuncian que tienen otro proyecto…ha pasado no solo en política sino en el deporte. Los políticos son grandes desconocidos a no ser que trabajes muy cerca y veas el día a día y los sacrificios que comporta”.

Los políticos son grandes desconocidos a no ser que trabajes muy cerca y veas el día a día

Por un #metoo en la política

Itziar González, arquitecta, activista, exconcejal del ayuntamiento de Barcelona que dimitió como protesta por la corrupción y la falta de apoyo interno, saluda la dimisión de Artadi como un síntoma más de que "las maquinarias de los partidos quieren a personas comprometidas con un proyecto, pero no se comprometen con lo que le supone a estas personas aceptar el reto. Ven a sus electos como personal fungible: te uso, luego ya no te necesito y busco a otro". Por ello celebra la actitud de Artadi: "Hay muchas como ella, mayoritariamente mujeres, la dimisión es un gesto de lucha e inicio de las victorias, estamos mostrando las limitaciones del sistema". Por ello pide que se inicie un #metoo "de personas que digan 'he intentado representar a la ciudadanía, he tenido presiones y limitaciones, me he sentido sola o poco apoyada". Y que no se reduzca el debate a la cuestión psicológica.

Los electos son para los partidos un material fungible: te uso, luego ya no te necesito y busco a otro

En este sentido, el exdiputado de ERC Joan Tardà reflexiona: "Es posible que si una persona dice 'no me veo con fuerza', esto se frivolice porque probablemente ha sido la misma clase política la que ha hecho un uso perverso de estos argumentos". Una clase política "cautiva"; admite, de los jefes de prensa y 'gurús' de la comunicación, con una manera de comunicar que pasa por encima de la voluntad de los mismos políticos. Atrapados, pues, por no poder decir la verdad. Toni Aira, profesor de la UPF-BSM y ex jefe de comunicación de un partido, es sincero: "Te ha de salir natural porque si no la idea de pedir perdón o asumir responsabilidades como ejercicio retórico puede ser contraproducente, nadie te lo agradecerá, por la dialéctica del enfrentamiento en que vivimos. Los primeros que no te reconocerán nada bueno serán los otros partidos, y los medios cotillearán. La gente tiende a esconder las debilidades de los candidatos, lo cual los somete a un plus de estrés".

Si una persona dice 'no me veo con fuerza', esto se frivoliza porque la porque la misma clase política ha pervertido estos argumentos

Porque, ¿el público quiere líderes perfectos o quiere la verdad? "Las dos cosas", responde un destacado diputado del Parlament que prefiere el anonimato. "La política es tan exigente que se pide autenticidad pero también liderazgo, fuerza... la cultura reaccionaria pide liderazgo aunque sea mentira". Por ello este parlamentario concede un valor excepcional al paso dado por Artadi. Y asume que este mundo también crea yonkis: "genera dependencia, sin duda, es adictivo, tanto por la tarea política como por el circo”, con riesgos como "la volatilidad de todo, la enorme exposición externa de las redes, el desgaste político interno (superior al que provocan los adversarios), y el momento político catalán de montaña rusa".

No creérselo

Este político, que no ha hecho de este oficio su profesión vital, recomienda "no creérselo del todo", evitar la personalización, pensar en equipo. "Y respirar hondo, procurar ser tu mismo de cara a ti y a tu entorno". "Quien mejor resuelve estas situaciones es quien tiene la capacidad de separar lo público de lo privado. Es una cierta disociación entre estos dos aspectos de la vida para poder sostenerlos, describe el psicólogo José Luis Pérez.

Para sobrevivir hay que respirar hondo, procurar ser tu mismo de cara a ti y a tu entorno

Además, los casos de corrupción, la degradación del mensaje político, la falta de respuestas a la crisis económica...son ingredientes que no contribuyen a que la ciudadanía simpatice con los problemas de los políticos. "Esto pasa en todos los colectivos -apunta Fabró- y es una lástima porque el dia que la gente se aleje del todo de la política, ¿a quién tendremos al frente?".

Cómo ser político y no morir en el intento

El psiquiatra Víctor Pérez plantea una pauta para sobrevivir en el mercado de la política

  1. No poner todos los huevos en la misma cesta. El político es muchas otras cosas. Si solo tiene la fachada tiene mucho riesgo de quemarse en el empeño. Muchas veces no tiene opciones porque no saben hacer otra cosa. Es una trampa horrorosa y los políticos deberían preservar estas otras opciones.
  2. Tener relaciones sociales que no tengan que ver con la política. Es también muy difícil para ellos porque tienen que estar siempre con la ficha puesta de ‘soy un político y he de conseguir votos’ pero es muy necesario tener amigos y compañeros alejados de la actividad política.
  3. Ejercicio físico y horas de sueño regulares aunque sean pocas. En plena vorágine la agenda de los políticos es casi incompatible con una vida normal
  4. Gestionar el adiós. Al dejar la política les cuesta mucho superarlo. Tienen un componente de narcisismo personal muy importante. Deja de sonar el teléfono y algunos están encantados pero muchos lo pasan mal porque estaban en el foco, tomaban decisiones y tenían capacidad, que no siempre es lo mismo que poder real.