El Gobierno se desvincula completamente de la primera visita de Juan Carlos I a España, tras casi dos años en Abu Dabi. La cautela exhibida en los últimos meses sobre su vuelta, que siempre han dejado en manos de Zarzuela, se desvaneció este lunes ante el asombro por el desarrollo de su viaje a Sanxenxo (Pontevedra). Moncloa cree que el rey emérito no ha cumplido con las condiciones pactadas para su regreso, que quedaron reflejadas en una carta que él mismo envió a Felipe VI y que la Casa del Rey hizo pública el pasado 7 de marzo. Ni discreción ni conexión con la España real. La que sí paga impuestos y no va de regatas. Y no quieren que esto se repita si, como ha anunciado, vuelve en junio. Aunque son conscientes de que la decisión es del actual monarca: "Esto depende más de Casa Real que de nadie".

Por lo pronto, el reproche es nítido por no dar cuenta de sus actos y hasta por burlarse de las exigencias de que hable ("¿explicaciones, de qué?", respondió el domingo a la prensa, con una sonora carcajada): "Ha perdido la oportunidad que los españoles esperaban de dar explicaciones y pedir perdón", decía este lunes la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, a primera hora de la mañana en RNE.

Después de meses de tira y afloja el Rey levantó el veto para el retorno de su padre, una vez que la Fiscalía del Tribunal Supremo dio carpetazo a las investigaciones contra él por su fortuna opaca, archivadas porque le amparaba la inviolabilidad de sus actos o porque los hechos estaban prescritos. Pero lo hizo con una serie de exigencias: podía regresar, pero no tener residencia permanente en España y sus visitas no supondrían un gasto adicional a la Corona. Juan Carlos I, cuya pretensión era vivir de nuevo en Zarzuela, lo aceptó y se plasmó por escrito. "Tanto en mis visitas como si en el futuro volviera a residir en España, es mi propósito organizar mi vida personal y mi lugar de residencia en ámbitos de carácter privado para continuar disfrutando de la mayor privacidad posible", afirmó.

Precisamente, tras pasar ayer el día en la Zarzuela y reunirse con Felipe VI, un comunicado posterior de la Casa del Rey remarcó esta misma frase y destacó que es "el marco de referencia de las actividades de don Juan Carlos". Pero ha sido necesario recalcarlo porque esa promesa de discreción va totalmente en contra de lo que ha sucedido en Sanxenxo, donde el rey emérito no ha mostrado ningún interés por pasar desapercibido. En Moncloa consideran que Juan Carlos I ha hecho caso omiso a las peticiones de Felipe VI y ha actuado sin medir las consecuencias para la Monarquía. "Es un problema del Rey con su padre, que pone en peligro la institución", apuntan. "Toda la campaña de prestigio de Felipe VI se la cargan en un fin de semana".

"Está echando un pulso"

La lectura, como destaca un exalto cargo socialista que conoce bien las relaciones entre la Zarzuela y el Gobierno, es que el rey emérito está "echando un pulso" a su hijo y a su propio país, al viajar hasta España "en un 'jet' que no se sabe quién paga, como un pijo de primer nivel, de vacaciones, para pasearse". Es decir, que "ha querido ejercer de Rey, cuando ya no lo es", con la consecuencia, peligrosa, juzga esta fuente, de que "ha sacado a bailar a la derecha carpetovetónica", que se ha puesto a vitorearle. Aplauso, subrayan, en el que ha coincidido el PP de Alberto Núñez Feijóo. 

Para un exmiembro del Ejecutivo de Sánchez, no ha habido un "error de cálculo de la Zarzuela o del Gobierno", a la hora de gestionar este regreso. No lo es porque "hace lo que le da la gana", es incontrolable. "Todo el mundo ha tratado de ser prudente y él ha demostrado que no viene a encarrilar nada. ¿Y cómo le metes en cintura? Pues eso compete a la institución", a la Zarzuela.

Esta actitud ha molestado al Gobierno que, aseguran fuentes conocedoras, no podía permanecer ajeno. Porque "no es lo pactado" y porque, para "estupor de la mayoría de los españoles, la visita se ha convertido en un espectáculo mediático". "El Ejecutivo entiende y asume el malestar de quienes sienten que no ha transcurrido de manera adecuada", sostienen. El primer gesto fue un tuit de la exvicepresidenta primera, Carmen Calvo, el viernes: "Hoy suben las temperaturas en todo el país, gran bochorno en Sanxenxo". Apenas 72 horas después, la portavoz del Gobierno abonó aún más esa postura y exhibió el profundo desacuerdo de Moncloa por la forma en que Juan Carlos I ha vuelto a España.

"Ser mucho más cuidadoso"

Primero, por incumplir el compromiso de ser discreto: "Él mismo dijo que iba a volver a España sabiendo que debía trabajar para facilitar la tarea de Felipe VI y que por eso hablaba de privacidad", recordó. "Seguramente eso que escribió es lo que tendría que estar haciendo en estos momentos". Y dos, porque haya venido en un avión privado facilitado, al parecer, por el jeque emir Mohamed bin Zayed, presidente de los Emiratos Árabes Unidos y que le acoge en Abu Dabi. "Desconocemos los detalles de la visita". Pero el rey emérito "podría haber sido mucho más cuidadoso", manifestó Isabel Rodríguez.

Este evidente enojo se tradujo en una petición más firme de que dé explicaciones. "Debía haber aprovechado para dar cuenta de las acciones que hemos conocido estos años (en referencia al dinero que mantenía oculto en el extranjero, de procedencia desconocida), que no son compatibles con la ejemplaridad y la transparencia". Hasta ahora esta exigencia de aclaraciones era más teórica que concreta, pero el Ejecutivo ha dado un paso más en sus reclamaciones. No quieren que el asunto del emérito les salpique.

En la misma línea, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, censuró que "si en su primer viaje a España en estos dos últimos años no ha aprovechado para dar explicaciones y sólo para salir al mar y para una barbacoa, entiendo que ha perdido la primera oportunidad importante que tenía".

"Adecuar su comportamiento"

Desde que se conocieran las primeras informaciones sobre las cantidades que poseía fuera de España y que una vez descubiertas se vio obligado a regularizar, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, marcó distancias y las calificó de "inquietantes" y "perturbadoras". Moncloa trazó una clara línea entre Juan Carlos I y su hijo, a quien más allá de que mantenga una relación poco fluida con el jefe del Ejecutivo, siempre se le ha dado apoyo. De hecho, según Carmen Calvo, en declaraciones a este diario, "Juan Carlos I debe adecuar su comportamiento a las instrucciones de su hijo, y nada más, porque es su jefe, como jefe de la dinastía Borbón y como Rey".

En estos momentos, ésta es la herida institucional que más rápido se debe suturar. Que no parezca que el emérito hace y deshace a su antojo o que su camarilla presiona a Felipe VI para que atienda a sus requerimientos. Por eso, el Ejecutivo ha puesto el foco en que la segunda visita no se desarrolle del mismo modo y que Juan Carlos I cumpla con el compromiso de no hacer nada que desgaste aún más a la Monarquía.

La primera señal, el comunicado de ayer de la Zarzuela, parece ir en ese sentido, al apuntar de nuevo a las condiciones en que el rey emérito puede pisar España: sin abandonar Abu Dabi como su residencia "permanente y estable", salvo razones de causa mayor (en realidad no puede pasar más de seis meses en nuestro país porque eso le obligaría a pagar impuestos y no tiene ingresos conocidos), en viviendas de "carácter privado", para que el Estado no asuma el coste y eso no exacerbe los ataques de partidos anti-monárquicos, y con "la mayor privacidad posible".