La mandíbula de Pedro Sánchez es una de las señales más fiables sobre el estado del Gobierno. Cuando está relajada significa que, dentro de un orden, todo marcha bien, si está tensa es que hay problemas. Ocurre también con el semblante de otros miembros del Ejecutivo. La sonrisa, la expresión natural de felicidad, fue este jueves la evidencia de que el Ejecutivo ve superada una de sus peores semanas, en la que acumuló polémicas como la reforma de la sedición, la posibilidad de tocar también la malversación y, sobre todo, la rebaja de condenas a delincuentes sexuales tras la entrada en vigor de la ley del 'sí es sí'.

Lo hace, además, con el bonus de que ha conseguido cerrar este último asunto gracias a la intervención de Vox, que con su andanada en el Congreso contra la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha desviado el foco sobre los "efectos no deseados" de la ley y la ha convertido en una víctima. Todos los partidos han salido en su apoyo y el Gobierno, que había dado muestras de claras divergencias, entre el bloque socialistas e Igualdad y dentro del propio sector de Unidas Podemos, ha respondido totalmente cohesionado. Lo que no había conseguido Pablo Iglesias con varias llamadas públicas a que se apoyara a Montero, lo logró Vox en unos minutos con su ataque personal y su ristra de insultos.

EFE

Al Gobierno no le duelen prendas en admitir todas estas consecuencias, que le sirven en bandeja cerrar esta crisis, en la que se ha dejado mucho de su crédito por lo emblemático del texto como reivindicación de la libertad sexual de las mujeres y candado a su protección. E incluso se muestran asombrados de que la formación de ultraderecha continuara un día después por la misma senda.

El estallido de esta polémica, absolutamente inesperada pese a los reiterados avisos de que la rebaja de penas podría beneficiar a algunos delincuentes sexuales, se produjo además con Sánchez fuera de España, primero en Balí (Indonesia) en la cumbre del G-20 y después en Corea del Sur, en un momento en que la ocupación de Moncloa era transmitir el peso internacional del presidente, sus conversaciones con Joe Biden o su participación en reuniones con otros líderes.

Fue algo, reconocen, "no previsto", que distorsionó además un camino continuo de crecimiento, de mejora en el porcentaje de voto sostenido, según Moncloa. Todo iba bien hasta que se cruzó la crisis del 'sí es sí', un golpe al corazón del Gobierno de coalición, que indignó al propio votante progresista y levantó a los barones, al unísono, para reclamar una corrección urgente del texto. El bache lo dan ahora por superado y confían en seguir con su recuperación electoral, sobre todo porque la economía española aguanta pese a las embestidas de crisis internacional y la buena valoración de las medidas anticrisis del Ejecutivo.

La primera respuesta de Moncloa fue ganar tiempo, colocar la cuestión en el ámbito judicial y esperar que la Fiscalía y el Tribunal Supremo dieran instrucciones sobre cómo interpretar la ley, más allá de la inapelable doctrina de actuar en beneficio del reo cuando hay una rebaja de penas. Políticamente, se contuvo la ira de Igualdad hacia los jueces y se corrigió el mensaje inicial de algunas ministras de que se cambiaría la ley, en cuanto se tuvo conocimiento de una actuación rápida de la Fiscalía General, que lanzó un decreto interno apenas unos días después de estudiar los casos.

La crisis del sí es sí se encauzaba con los únicos instrumentos a mano, porque Pedro Sánchez no puede permitirse cargar contra Podemos, ya que supondría poner en riesgo la continuidad del Gobierno. Moncloa tiene esperanzas de que sentencias más dudas en aplicación de ley, al no diferenciar entre abuso y agresión, demuestren su eficacia para proteger mejor a la mujer y que eso haga olvidar el goteo de reducciones de condenas e incluso excarcelaciones.

En eso estaban hasta que Vox, de un manotazo, apartó todo este debate de la primera línea y con el alcance de sus ataques fortaleció a Irene Montero. Si la semana pasada, en su propio espacio, se dudaba de que pudiera liderar una candidatura electoral propia, al margen de Yolanda Díaz, este cuestionamiento ahora se ha disipado.

El apoyo de los ministros socialistas, que salieron en tromba a defenderla, incluido el jefe del Ejecutivo, cobra ahora todo el sentido. Y el Gobierno cierra la semana con la aprobación de sus terceros Presupuestos en el Congreso, el apoyo a la tramitación de la reforma del Código Penal para sustituir el delito de sedición por otro de desórdenes públicos agravados sin ningún ruido interno y el sí de la Cámara al impuesto de las grandes fortunas y a la banca y las energéticas. Este jueves la mandíbula del presidente estaba suelta, a falta sólo de conocer si ERC presenta una enmienda para modificar la malversación y si los socialistas lo avalan o no.