Inteligencia artificial

El 'arma secreta' digital del Gobierno para revolucionar la investigación

Una primera impresión de Atlas, una plataforma con inteligencia artificial diseñada para "cartografiar" la investigación y fomentar la colaboración entre proyectos

El 'arma secreta' digital del Gobierno para revolucionar la investigación.

El 'arma secreta' digital del Gobierno para revolucionar la investigación.

Alberto Muñoz González

Publicar un paper siempre fue como lanzar una gota de agua a un océano al que, solo en España, cada año llegan más de 100.000 artículos científicos nuevos. Esperar a que ese trabajo tenga trascendencia, conseguir que otros investigadores sepan de él y establecer nuevos proyectos de colaboración con otras universidades y disciplinas para innovar, era, y es, una tarea rudimentaria que limita su eficacia.

"Hasta ahora. Las nuevas tecnologías ya permiten 'cartografiar' el estado de la investigación en una institución, un país o incluso en el mundo entero para saber sobre qué se investiga más, sobre qué menos y quién lo está haciendo", explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, Eduard Alarcón, catedrático de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).

Uno de sus proyectos es, precisamente, uno de los ases bajo la manga que se está guardando el Gobierno para este final de la legislatura en el mundo de la ciencia. Su nombre es Atlas, una plataforma con inteligencia artificial que ya es funcional y que permitirá obtener un diagnóstico claro de lo que se está 'cocinando' en la comunidad científica en español a través de la catalogación y análisis de los millones de artículos publicados con los que se la alimente.

Todavía no tiene fecha de lanzamiento al público, reconocen a este periódico desde el departamento que coordina el PERTE de la Nueva Economía de la Lengua, pero será antes de las elecciones generales previstas para finales de 2023.

"Tenemos muchas esperanzas puestas en ello porque vemos su potencial para visibilizar la producción de ciencia en español y para ayudar a que las universidades, los gobiernos y las instituciones tomen mejores decisiones", explica a este periódico Cristina Gallach, comisionada del Gobierno para el PERTE.

Una herramienta que aseguran que será muy útil tanto para los investigadores, que sabrán de forma visual y sencilla qué se está haciendo dentro de sus propios campos de trabajo, como para las instituciones y los ciudadanos, ya que podrán identificar mejor a dónde se están destinando los recursos y qué áreas se podrían potenciar.

"Ver en la aplicación cómo se nutren las grandes disciplinas de la ciencia es muy interesante, pero una de las mejores funcionalidades que tiene Atlas es que permite detectar dónde colindan varias ramas de conocimiento. Es precisamente ahí donde surgen las nuevas oportunidades y donde germina la innovación", apunta Alarcón, que destaca que, de esta forma, se fomentará la colaboración entre centros de investigación de distintos campos y territorios. 

Conectar la ciencia en español

La plataforma, que fue presentada ante 22 ministros de Ciencia de países iberoamericanos en noviembre del año pasado, ofrece la posibilidad de crear mapas de conocimiento interactivos en varios niveles. Durante los próximos meses, dice uno de sus creadores, se optimizará Atlas, pero el verdadero reto será conseguir acceso a todos los artículos científicos publicados en español, pues algunos forman parte de plataformas de pago.

A día de hoy, Atlas ya ha demostrado que funciona perfectamente con 10.000 artículos de investigación científica publicados en la Universidad Politécnica de Cataluña durante los últimos diez años, pero la idea es extender su uso a todos los centros de investigación hispanohablantes, incluidos los que quieran sumarse de países latinoamericanos.

"El diagnóstico que teníamos hasta este momento del estado de la ciencia en español se basaba solo en estadísticas. Es como si vas al médico y te intenta decir qué te ocurre sólo dándote indicadores de unos análisis. Lo que consigue Atlas sería un equivalente a meterse dentro del cuerpo humano y analizar su funcionamiento", apunta Alarcón, que es el creador de un proyecto en el que trabaja junto a los expertos Soraya Hidalgo, Pere-Pau Vázquez, Lluís Padró y Jordi Cortadella. 

LAS IA YA SON CAPACES DE CREAR 'PAPERS'

La inteligencia artificial, en este caso, era la tecnología que se necesitaba que se desarrollase para poder crear herramientas como Atlas, pero, además de una ayuda para la investigación, también está planteando sus propios retos para la ciencia.

"La inteligencia artificial está hecha por humanos y también es utilizada por ellos. No hacen nada que no les digas que tienen que hacer, así que igual que van a aparecer aplicaciones que intenten descubrir patrones para la detección precoz del cáncer de mama también habrá otras que no tengan unos fines tan nobles", explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Francisco José Serón, catedrático del Área de Lenguajes y Sistemas de la Universidad de Zaragoza especializado desde hace ocho años en temas relacionados con la inteligencia artificial.

Recientemente, Meta, la antigua Facebook, tuvo que retirar una de sus últimas propuestas fallidas, Galactica, una plataforma de IA que pretendía servir como herramienta para la creación de documentos científicos.

Presentada a mediados de noviembre del año pasado tras ser entrenada con más de 48 millones de artículos, webs especializadas, libros de texto y simposios especializados que sirvieran como referencia, apenas duró un par de días en activo.

El motivo es que el sistema se estaba convirtiendo en una herramienta capaz de diseminar de forma masiva información falsa o, al menos, inexacta. Michael Black, del Instituto Max Planck de Sistemas Inteligentes de Alemania, fue uno de los investigadores que llegaron a probarla y escribió la siguiente reseña en su cuenta de Twitter: "Aplaudo la ambición del proyecto, pero esto no es una herramienta útil para la ciencia ni para la escritura científica. Es potencialmente distorsionadora y peligrosa".

"La inteligencia artificial va a ser capaz de escribir artículos científicos, sí, pero no nos volvamos locos. Para que un texto así pase el corte y sea validado en los foros donde tiene que serlo tiene que ser supervisado antes por un comité de expertos. Que haya gente que lo utilice para colgarlo en su blog o donde quiera es otra historia, pero existen filtros para llegar a la comunidad científica", apunta Serón.