El jueves, en el MNAC

La cumbre España-Francia en Barcelona pone a prueba la "agenda del reencuentro" de Sánchez

La Moncloa celebra que Aragonès asista a la cita y quita hierro a la movilización de ERC: "Lo que nos importa es la normalidad institucional con el Govern"

Pedro Sánchez y Emmanuell Macron.

Pedro Sánchez y Emmanuell Macron. / EFE

Juan Ruiz Sierra

El Gobierno ha tomado decisiones de resultado incierto durante los últimos tiempos. El propio Pedro Sánchez lo reconoce. “Arriesgadas”, suele decir el presidente cuando le preguntan por la derogación del delito de sedición y la rebaja de la malversación, iniciativas planteadas sobre todo por sus efectos sobre los dirigentes independentistas encausados por el referéndum de 2017, con las que podrían salir beneficiados. Dentro del mismo terreno, la apuesta por celebrar en Barcelona la cumbre entre España y Francia, que tendrá lugar el próximo jueves, supone también un gesto de componentes algo temerarios. Sánchez pondrá allí a prueba lo que él denomina la “agenda del reencuentro” con Catalunya. 

La cita es estrictamente bilateral, entre dos países, pero su importancia va mucho más allá. En un principio, el lugar elegido para acogerla iba a ser Málaga, pero en la Moncloa decidieron optar después por Barcelona. Aprobada la controvertida reforma penal, ante un 2023 marcado por la sucesión de elecciones (autonómicas y municipales el 28 de mayo; generales a finales de año, en una fecha aún por concretar), el Gobierno considera que este es un buen momento para plasmar que sus medidas para rebajar la tensión territorial están funcionando.

“Queremos poner en valor la importancia de que Barcelona será la protagonista del tratado de amistad y uno de los ejes del mayor proyecto energético del futuro. Habrá muchos acuerdos con todos los ministerios asistentes por razón de la materia”, explican en la Moncloa. 

Con Sánchez y Emmanuel Macron presentes junto a una decena de ministros de cada país, los asuntos a tratar serán numerosos. Un nuevo tratado de colaboración entre Francia y España, que llevará por nombre Acuerdo de Barcelona. El trascendental hidroducto que transportará hidrógeno verde entre la capital catalana y Marsella, una mastodóntica infraestructura que costará 2.500 millones de euros y se espera que comience a funcionar, si la UE da el visto bueno y lo financia, en 2030. Un nuevo marco de relaciones militares. El control de los pasos fronterizos en los Pirineos. O la celebración, en 2023, del ‘Año Picasso’, entre otros.

Cal y arena

Pero lo que ocurra más allá de la estricta cumbre, que se desarrollará en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), será igual de importante. Y aquí el Gobierno ha recibido una de cal y otra de arena. En la Moncloa celebran que Pere Aragonès haya aceptado la invitación a participar en ella, con un papel discreto. Pero al mismo tiempo encajan mal que mientras el ‘president’ de la Generalitat asiste a la cumbre, su partido, ERC, con Oriol Junqueras al frente, se manifieste en la calle, bajo el lema ‘Aquí no s’ha acabat res’, que se dirige frontalmente contra la principal tesis territorial de Sánchez. “El ‘procés’ se ha acabado”, repite a menudo el presidente.

“A ERC le sigue gustando mucho la política espectáculo”, señala una ministra. “Es la eterna dualidad en ese partido. Gobierna las instituciones pero se resiste a dejar la calle”, añade otra. Aun así, en la Moncloa intentan quitar hierro a la movilización independentista, subrayando que su foco estará en el contenido de la cumbre y en las relaciones con la Generalitat. “A nosotros lo que realmente nos importa es la normalidad institucional con el Govern. Lo otro es algo que tiene que gestionar ERC como partido”, explican los colaboradores del presidente del Gobierno. Otro ministro también rebaja el impacto que podría tener una movilización multitudinaria, de la que la derecha se valdría para sostener que Sánchez, en realidad, no ha apaciguado Catalunya, sino que ha envalentonado al independentismo con sus “cesiones” continuas. “Aquellos que dan tantas lecciones de constitucionalismo deberían saber que el derecho de manifestación está amparado por la Constitución”, recuerda. 

La respuesta al ‘president’

De momento, Aragonès ha enviado un documento a Sánchez con los 11 puntos que considera que este debe abordar en su reunión con Macron. Van de la oficialidad de la lengua catalana en las instituciones europeas a las mejoras en la colaboración sanitaria entre España y Francia, pasando por las infraestructuras. 

En la Moncloa no le otorgan especial importancia a este gesto. Desde luego, señalan en el entorno de Sánchez, no cambiarán el orden del día de la cumbre. “Aragonès va a tener exactamente el mismo trato que hemos dispensado a los presidentes autonómicos y alcaldes de las otras tres ciudades donde el año pasado celebramos cumbres bilaterales con otros países: Trujillo, A Coruña y Castellón –explican estas fuentes-. Los asuntos son entre los gobiernos de ambos países. Y se están negociando desde hace mucho tiempo. Este no es un encuentro improvisado”.

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