Urbanismo

El "efecto Guggenheim" y las claves del urbanismo sostenible en las ciudades españolas

Conceptos como "ciudad de los 15 minutos" o "ciudades inteligentes" están marcando la forma en que pensamos en las grandes urbes del futuro

El museo Guggenhein de Bilbao, que da nombre a un fenómeno urbanístico.

El museo Guggenhein de Bilbao, que da nombre a un fenómeno urbanístico. / Shutterstock

"Ciudad de los 15 minutos", "ciudades inteligentes" y otros conceptos asociados al urbanismo sostenible se abren paso con fuerza en el planeamiento urbano de las grandes poblaciones españolas, ante las demandas de una ciudadanía que reclama más vivienda y también más espacio público.

Valencia, Bilbao y Avilés consiguieron años atrás un "efecto Guggenheim" del que aún disfrutan. Otras ciudades fallaron en el intento de lograr similares transformaciones urbanísticas.

Hoy en día, todas las grandes poblaciones, con Madrid y Barcelona al frente, y cada una con sus propios problemas, planifican sus cambios urbanos con atención a los criterios de sostenibilidad.

Bilbao puso nombre a ese "efecto", estudiado ya a escala internacional como modelo de una profunda renovación urbanística lograda a partir de un proyecto arquitectónico excepcional que actúa también como motor de desarrollo económico.

En los 90, aún bajo los efectos de la crisis industrial de la década anterior, la capital vasca aprovechó unos terrenos de una fábrica abandonada a orillas de la ría para edificar un Museo Guggenheim que ha contribuido decisivamente a la regeneración urbana de Bilbao y a su conversión en una ciudad de cultura y servicios conocida en todo el mundo.

Tras 25 años de actividad, el vanguardista edificio de titanio, piedra y cristal diseñado por el arquitecto Frank Gehry ha sido visitado por casi 25 millones de personas, un 61 % turistas extranjeros, y ha tenido un impacto económico directo de más de 6.500 millones de euros.

Valencia logró una revolución urbanística semejante a la de Bilbao con la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, diseñada por Santiago Calatrava y que ha supuesto un antes y un después para el turismo, el ocio y la cultura no solo en la capital valenciana, sino en toda su área mediterránea de influencia, desde que hace ahora 25 años se inaugurara su primera gran atracción.

El enorme complejo de aspecto futurista ha favorecido la expansión urbana de Valencia hacia una zona -la desembocadura del antiguo cauce del Turia, reconvertido en la gran arteria verde de Valencia desde hace 30 años- que hasta entonces quedaba muy a desmano de todo y hoy, por contra, es una de las áreas más codiciadas, tanto para oficinas y comercios como para núcleos residenciales.

Avilés consiguió su propia transformación con el Centro Niemeyer (2011), levantado con los bocetos que el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer regaló al concejo asturiano en agradecimiento a la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1989.

El Centro Niemeyer convirtió la ría avilesina, castigada por las secuelas medioambientales de décadas de industrialización, en una isla de la innovación, donde los espacios degradados dieron paso a un lugar de excelencia de cultura y negocios.

Otras ciudades no lograron poner en pie megaproyectos de transformación urbanística, como ocurrió con la ciudad del juego Eurovegas en Alcorcón (Madrid) o, más recientemente, con la "Pequeña Dubái" en Salamanca, que resultó ser un proyecto fantasma.

Urbanismo más sostenible

En la actualidad, más que con proyectos arquitectónicos excepcionales que sirvan como revulsivo urbanístico, las ciudades desarrollan su planificación urbana con la referencia de la sostenibilidad como aspecto que se repite en todos los planes.

En los últimos tiempos la ciudadanía demanda más zonas verdes y de esparcimiento, tal vez como uno de los ecos del confinamiento durante la pandemia, y esas aspiraciones están muy presentes en las propuestas electorales este 28M.

Además, el calentamiento global obliga a diseñar edificios con eficiencia energética. Se aplican las nuevas tecnologías también en el urbanismo con el objetivo de lograr "ciudades inteligentes" y se insiste en conceptos como la "ciudad de los 15 minutos", en la que los ciudadanos dispongan de todos los servicios públicos esenciales a un cuarto de hora de distancia a pie o en bici.

Supermanzanas

Un ejemplo de este urbanismo sostenible se lleva a cabo en Barcelona, donde las elecciones del 28 de mayo serán un plebiscito sobre si seguirá adelante o no la transformación urbana de la ciudad con el programa de supermanzanas o superilles.

Los comunes apuestan por seguir con el programa, mientras que el resto de fuerzas políticas alertan de los problemas que genera, sobre todo ahora que el proyecto se acerca a la zona histórica del Eixample, y exigen pararlo y revisarlo o, directamente, ponerle fin y revertir las obras realizadas hasta ahora.

Las supermanzanas son una forma de organizar el tejido urbano que resta espacio al automóvil y se lo da al peatón en su interior, lo que contribuye a desarrollar una ciudad más sostenible, aunque, por contra, los detractores de la medida subrayan que las superilles repercuten negativamente en el tráfico.

Chamartín

En la Comunidad de Madrid, después de un bloqueo de casi tres décadas, han arrancado las primeras obras de las infraestructuras Madrid Nuevo Norte, la antigua Operación Chamartín, que contempla la construcción de 10.500 viviendas y transformará el entorno de la estación ferroviaria.

En el horizonte aparecen otros grandes proyectos de transformación urbana en diversas ciudades, como Málaga, que aguarda a despejar la incógnita -el 21 de junio- de si organiza la Exposición Internacional de 2027, un evento que transformaría la ciudad con una inversión de al menos 1.800 millones de euros y que se quiere impulsar con el lema "La era urbana: hacia la ciudad sostenible".

Megaproyectos industriales

Además de todos estos proyectos urbanísticos tractores, las ciudades y comunidades españolas tienen en cartera destacadas actuaciones de urbanismo industrial, con megaproyectos dirigidos a diversos sectores económicos.

Son los casos de la planta de celdas de baterías planeada por Volkswagen en el municipio valenciano de Sagunto y, también en el sector automovilístico, la gigafactoría de baterías de iones proyectada para 2025 en Navalmoral de la Mata (Cáceres), que se alimentará con un 100 % de energía verde suministrada por fuentes locales.

Extremadura concentra otros proyectos industriales futuros sobresalientes también vinculados con ese tipo de energía, como una fábrica de diamantes sintéticos, la primera de Europa, en la localidad cacereña de Trujillo; una factoría de supercondensadores de almacenamiento energético en la plataforma logística de Badajoz; y una planta de producción de hidrógeno verde en Mérida.

Inversiones de menor cuantía aunque también para destacadas iniciativas están planeadas en La Rioja, que acogerá el Centro Nacional de Tecnologías del Envase y el Centro de Inteligencia de la Nueva Economía de la Lengua.