28-M

Sin bastón de alcalde por no poder votarse a sí mismo

El candidato más longevo de Zamora, Enrique Prieto, de 93 años, se quedó a un solo voto de la victoria en Moreruela de los Infanzones por estar censado en Madrid

Enrique Prieto

Enrique Prieto / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Alejandro Bermúdez

"¿Cómo iba yo a imaginar que la cosa iba a depender de un solo voto?". Es la reflexión de Enrique Prieto Nieto, el candidato a alcalde más veterano de la provincia de Zamora (93 años) se quedó a las puertas de conseguir una mayoría simple en las elecciones municipales de Moreruela de los Infanzones. Su candidatura –del partido Zamora Sí– consiguió 96 votos, y la del PP, 97.

Todavía tiene alguna posibilidad de convertirse en uno de los alcaldes más longevos de España mediante un pacto, pues el Partido Socialista, con 54 votos, tiene el séptimo concejal de la Corporación y la llave de la mayoría absoluta, el edil del desempate entre los tres del PP y los tres de Zamora Sí.

Pero a Enrique Prieto le hubiera gustado ser el candidato más votado por sus vecinos. Le faltó una sola papeleta: la suya propia. El nonagenario, que concurría a unas elecciones por primera vez en su vida, está censado en su otra casa, en Madrid. En las anteriores municipales sí votaba en su pueblo zamorano, pero su asesor fiscal le recomendó cambiar su residencia oficial a la capital de España para aprovecharse de las ventajas fiscales de la Comunidad de Madrid. "Me ahorraba más de 10.000 euros al año", explica.

A pesar de no poder votar en Moreruela, Enrique Prieto pasó todo el domingo en el pabellón multiusos, a sus 93 años, ante la única mesa electoral del pueblo, vestido con un elegante traje de tres piezas y saludando a todos los vecinos que se acercaban a ejercer su derecho al sufragio.

"Si llego a saber que la cosa iba a depender de mi propio voto, me vuelvo a empadronar en Moreruela, aunque me cueste dinero", lamenta. Enrique Prieto construyó su fortuna económica en Madrid, pero su corazón está en el pueblo zamorano en el que nació y del que salió sin prácticamente nada.

El "sueño americano" hecho realidad en España

Desde los 14 años, cuando terminó la educación básica, se dedicó a la labranza junto a su padre, arando con dos vacas. Hasta que tenía 31 años y sus dos progenitores habían fallecido. Se quedó solo y sus hermanos, que habían emigrado a Madrid, le animaron a dar el paso, así que vendió las vacas, algunas tierras, y se plantó en la capital con 225.000 pesetas, una cantidad nada desdeñable para la época, pero que a él le sirvió para poner los cimientos de un gran imperio empresarial.

Eran los años 60, en plena época del desarrollismo. Madrid crecía imparable y se necesitaba vivienda nueva, incluso el Estado concedía facilidades como 30.000 pesetas a fondo perdido por casa, oportunidades que este emigrante zamorano supo aprovechar para construir su primer edificio con 12 viviendas que vendió al precio de 200.000 pesetas cada una.

Reinvertir las ganancias y trabajar sin descanso mañana y tarde permitieron a este humilde labrador de Zamora convertirse, con el tiempo, en un magnate de la construcción en la capital de España. Eso unido a su don de gentes y a que "nunca pedí dinero prestado a un banco, y no se lo recomiendo a nadie", asegura el propio Enrique Prieto Nieto.

Con esa fórmula llegó a construir docenas de bloques de viviendas en toda la Comunidad de Madrid, además de chalés, fábricas, naves industriales o un aparcamiento con cien plazas de garaje. También pudo adquirir multitud de propiedades en la capital, algunas de ellas en las zonas más cotizadas como el Paseo de la Castellana, donde hoy el constructor tiene su despacho, con vistas al Santiago Bernabéu.

A pesar de su innegable éxito económico y empresarial, y de haber visitado 36 países con su esposa e hijos, Enrique Prieto Nieto nunca se olvidó de Moreruela de los Infanzones y fue un buen embajador de su pueblo y de su provincia en los círculos empresariales de la capital de España, por eso llegaron a nombrarle vicepresidente de la Casa de Zamora en Madrid.

Además, cuando tuvo dinero suficiente regaló a su pueblo dos elementos que hoy forman parte del patrimonio de Moreruela. En 1990 costeó una nueva campana para la iglesia de San Pedro que sustituyó a la que él tocaba cuando era monaguillo, y que ya no sonaba como es debido. En 2002, junto a su esposa María del Carmen Catalán, donó una imponente estatua de un labrador que se colocó en una plaza del pueblo, hasta hoy el rincón más fotografiado del municipio.

Por cosas como estas los partidarios de Enrique Prieto Nieto aseguran que "se merecía mucho más que 96 votos". El empresario también ha sido y es empleador de muchas personas que descienden de Moreruela de los Infanzones.

Aún tiene en marcha un último proyecto para su pueblo, independiente de su aventura en la política local: la construcción de un museo de fotografía y de aperos de labranza que piensa levantar, con mano de obra local, en una parcela detrás de su propia casa, cerca del monumento al agricultor y al pastor que él mismo donó.

Y es que una de las principales preocupaciones del magnate en esta etapa de su vida es poner a Moreruela de los Infanzones en el mapa y atraer turismo a la localidad, precisamente una de las razones que le llevaron a presentarse a las elecciones municipales.

El recuento de la noche electoral le ha dejado algo frío y ahora prefiere tomarse las negociaciones "con calma". No descarta ni conseguir el apoyo del PSOE ni formar una gran coalición con el PP, pero por ahora no quiere sentarse a negociar: "queda tiempo hasta el día 17 de junio", ha declarado a este diario.

Eso sí, si no se forma ningún pacto el bastón de mando será para la alcaldable del Partido Popular, Begoña Manzano, que encabezaba la lista más votada.

Y todo por un solo voto, el del propio Enrique Prieto.

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