Elecciones 28M

Nervios, tensión y el hallazgo de una caja con 580 papeletas: así fue el recuento del voto extranjero que confirmó la victoria del PSOE en Asturias

Los populares, a 782 sufragios de arrebatar un escaño al PSOE | Canga proclama "un cambio de ciclo" y Llamedo critica su "soberbia"

Así fue el recuento del voto extranjero que confirmó la victoria del PSOE en Asturias.

Así fue el recuento del voto extranjero que confirmó la victoria del PSOE en Asturias. / I. I.

Marcos Palicio

Más de doce horas después de iniciado el escrutinio del voto de los emigrantes, el PSOE mantiene su victoria y la mayoría que le puede otorgar la Presidencia del Principado de Asturias y el PP se queda con una victoria insuficiente entre los expatriados del Oriente que reduce la distancia del último escaño en disputa y lo deja a 782 votos de los populares. Todos quedan contentos, o más o menos, o al menos de puertas afuera, después de un larguísimo y por momentos accidentado recuento del sufragio del exterior que el PSOE vuelve a ganar en la cuenta global de los votos emitidos por los emigrantes –con trescientos más que el PP, 2.431 a 2.131–, y que eleva a definitivo su triunfo en las elecciones, dentro y fuera de Asturias. El reparto de escaños queda tal y como se dibujó en la noche del domingo, también la mayoría absoluta de la izquierda –sumando el PSOE con IU y Podemos–, pero deja al PP pensando, anoche lo dijo su candidato, Diego Canga, que "hay un cambio de ciclo político en Asturias".

El resultado final es el esperado. En los partidos implicados nadie dudó que el reparto de escaños quedaría intacto a partir del momento en que se supo que la participación de los emigrantes apenas alcanzaba el seis por ciento del censo y que en el oriente –el hogar del último escaño en disputa, que partía con 890 votos a favor del PSOE– habían votado sólo 1.475 electores. Con esos precedentes, el desenlace gana para el PP el consuelo de haberse impuesto en el marcador parcial del voto emigrante en el Oriente: por 539 votos a 431 que dejan el último escaño a esos 782. Los populares se quedaron además a tres votos entre los emigrantes del Occidente –450 a 447 a favor del PSOE–, pero la victoria socialista en el centro –1.550 a 1.145– decantó a su favor el recuento final. El PP venía de quedar cuarto en el voto emigrante de 2019 y tercero en el de 2015, así que la conciencia de la imposibilidad de su victoria total le deja conformarse con este regusto dulce de un pequeño triunfo parcial.

La participación de los emigrantes duplicó la de hace cuatro años, pero no llega a la mitad de los 15.000 votos emitidos en 2011, en la última cita electoral sin la obligación del "voto rogado", un trámite que acaba de ser eliminado y que hizo más fácil el sufragio de los asturianos expatriados. El ascenso de la movilización no dio para vuelco –el trasvase de un escaño del PSOE al PP habría provocado un empate a 18 escaños y habría cambiado la prevalencia de la izquierda en la Junta por la de la derecha– y desata la euforia, ahora sí definitiva, en las filas socialistas.

Dio fe el abrazo en el que Gimena Llamedo, secretaria de Organización y cabeza de lista por el oriente, se fundió con Esther Freile cuando al fin el larguísimo recuento fue definitivo. Freile, número tres de la lista del Oriente, habría perdido el escaño en el caso de un hipotético vuelco que no se produjo, y Llamedo salió de la Audiencia Provincial de Oviedo agradeciendo el apoyo que determina su victoria "en las tres circunscripciones y el voto exterior, con 5.000 votos y casi dos puntos más" que en 2019, y pasando facturas al PP. "Lo que se ha visto no es el ‘efecto Canga’", subrayó, "sino el ‘efecto Adrián’". Retrocedió hasta 2007 para buscar un resultado peor que el del PP actual y criticó con dureza "la arrogancia y la soberbia" del candidato popular. "Es la hora de reconocer que han perdido las elecciones por 20.000 votos y victoria del PSOE". Recordó además cómo "el PP tuvo que salir a pinchar el globo de Diego Canga generando expectativas" sobre una hipotética victoria y acabó asegurando que sus rivales "van a tener que gestionar la frustración de estos datos que demuestran con contundencia que el PSOE, en un contexto nacional complicado, ha vuelto a ganar las elecciones".

Llamedo y Canga siguieron in situ buena parte de un larguísimo recuento que terminó con el aspirante del PP telefoneando a Adrián Barbón para felicitarle, ahora sí, por su victoria. Tras congratularse por su "buena intuición" respecto al voto emigrante y por el incremento de 80.000 votos del PP, proclamó que "hay un cambio de ciclo político en Asturias. Hasta hace poco había un rodillo socialista en el poder municipal, autonómico y estatal que va a verse muy debilitado", añadió. En el capítulo de los consejos, afirmó que "el PSOE asturiano tiene que cambiar el chip en la forma en que ha tratado a la oposición" y que "cuanto antes entiendan sus dirigentes que han cambiado las tornas, mejor será para el Principado". "No sé cuántas veces tengo que repetir que me voy a quedar en Asturias", dijo. Y sin hacerse ilusiones sobre un posible fracaso de las negociaciones entre la izquierda, aludió a "los problemas internos gordos" que percibe en el PSOE y con IU.

Todo esto que terminó así, en celebraciones y acusaciones cruzadas, había comenzado doce largas horas antes. Pasadas las nueve de la mañana, un operativo de treinta funcionarios empezó el proceso de validación de los votos recibidos desde el extranjero. La expectación de la hipótesis del vuelco de mayorías atrajo desde muy pronto a Canga, que al cuarto de hora del inicio del recuento se decía sereno, sabiendo que la remontada era "difícil". Bajo su mirada y la del secretario general del PP asturiano, Álvaro Queipo; a la vista también de Gimena Llamedo y, entre otros, de la diputada socialista Noelia Macías, el dispositivo echó a andar en formato cadena de montaje. Todo a partir de los rítmicos golpes de brazo de un operario que abría los sobres por un costado accionando una guillotina de papel. La tarea siguiente, simultánea en varias mesas habilitadas en la sala con cinco o seis trabajadores sentados en cada una, consistió en ir clasificando los sufragios y los certificados censales de cada votante para, una vez distribuidos por circunscripciones, ir introduciéndolos en las urnas, separados ya los del Centro, el Occidente y el Oriente. Trabajaban por grupos, en mesas separadas, y en cada una, pegada, una tabla con la distribución de los concejos por circunscripciones ayudaba a adjudicar cada voto a su demarcación.

Cinco horas validando

las calculadoras empezaron a trabajar a pleno rendimiento

Tras una pausa para el almuerzo, pasadas las cuatro y media de la tarde, el equipo del escrutinio abrió las urnas y empezó a sacar papeletas y a contar votos con una previsión de duración optimista que se truncó pronto, cuando alguien reparó en una caja con 580 votos que no habían sido introducidos en las urnas por la mañana. Para entonces, ya se habían empezado a sacar y a contar los votos, en concreto todos los de la circunscripción central, y esta obligación sobrevenida de volver a validar e introducir en las urnas más de medio millar de papeletas retrasó un par de horas y, sobre todo, agitó mucho un recuento hasta entonces plácido.

Lo interesante de la sesión estaba en el Oriente, pero por ley el recuento de las papeletas de esa zona, y con ellas el suspense, quedaron para el final del proceso. Por imperativo legal, la cuenta hubo de hacerse por orden alfabético, es decir, primero el Centro, luego el Occidente y, ya al final, el Oriente. Distribuidas en tres mesas, cada una con una urna y diez funcionarios alrededor, fueron saliendo las papeletas de los sobres y poco a poco pasando en montones, ya ordenadas por partidos, a otra mesa lateral en la que tres operarios contaban y ataban los votos de cada candidatura con gomas, en grupos de cincuenta en cincuenta.

Entre las mesas paseaban, no sin cierta inquietud pese a todo, Gimena Llamedo y Noelia Macías, Álvaro Queipo y Diego Canga, un candidato emigrante que se confesaba debutante en un recuento emigrante.

Los magistrados de la Junta Electoral habían aleccionado a los funcionarios sobre los pormenores del recuento. Entre las papeletas habituales de las elecciones autonómicas, de color sepia, se encontrarían con algunas blancas: son válidas, corresponden a las que por primera vez en esta cita electoral los votantes pudieron descargarse online.

Así iba transcurriendo la intensa jornada, con lentitud, pero con normalidad, hasta que, a eso de las cinco y media, cuando estaba a punto de finalizar el recuento del Centro, se detectó de pronto la presencia de una caja en la que nadie había reparado. Contenía votos "dudosos", de aquellos en los que los funcionarios habían encontrado por la mañana algún indicio de anomalía y que habían apartado para que fueran verificados por los miembros de la Junta Electoral. La caja se les pasó, el error se atribuyó al revuelo que había en la sala y la Junta decidió resolverlo expulsando de ella a los representantes de los medios de comunicación y al público. No fue la única incidencia que hubo que subsanar. De pronto, también generaron dudas algunos sobres blancos junto a los de color sepia habituales en las elecciones autonómicas. Llevó otro rato comprobar y verificar que el Principado –BOPA del 27 de abril– había incluido los sobres blancos entre el material válido para estos comicios.

Suscríbete para seguir leyendo