Inversión en defensa

La Armada quiere multiplicar su flota con nuevos portaviones, submarinos y fragatas

Cambio en el concepto de la defensa de España: la cúpula naval aspira a conseguir una flota expedicionaria, con capacidad de operar y hacer desembarcos en aguas lejanas

Felipe VI presencia el paso del Juan Carlos I en unos ejercicios navales

Felipe VI presencia el paso del Juan Carlos I en unos ejercicios navales / Marco Romero MDE

Juan José Fernández

Juan José Fernández

Madrid

En plena expansión de la inversión en defensa que la OTAN exige a España, el objetivo a medio plazo de la Armada es poder contar con una flota expedicionaria, capaz de proyectar fuerza sobre tierra aquí o en mares lejanos, y con suficiente autonomía logística. La Armada aspira a subir de categoría entre las marinas de guerra de la OTAN, y eso pasa de aquí a 2037 por un considerable aumento de unidades: 46 barcos más.

Hay una previsión de óptimos en la Armada por la que dentro de doce años dispondría de una flota mucho mayor que la actual, multiplicada hasta por tres en algunos segmentos, con tres portaeronaves de asalto anfibio (en lugar del único que hay hoy, el Juan Carlos I, buque insignia), seis submarinos de la clase S80 (dos más de los cuatro planificados actualmente), tres buques nodriza, seis barcos de medidas contra minas, una escuadra completa hidrográfica, dos fragatas F110 más de las contratadas y un petrolero, entre otras incorporaciones.

Este escenario no es un plan cerrado, en este momento es “más bien una aspiración”, matiza una de las fuentes consultadas -no portavoces oficiales- entre altos jefes de la Armada.

Parte de esa posible conversión en una de las principales fuerzas navales no nucleares del mundo está en la Visión 2050, cuya parte no clasificada presentó la Armada el pasado 4 de diciembre en Madrid. Implica un cambio de concepto de la defensa en España. Hoy la Armada está principalmente orientada a la vigilancia y defensa del mar territorial y la denegación de esas aguas a un atacante, además de participación en misiones internacionales como Atalanta (en el Índico) o las de los grupos SNMG de la OTAN (Mediterráneo o mar del Norte). A lo largo de los próximos años se irá transformando en lo que los almirantes llaman “armada de proyección”. O sea, una fuerza naval expedicionaria.

Día de las Fuerzas Armadas de 2023. Demostración naval en Motril (Granada) con los tres principales buques de la Armada: el Juan Carlo I, el Galicia y el Castilla

Día de las Fuerzas Armadas de 2023. Demostración naval en Motril (Granada) con los tres principales buques de la Armada: el Juan Carlo I, el Galicia y el Castilla / Iñaki Gómez MDE

Hoy en Occidente solo tienen capacidad expedicionaria las marinas de Estados Unidos, Reino Unido, Italia y Francia. En ese estadio, Defensa tendrá que aumentar la Infantería de Marina, renovar y aumentar la escuadrilla de cazas e impulsar una cadena de suministro de misiles.

Buques principales

La Armada ya ha explicado esta aspiración en foros navales, como el Exponaval de Chile, celebrado en Valparaíso en diciembre.

El grueso de esas incorporaciones incluye dos submarinos de la clase S80, a sumar a los cuatro ya encargados, de los que ya está operativo el S81 Isaac Peral, y próximo a entregarse el S82 Narcís Monturiol, que se construye en los astilleros de Cartagena. Los dos adicionales, además de los S83 y S84 futuros, se construirían en el periodo 2028 – 2031.

También en el grueso de esta proyección están los portaeronaves de asalto anfibio. Además del Juan Carlos I, otros dos que empezarían a construirse en 2028 para su entrega completa nueve años después.

La tercera gran arma es la fragata F110. Además de las cinco ya encargadas, se sumarían a la flota otras dos, entre los buques más modernos del mundo, con capacidad mejorada de guerra antiaérea. La construcción, en el arco 2032-2037.

El submarino S81 Isaac Peral, en aguas de Cartagena.

El submarino S81 Isaac Peral, en aguas de Cartagena. / Navantia

Entran también en esta aspiración seis barcos cazaminas para su encargo a finales de 2033. Y, con un incremento de este volumen para una Armada expedicionaria, los almirantes piensan en un petrolero de flota, cuya construcción podría comenzar en 2031 y finalizar en 2036.

Otras incorporaciones

Este plan de máximos incluye además la construcción de dos buques auxiliares (entrega en 2027) y ocho patrulleros costeros, para encargar en 2027 y recibir en 2030.

En el capítulo de las entregas más próximas previstas -licitaciones que ya están en marcha- están las de un buque de aprovisionamiento en combate (2027), dos buques de acción marítima (2028) y la ya iniciada renovación de la flota hidrográfica con dos barcos costeros al que se sumaría uno oceánico, con final en 2029.

Para entonces estaría en construcción un buque de acción marítima para la adquisición de inteligencia, que se quiere operativo en 2031, y seis del modelo EPC (European Patrol Corvette).

Figura en esa aspiración de la Armada comenzar en 2028 a contar con siete barcos conectores buque-costa en 2037, y, un año antes, tres buques nodriza para relevos de personal, alimentos y otros medios a las escuadras desplegadas.

Infantes de marina en Gijón, durante una demostración por el Día de las Fuerzas Armadas de 2024

Infantes de marina en Gijón, durante una demostración por el Día de las Fuerzas Armadas de 2024 / Armada

Todo esto, además de los planes de modernización ya en marcha para la actual flota de fragatas F100, las Juan De Borgón, Blas de Lezo, Álvaro de Bazán y Méndez Núñez -turnándose hasta 2035- para los barcos cazaminas y los buques de asalto anfibio L51 Galicia y L52 Castilla, los otros gigantes de la flota.

La previsión de la Armada incluye la construcción de un barco militar de investigación científica que sustituiría al actual Hespérides en 2030.

Esperando al innombrable

Hay en este futuro una decisión aún irresuelta sobre qué avión de ala fija montar en los portaeronaves LHD previstos, además de los helicópteros.

Se trata de buques enormes, pero con espacio tasado para el aterrizaje y el despegue. O sea, han de llevar aviones con capacidad VSTOL, el despegue y aterrizaje cortos o en vertical.

La experiencia de la Armada con los cazas Harrier ha sido buena, pero son ya abuelos operativos. Se necesita -“y con urgencia”, comparten el comentario dos de las voces mencionadas- una docena de aviones.

Un Harrier AV8B aterriza en el portaeronaves Juan Carlos I

Un Harrier AV8B aterriza en el portaeronaves Juan Carlos I / EMAD

Para la sustitución de los Harrier pocas opciones hay más que el caza americano de última generación F-35. En las Fuerzas Armadas es un viejo objeto de deseo, pero con un estigma político considerable: lo fabrica Lokheed Martin, firma que no da apenas empleo en España. Y línea roja de la política de Defensa es que toda inversión en armamento no suponga un chorro de dinero al exterior, sino que redunde lo máximo posible en empleo y conocimiento en este país. Por esto al F35 lo llaman los marinos “el innombrable”.

Esfuerzo económico

Los astilleros públicos de Navantia serán los receptores de la mayoría de estos encargos. Podrían multiplicarse por dos los empleos (24.463 en 2023) sumando directos, indirectos e inducidos, que genera la construcción naval.

No es sencilla la cuantificación en millones de euros del coste de este crecimiento, si bien estima una de esas fuentes unos 20.000 millones de euros en 20 años.

A falta de cifras cerradas, sirven como dato orientativo los costes de unidades navales modernas de España. El portaviones de asalto anfibio Juan Carlos I costó 400 millones. Todo el programa de submarinos S80, 6.000 millones. Una fragata F100, 600 millones.

Pero no sirve considerar solo el coste de adquisición. En unidades navales hay que prever también el coste de su ciclo de vida, o sea, el mantenimiento de construcciones tan complejas. En un buque de superficie, es un 120% del coste de adquisición. En submarinos puede llegar al 200%. Este coste, que confirma una de las fuentes, es el de 40 años de funcionamiento. En cuatro décadas, el actual programa de cinco fragatas F110, cuya botadura supone 4.500 millones de inversión, supondrá 6.000 millones para sostenerlas mientras estén sirviendo.

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