Todos los domingos la mesa de Bienvenida se llena de marineros y pescadores que van a disfrutar de las mejores sardinas del puerto.

Una gran mesa sin mantel, con olor a pescado, una mesa en la que se permite escribir, como un gran libro abierto…

Del mar a la mesa, de la mesa al mar…la vida pasa en un ciclo contínuo, como el pez que se muerde la cola.