Bebiendo de fuentes como la Cumbia, el Merengue, el Dub y los ritmos africanos y caribeños, Candeleros se entregan a un exorcismo sonoro en el que la mixtura es el medio (nunca el objetivo) para alcanzar estados alterados de conciencia.

Percusiones venidas del más allá, ecos andinos, ambientes cinemáticos y melodías extraídas de un viejo episodio deThe Twilight Zone. Su música es un agujero posmoderno en el tuétano del tropicalismo.

Entre su lista de colaboradores destacan nombres de la talla de Dodosound (Iseo&Dodosound), Faauna y Carlos Tález, una cuadrilla de imagineros de lo psych en clave tómbola de feria que ilustra perfectamente la falta de prejuicios de esta formación de sangre caliente y cabeza volátil.

Echar una candela se conoce popularmente como el encuentro improvisado alrededor de tabaco, fuego y música. La candela también mide las unidades de luz y su intensidad. La candela y el fuego son empleados como metáforas de pasión, calor y amor. Sonidos afrocaribeños como identidad, folclor y modernidad en un solo recital. La propuesta de Candeleros está llena de matices y eclecticismos. Con una base de sonidos afrocaribeños, el grupo ofrece una suerte de ritual psicodélico con tambores, guitarra y percusión.