Gabriel tiene 10 años y vive en un cómodo vecindario de expatriados en Burundi, su “pequeño país”. Gabriel es un niño normal, feliz y despreocupado, que vive aventuras cotidianas con sus amigos y su hermana pequeña. De repente, en 1993, las tensiones en el país vecino, Ruanda, estallaron, poniendo en peligro tanto a su familia como a su inocencia.