Una exposición que expresa un renacimiento, una nueva y contundente forma de ver la realidad. El artista no puede sustraerse a los hechos por los que estamos pasando y si el mundo se para, su pintura refleja ese paréntesis vital por medio del cambio que sufren las luces, la técnica o los colores, tocados por una inesperada fuerza surgida tras un profundo silencio.

La nueva obra de J.C. Peña, hay que contemplarla desde la perspectiva de una nueva e insólita situación generada por el confinamiento al que se ha visto sometida nuestra sociedad. Si su creatividad ya apuntaba a una progresiva pérdida de las formas, ahora nos sorprende con un renacimiento que culmina en su paulatina desaparición.

Tras el silencio, eclosiona la luz arrasando con cualquier rastro de forma y el color se independiza mediante sensaciones evanescentes, sugerencias, abstracción cromática. No es un color limpio, es un color cargado de sensaciones, que no quiere dejar referencias, sino luz, luz que renace como rescoldo de una falta de aire y de contacto con estrictamente visual. El color y la luz se adueñan de los lienzos, pero sin duda son sus paisajes, o lo que queda de ellos, lo más sorprendente de esta exposición. Las tonalidades azules pueden ser luminosas en una nube sombría y sombrías en la luz de un amanecer. Es la introspección del autor que le libera de ocultas cadenas para recuperar la luz en medio del caos y finalmente reducir la obra a la inesperada, pero lógica abstracción.

J.C. Peña, en esta nueva etapa utiliza una técnica mixta que sin renunciar a nada, rehúye cada vez más el toque de la espátula y se aferra al óleo y al esmalte para lograr la disolución de la forma y convertir al color en el protagonista del renacimiento pictórico que aquí presenciamos.

El pintor nos lleva a la dualidad que lleva dentro, sin saberlo, dominado por esa horizontal sugerida, hermana de las líneas de las que huye. Toda su obra conserva esa dualidad que se hace más notoria, en los tonos tórridos y finalmente en su obra abstracta. La etérea realidad que se vuelve tozuda y marca las líneas ocultas de la confusión.