Nacionalidad: Española. Producción: Telecinco Cinema-Roxbury Pictures. 2010. Director: Eugenio Mira. Guión: Antonio Trashorras. Fotografía: Unax Mendía. Música: Eugenio Mira. Intérpretes: Bárbara Goenaga, Eduardo Noriega, Felix Gómez, Martina Gedeck, Sergi Mateu, Jack Taylor, Luis Zahera, Miranda Makaroff. 110 minutos.

Podría enmarcarse en el cuento gótico, pero es también un drama romántico y con un toque de misterio con notables influencias del Hitchcock de "Rebeca" y "De entre los muertos".

Supone, además, un considerable paso adelante del director alicantino Eugenio Mira, autor también de la banda sonora, respecto a su primer largometraje, el casi invisible "The birthday", que demuestra cualidades innegables para abrirse camino en nuestra industria. Aunque "Agnosia" no es un producto perfecto y le falta un toque de madurez para alcanzar sus ambiciosos objetivos, es una apuesta personal, arriesgada y en ocasiones fascinante.

El cuidado en la ambientación, una Cataluña de finales del siglo XIX recreada con esmero, es exquisito y hay momentos de un lirismo que no pueden pasarse por alto.

El guión de Antonio Trashorras era un reto a la vez complicado y sugestivo para el realizador, que veía en él una oportunidad para demostrar sus virtudes a la hora de recrear un entorno de época y encajar en él unos seres marcados por el amor pero también por la enfermedad.

Precisamente el título de la cinta alude a una dolencia extraña y grave, una incapacidad de la mente para dar respuesta a los estímulos que recibe, hasta el extremo que no logra identificar ni a las personas ni a los objetos.

Joana, hija de un rico industrial de la Barcelona del XIX, es víctima de la misma y esa circunstancia permite que guarde un secreto profesional de su padre, relacionado con la mira telescópica de los rifles, que anhela la competencia. Por eso será objeto de un elaborado complot.

Con aires de intriga, pero sin dejar nunca de lado ese romanticismo que impregna los fotogramas, se va conformando un triángulo amoroso con componentes insólitos. A pesar de su mal, Joana está comprometida con Carles, un empleado que es la mano derecha de su padre, que no parece expresar con demasiado entusiasmo sus sentimientos amorosos.

De ahí que cuando el antiguo empleado de la mansión familiar, Vicent, lleve a cabo su astuta y tierna maniobra para conseguir que Joana le facilite el secreto que guarda con tanto celo, la bella pero enferma muchacha, que lo confunde con su novio, caiga rendida en sus brazos.

Un sentimiento que, por supuesto, compartirá el intruso, de ideas anarquistas, a pesar de que actúa por intereses creados. La solución que, finalmente, se da a la historia no es todo lo eficiente que sería de desear, pero para eso está el recurso del cuento, aunque sea gótico.