Lo de Patricia López Arnaiz (Vitoria, 1981) es algo que a veces ocurre. Dicen que puede que estar en el momento adecuado y en el lugar correcto te lleven a conseguir algún sueño, pero lo cierto es que son el trabajo duro y la perseverancia los que consiguen que, al final, roces un poquito el cielo.

En el cielo de López Arnaiz ahora sobrevuelan galardones. La actriz vasca, que ha pasado por grandes producciones como 'El guardián invisible' y sus secuelas y que ha sido más que alabada por su papel en la serie de TVE 'La otra mirada', ahora se mete de lleno en un papel protagonista en el filme 'Ane', de David P. Sañudo y donde interpreta a Lide, una madre imperfecta y coraje que en mitad del final del conflicto vasco y con la 'Y vasca' de por medio, tendrá que emprender la búsqueda de su hija adolescente desaparecida.

La película, grabada en euskera, ya ha sido definida como la gran revelación del cine español de este año, y ella, López Arnaiz, aglutinó aplausos por doquier en el Festival de Cine de San Sebastián, donde se estrenó la cinta y donde la crítica comenzó a allanar un camino que, según los rumores de los más entendidos, va directo a la nominación al Goya.

De momento, López Arnaiz tendrá que ver si se hace con el Forqué por la mejor interpretación femenina, y donde tendrá que medir papeles con Andrea Fandos por 'Las niñas', Candela Peña por 'La boda de Rosa' y Kiti Mánver por 'El inconveniente'.

- Cuando se estrenó 'Ane' en Donosti, ¿cómo recibiste las buenas críticas?

-Fue una alegría súper grande. Es el momento que estás esperando, de que el público vea la peli y no sabes que pasará... Yo no había visto la película pero estaba muy contenta con el rodaje. Fue muy bonito. Estábamos muy felices de poder estrenar allí, era un primer buen 'feedback', y luego fue una bomba, muy emocionante, lo vivimos en equipo. Que el personaje de Lide llegara a la gente, que se emocionaran, que lo comprendieran... fue todo un sorpresón.

- Después de tantos años en el mundo del cine, ¿nunca dejas de sorprenderte?

- En el fondo creo que me queda mucho por sorprenderme. La realidad es que llevo mucho tiempo pero eran gotitas enanas, personajes de una frase... realmente en lo que es currar, en meterte en el trabajo a tope, llevo tres años. Me queda mucho por descubrir y sigo descubriendo. Me he encontrado con gente que lleva muchos años apasionadísima y otra muy desencantada.

- Y tú, ¿te has desencantado alguna vez?

- Ha habido momentos en los que el día antes de ir a rodar piensas: ¿Por qué hago esto?. Sobre todo al principio, cuando todavía no había hecho ningún personaje con chicha, cuando no estaba muy familiarizada con el medio y tenía mucha inseguridad.

Cuando tienes que ir a un rodaje para decir una frase dices: ¡Dios, en qué momento! Pero luego siempre vas y nunca es tan grave. Esto es lo más difícil del oficio, las pequeñas partes, incluso puede llegar a ser desagradable. En el mundo del espectáculo hay momentos muy incómodos.

- Cuando te ofrecieron el papel, ¿por qué dijiste que sí?

- Lo primero que pensé fue que el guion era muy curioso. Me llamó mucho la atención la autoría, el estilo de la escritura.. fue algo especial, particular, especial... En cuanto al personaje, me encantó. Que tía más kinki, qué borde, qué irreverente, le da igual todo, me encantó ese rollo.

Después, con más lecturas y con una mejor visión tuve la sensación de que era un guion con muchas capas, con mucho material con el que trabajar y con distintas líneas de trabajo. Dije que sí aunque tenía varios proyectos para elegir porque me pareció un guion guay y el personaje me encantó. Me apetecía trabajar algo como más imperfecto, decrépito. He hecho muchos personajes muy sensatos y heroícos.

Realmente creo que el guion es muy bueno para el trabajo de intérprete, partes de un sitio donde te lo ponen fácil para impregnarte realmente de algo muy real. No está forzado, está escrito de una manera que hace vivirlo, todo está hecho como para ir cargándote de una memoria y situaciones que te llevan a sitios.

- ¿Tienes algo en común con Lide?

- Supongo que en lo que más nos parecemos es en la cabezonería. Cómo se vuelca para buscar la hija... la capacidad de mostrar su error, de mostrar vulnerabilidad...

- ¿Y con Ane?

- Me identifico un poco en la revolución con la madre. De adolescente di un poco de guerra a mis padres, esa cosa de que de chavala legitimas tu opinión con mucho derecho y luchas con ello porque no puedes hacer lo que quieras. Era guerrera.

- Parece como que las madres siempre se presentan perfectas pero Lide no lo es...

- Es lo que a mi me apasiona del personaje, su imperfección. Cuando vi la película en Donosti me emocioné, la comprendo tan bien... porque realmente, de una manera más o menos evidente, todos somos imperfectos y todos tenemos nuestras dificultades. Se ve el orgullo entre madre e hija, la comunicación viciada. Que ella tropiece con una dificultad y haya algo que le hace salir y mostrarse no tan dura es tan humano... Esa idea de madre perfecta siempre será una imagen porque siempre habrá dificultad. De pronto el personaje me gusta por eso, nos es una heroína y ya. Es real, cercana a lo que conocemos.

Goenaga y Arregi

- ¿Ser la protagonista de un filme te hace sentirte responsable de lo que transmita?

- Siempre pienso que hay una responsabilidad con lo que intentas representar. Si vas a hacer una persona en la guerra, por ejemplo, tienes que respetar, no banalizar. Es una buena pregunta. Parte de nuestro trabajo es entender que hay que respetar, tener en cuenta a las personas que han vivido esas situaciones. El sufrimiento de cada uno hay que cuidarlo y cuidar los personajes.

- El cine en euskera se ha abierto camino en los últimos años, ¿cuál crees que ha sido el punto de inflexión?

- Deduzco que tiene que ver con la calidad, pero no me considero con criterio fino para ello. Cuando se ha hecho un gran cine vasco ha trascendido. Ahora pienso en Goenaga y Arregi que son referentes que lo han llevado hasta los Oscar. Ellos son grandísimos cineastas y cuentan muy bonito.

- La trama de 'Ane' se empapa del conflicto vasco, ¿para cuánto da?

- ¡Es infinito!. Es alucinante, cada vez salen más cosas. En el caso de 'Ane' no viene a contar el conflicto, muchas cosas ahora lo quieren contar y todo es contable, lo interesante es que se hable de conflicto y se muestren todas las visiones y no siempre el mismo relato, que es lo que acaba de hartar.

'Ane' cuenta el conflicto porque es una historia que se debía contar en el País Vasco, pero el tema del tren simbólicamente funcionaba muy bien. A David le gusta trabajar en la metáfora, la comunicación y la incomunicación, Lide y Ane a cada lado. David intenta ir a algo real, no ha ido a contar eso en concreto, pero le sirvió.

- ¿Qué significan los premios para ti?

- Es algo tan nuevo que todavía no sé qué significa para mi. Es una alegría, ha sido muy bonito compartir los premios que he recibido hasta ahora, te da subidón. Las nominaciones con 'Ane' me dan mucha alegría pero tengo una sensación de que hay una parte de mí que no comprende. No tengo un criterio muy firme. Hay algo extraño. Sé que al final es un reconocimiento al curro y eso es súper guay.

Este es un trabajo muy íntimo, pones una parte muy emocional, intentas que eso llegue y la nominación es la mayor recompensa y que te sigan proponiendo trabajos interesantes. Los premios son síntoma de eso. Estoy descubriendo este mundo. No soy consciente del todo.

- ¿Cómo has vivido el año de la pandemia y la caída del sector?

- Todo es un atrocidad... A mí no me ha faltado el trabajo porque la audiovisual es la parte menos dañada, ha habido producciones que se han caído pero se ha reenganchado rápido, pero quienes lo pasan peor son otros sectores de la cultura. A veces soy un poco pesimista, no sé a dónde derivarán las cosas, siento que hay un hueco un vacío súper grande en cuanto a lo que el arte y la cultura suponían en la normalidad y ahora es todo una faena. ¿Hasta qué punto éramos conscientes de lo importante que era socializar? Todo se ha mermado y no se qué pensar.