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Actuación memorable

Quién es Kathryn Hunter y por qué debería ganar el Oscar a la mejor actriz secundaria

La intérprete inglesa logra el milagro de eclipsar a Denzel Washington y Frances McDormand con una breve pero sobrenatural aparición en 'La tragedia de Macbeth', de Joel Coen

A medio camino entre la bruja y el cuervo. Kathryn Hunter en ’La tragedia de Macbeth’.

¿Cuánto tiempo es necesario aparecer en pantalla para optar a un Oscar en la categoría de intérprete secundario? Las normas de la Academia de Hollywood no establecen una presencia mínima, pero la historia de los premios demuestra que es muy difícil conquistar la estatuilla con una actuación que no supere los 10 minutos. Beatrice Straight lo logró en 1976 después de aparecer en ‘Network’ un total de cinco minutos y 40 segundos, un registro que hasta la fecha supone el récord de brevedad en una interpretación galardonada con el Oscar. Es más de lo que necesita la actriz inglesa Kathryn Hunter para erigirse en la verdadera estrella de la función en ‘La tragedia de Macbeth’, de Joel Coen, e inscribir su nombre en un lugar de privilegio en las últimas quinielas de los premios de la Academia.

En una película generosa en actuaciones magníficas (con Denzel Washington y Frances McDormand al frente del reparto), la sobrenatural presencia de Hunter es directamente responsable de los momentos más memorables y sobrecogedores. Encarnando en un solo cuerpo a las tres “hermanas fatídicas”, las brujas que predicen y a la vez engendran el trágico destino de Macbeth, la actriz retuerce su voz y sus miembros en un fascinante ejercicio interpretativo a medio camino entre el contorsionismo circense y la fantasmagoría expresionista; sin trucos de cámara de por medio, la bruja (las brujas) se convierte ante los ojos del espectador en un terrorífico cuervo que grazna y despliega las alas sin dejar de recitar impecablemente los versos en pentámetro yámbico de Shakespeare: “Lo bello es feo y lo feo es bello”.

Es imposible ver la película de Joel Coen (disponible en la plataforma Apple TV+ tras un estreno muy limitado en salas) y no quedar impactado por la actuación de Kathryn Hunter, una actriz de 64 años que ha desarrollado una larga y muy reverenciada carrera teatral y que, sin embargo, apenas se había dejado ver en el cine y la televisión. Los fans más aplicados de la saga Harry Potter tal vez recuerden su presencia en la quinta película de la serie, ‘Harry Potter y la Orden del Fénix’, en el papel de Arabella Figg, pero sus apariciones ante la cámara han sido tan escasas y poco relevantes que la intérprete apenas había sido detectada por el radar de los aficionados. Hasta ahora, claro.

Un nuevo nombre y un grave accidente

Nacida en 1957 en Nueva York con el distinguido nombre de Aikaterini Hadjipateras en una familia de inmigrantes griegos, a los 18 años se trasladó con sus padres a Londres, donde estudió interpretación en la Royal Academy of Dramatic Art. Allí, uno de sus profesores le sugirió que debía buscarse un nuevo nombre si no quería quedar encasillada “en papeles de gitanas” y ella echó mano del apellido de un novio que tenía por entonces. Convertida en Kathryn Hunter, se preparaba para dar el salto al estatus de actriz profesional cuando un terrible accidente de coche estuvo a punto de acabar con su carrera. Y con su vida.

Aquella fatalidad acabó siendo lo que los ingleses llaman una bendición disfrazada. Postrada durante largos meses en un silla de ruedas con graves lesiones en la espalda, los brazos y los pies, Hunter aprendió a trabajar con su cuerpo, adquiriendo una extraña movilidad de la que se serviría tiempo después en los escenarios y que le permitiría destacar como una actriz excepcionalmente dotada para las transformaciones físicas.

Especialista en papeles masculinos

Gracias a ese raro talento, y a pesar de su baja estatura, la actriz ha sido a menudo requerida para interpretar papeles masculinos (fue la primera mujer que encarnó al rey Lear en una producción profesional en Inglaterra), una inclinación que se ha visto favorecida por su voz rugosa y gutural, producto en buena medida de su condición de fumadora de largo recorrido. Asociada desde 2008 a la Royal Shakespeare Company, con la que hizo su debut como directora en una producción de ‘Otelo’, Hunter ha estado también estrechamente vinculada a la compañía de teatro multidisciplinar Complicité (su marido, Marcello Magni, fue uno de los fundadores).

Cuando Joel Coen, a quien conoce desde hace 30 años, le propuso el reto de interpretar a las tres brujas, la actriz aceptó sin dudar y le planteó una pregunta al director: “Las brujas, ¿son reales o están en la mente de Macbeth?”. “Ambas cosas”, respondió Coen, que añadió que para él eran una combinación de mujeres, cuervos y menhires. A su mágica manera, Kathryn Hunter consigue con su interpretación transmitir exactamente esa impresión, en un trabajo breve pero inolvidable que ya ha merecido el premio de la asociación de críticos de cine de Nueva York a la mejor actriz secundaria del año. Está escrito con tanta claridad como el destino de Macbeth en el caldero que a ese galardón le han de seguir muchos más. Entre ellos, tal vez, el Oscar. 

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