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Los Beatles en la India: meditación, canciones y acoso sexual

Llega a los cines el documental que retrata la historia de amor entre el grupo de Liverpool y el inabarcable país del Ganges

Los Beatles y sus parejas, con el Maharishi y otros discípulos en Rishikesh.

En la larguísima lista de personas desconocidas que han cambiado la historia del mundo con una acción aparentemente intrascendente figura Raymond Simm. Como director artístico de ‘Help!’ (1965), la segunda película protagonizada por los Beatles, cabe atribuir a Simm la decisión de situar a un grupo de músicos indios en el fondo del plano para añadir exotismo a una escena que transcurría en el restaurante Rajahama. Uno de los figurantes tocaba un sitar, instrumento ancestral de la tradición musical indostánica que despertó aquel día la curiosidad de un aburrido George Harrison, y ese descubrimiento casual acabó marcando poderosamente no solo la trayectoria de los Beatles, como artistas y como individuos, sino la cultura de Occidente en la segunda mitad del siglo XX. El documental ‘The Beatles y la India’, que este viernes se estrena en los cines españoles después de haber pasado por la Seminci de Valladolid y por el festival In-Edit, relata esa historia de amor entre un grupo universal y un país inabarcable.

Es interesante observar cómo la descomunal influencia que ejercían los Beatles en todo el mundo ayudó con el tiempo a desmontar los prejuicios negativos que existían sobre la India, una visión estereotipada que la propia película ‘Help!’, con sus obtusos seguidores de un culto sangriento a la diosa Kali, abrazaba sin reparos. “Si lo miras con perspectiva, es evidente que hoy ‘Help!’ sería considerado un filme ofensivo y racista –señala Ajoy Bose, codirector de ‘The Beatles y la India’ y autor del libro en el que se basa el documental-. Pero lo cierto es que en su momento no generó ninguna controversia, probablemente porque en la India casi nadie se enteró de su existencia”.

Los Beatles en Bollywood

Eso no significa que el país asiático fuera ajeno a la ola de ‘beatlemanía’ que sacudió el mundo a mediados de los años 60. Ajoy Bose es una voz autorizada para hablar de ello, puesto que en aquel tiempo era un adolescente perteneciente a la élite anglohablante de Calcuta. Y, como tal, adoraba a los Fab Four. “Los Beatles tuvieron en principio un gran impacto entre los jóvenes que se movían en torno a las escuelas inglesas, lo cual era un porcentaje muy pequeño de la India, pero al cabo de unos pocos años su huella se extendió a Bollywood y ahí sí que llegaron a un público mayoritario”. Como hilarante botón de muestra, el documental incluye unas imágenes de la rutilante estrella de cine indio Shammi Kapoor ataviado con un traje ‘beatle’ de cuello redondo y una peluca ‘mop-top’ cantando una versión de 'I want to hold your hand' en hindi.

Entretanto, en Inglaterra, la curiosidad de Harrison por el sitar se había convertido en interés verdadero, una inclinación que tal vez, solo tal vez, tuviera su origen en un recuerdo prenatal: al parecer, durante su embarazo, la madre de George escuchaba música india en la radio porque le ayudaba a relajarse. “Es un dato fascinante –apunta el otro codirector de la película, Peter Compton-. Lo explicó la hermana de la madre de George y no hay razón para no creerla, porque durante la segunda guerra mundial la BBC tenía un programa los domingos por la mañana en el que se emitía media hora de música contemporánea india”.

Aparece Ravi Shankar

En cualquier caso, el camino del sitar llevó a Harrison a cruzarse con el virtuoso Pandit Ravi Shankar y ahí el deslumbramiento ya fue absoluto. El primer encuentro de los dos músicos tuvo lugar en junio de 1966 en una cena organizada por el fundador del Círculo Musical Asiático de Londres, Ayana Deva Angadi, y desde el primer momento se forjó entre ambos un vínculo difícil de explicar. A la velada asistió también Paul McCartney, que perdió rápidamente el interés. “Paul se quedó al margen –relata en el documental Shankara Angadi, hijo del anfitrión-. Parecía aburrido y fumaba como un carretero. Mi hermana pequeña recogió las colillas y las llevó al colegio al día siguiente”.

George Harrison recibe una clase de sitar de Ravi Shankar en 1967.

En septiembre de aquel mismo año, Harrison viajó a Bombay en compañía de su esposa Pattie (de apellido de soltera, Boyd) para tomar clases de sitar con Ravi Shankar. Aquella estancia de casi seis semanas en la India cambió su vida por completo. “Cuando entrevisté a Pattie Boyd para la película –explica Ajoy Bose-, ella recordaba bastante mejor el viaje de 1966 que el tiempo que pasaron en Rishikesh con el Maharishi en 1968, del que se ha hablado mucho más. Aquel primer viaje fue el que verdaderamente introdujo a George no solo en la música india sino en la cultura y en la espiritualidad del país”.

La meca hippie

El arrebato indio de Harrison empezó a filtrarse en la obra de los Beatles en forma de canciones (‘Love you to’, ‘Within you without you’, ‘The inner light’…) y ello contribuyó a dirigir la mirada de la juventud occidental hacia el país del Ganges, que se convirtió en algo así como la meca espiritual de la cultura hippie. El encuentro de los cuatro de Liverpool con el Maharishi Mahesh Yogi, gurú fundador del movimiento de la Meditación Trascendental, fue la fricción que acabó detonando un fenómeno de poderosa onda expansiva.

El instigador de todo fue, por supuesto, George, que, alertado por su esposa, convenció a sus tres compañeros de banda para asistir a un curso de regeneración espiritual que el Maharishi impartió en la localidad galesa de Bangor durante 10 días a finales de agosto de 1967. La experiencia quedó truncada al cabo de solo tres días, cuando los Beatles recibieron la noticia de la muerte de su representante, Brian Epstein, por una sobredosis accidental de somníferos. 

La desaparición de Epstein privó a los cuatro músicos no solo de un astuto hombre de negocios sino también de una figura paterna, un ángel custodio que había guiado sus pasos desde 1962. ‘The Beatles y la India’ defiende la tesis de que justamente esa ausencia fue la que acabó empujando a John, Paul, George y Ringo a los brazos del Maharishi, a quien adoptaron como su maestro espiritual. Con su afilado olfato comercial, el gurú de la sonrisa inalterable no dudó en utilizar el nombre de sus nuevos discípulos para publicitarse y extender su franquicia en Occidente.

¡A Rishikesh!

El episodio central de toda esta epopeya fue, por supuesto, la estancia de los cuatro ‘beatles’, acompañados por sus parejas, en el áshram (o centro de meditación) del Maharishi en Rishikesh, en las estribaciones del Himalaya, un capítulo que la película de Bose y Compton documenta de forma brillante, con abundancia de testimonios e imágenes inéditas.

La experiencia sirvió a los Fab Four para evadirse temporalmente de los peajes de la fama y los problemas financieros que les asediaban en Londres y contribuyó también a reforzar la personalidad de cada uno de los músicos, que empezaron a verse a sí mismos como individuos autónomos al margen del grupo. Ringo Starr, que acudió con una maleta llena de latas de judías Heinz para esquivar los rigores de la comida india, duró solo 10 días. Paul McCartney, que nunca pareció tomarse la cosa de la meditación demasiado en serio y aprovechó el retiro para componer canciones (muchas de las cuales acabaron en el ‘White Album’), aguantó cuatro semanas.

Los más perseverantes fueron John Lennon y George Harrison. Pero la paciencia del primero, que esperaba encontrar en Rishikesh una iluminación que no acababa de llegar, se agotó al cabo de dos meses, justo cuando empezaron a extenderse los rumores de que el Maharishi se estaba propasando con algunas de sus jóvenes discípulas, entre ellas la actriz Mia Farrow. Lennon no solo decidió volver a casa (seguido a regañadientes por George), sino que cortó abruptamente toda relación con el gurú y, típico en él, le dedicó una vitriólica canción titulada ‘Maharishi’ que posteriormente fue rebautizada como ‘Sexy Sadie’. Las acusaciones de acoso sexual nunca acabaron de confirmarse.

El principio del fin

La aventura de Rishikesh tuvo un final amargo, pero dejó una huella profunda en los Beatles. Hay quien asegura, no sin fundamento, que aquella expedición espiritual está en el origen de la disolución del grupo, que se convirtió en definitiva dos años después. Ajoy Bose ofrece una explicación más matizada: “Hay dos maneras de verlo. Una es que Rishikesh les dio herramientas para verse a sí mismos como individuos, para desarrollar su propia identidad, y eso los alejó del grupo. Pero al mismo tiempo se puede sostener que quizá se hubieran separado antes si no hubiera aparecido el Maharishi, porque fue él quien les dio un propósito común y un sentido de unidad cuando la muerte de Brian Epstein los dejó devastados”.

Harrison, por su parte, tenía una visión algo diferente de las cosas. “Si todos hubieran captado lo que experimentamos en Rishikesh, habrían dedicado más tiempo a meditar y no se hubieran dejado atrapar por tantas distracciones –escribió años después en su libro autobiográfico ‘I, me, mine’-. La meditación nos habría ayudado a manejar la situación. […] En cambio, nos volvimos locos”.

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