Con su magnífica 'Los cinco diablos' (Oficial Fantàstic Competición), la guionista y directora Léa Mysius se inscribe en esa joven ola de cineastas franceses que persiguen ambiciones autorales sin desestimar los códigos del fantástico. "En Francia nos hemos empeñado en abrir las barreras y dejar un poco atrás el naturalismo", nos explica. "Queremos expresar el mundo de una forma diferente. Traer de vuelta la magia".

Su cuento de secretos y olores puede recordar a 'Crudo', de Julia Ducournau, triplemente premiada en el Sitges de 2016, en su apuesta por lo que podríamos llamar un realismo intensificado. Mysius aprueba esa descripción de estilo y añade: "Me interesaba dar el punto de vista de una niña. Mostrar la magia que envuelve a los niños, quienes a menudo confunden la realidad con los sueños. En mi opinión, el cine debe explicar el mundo mágico. Existe un mundo real que es necesario conocer, pero no menos cierto es que existen el sueño y la fantasía". 

David Lynch como brújula

La niña de la que habla Mysius es la birracial Vicky (pequeña pero gigante Sally Dramé), devota de los olores hasta el punto de cultivar y archivar en frascos sus favoritos, como el de su madre, la socorrista Joanne (Adèle Exarchopoulos), por quien siente devoción. A su padre, el bombero Jimmy (Moustapha Mbengue), le está costando encontrar esa pasión por Joanne en su interior. Tras entrar en escena la tía Julia (Swala Emati), Sally acaba embarcada en un viaje inesperado por la historia familiar y las raíces de un suceso que marcó la localidad de montaña donde viven. 

Entrar en más detalles sobre el argumento sería un crimen. Entre los aciertos del filme está la lenta y sabia dosificación de la información, "en el intento, sobre todo, de mantener el misterio", apunta Mysius. "Me fijé mucho en cómo lo hace David Lynch. Estudié sus guiones y me di cuenta de que, en realidad, nos da mucha información, pero lo hace con cuentagotas y sobre todo a través del montaje. Mi montadora Marie Loustalot y yo tratamos la historia como una gran Jenga, en la que debíamos ir sacando piezas sin que se hundiera la torre". 

Aromas que traen imágenes

Los sentidos son una obsesión personal para nuestra entrevistada: su primer largo, 'Ava', de 2017, giraba en torno a una niña de trece años que ha de prepararse para la ceguera. "Quiero hacer un cine muy físico, extremadamente físico. El sentido que abordaba en 'Ava' era más cinematográfico; era el sentido de la vista. El olfato es menos visible, pero a la vez, puede hacernos llegar imágenes". Mysius sonríe y demuestra curiosidad cuando le sugiero algún pase en Odorama, el sistema de olores (o casi mejor, hedores) creado por John Waters para el estreno de 'Polyester' en 1981. 

La citada 'Ava' quedó inédita en nuestros cines, pero sí que pudimos ver 'Los fantasmas de Ismael' y 'París, distrito 13', trabajos como guionista de Mysius con y para los respetados Arnaud Desplechin y Jacques Audiard, respectivamente. "Desplechin buscaba guionista a través de La Fémis [la escuela nacional de cine de Francia]. Tras hacer algunas pruebas, acabé siendo elegida. Después, fui encontrando trabajos gracias al boca-oreja y la buena recepción de 'Ava'. Me interesa mucho trabajar con otros directores; al fin y al cabo, no he dejado de ser guionista, y resulta enriquecedor entrar en el universo de otros cineastas. Tengo dos vidas: una en la que trabajo para mí y otra en la que trabajo para los demás, sin dejar de ser yo misma".