Universal Films Española presentaba de este modo en 1950 su adaptación en dibujos animados del cuento de Charles Perrault ‘La Cenicienta’, titulado con un significativo ‘Érase una vez…’: “La superproducción de dibujos animados en Cinefotocolor”. El filme tiene históricamente mucha importancia: era el segundo largometraje de dibujos animados realizado en España después de ‘Garbancito de la Mancha’ (1945) de Arturo Moreno. Aquel fue filmado en unos estudios situados en el barrio barcelonés de Vallcarca. ‘Érase una vez…’ fue un proyecto de Josep Baguñà, hijo del fundador de la revista ‘Patufet’. Los orígenes de la animación española se sitúan pues en Cataluña, y aún más si tenemos en cuenta que uno de los dos artífices de esta versión libre y atrevida de ‘La Cenicienta’ fue Josep Escobar, animador e historietista, creador de algunos de los personajes-emblema de la escuela Bruguera: Zipi y Zape, Petra y, sobre todo, Carpanta, reflejo de una época de hambre y miseria en la España franquista según los tebeos de Bruguera.

La película, restaurada por Filmoteca de Cataluña, tuvo una proyección en septiembre en el festival de San Sebastián. La semana pasada se presentó en la sala de la filmoteca catalana dentro de las actividades del Día Mundial del Patrimonio Cinematográfico. Se verá después en la sede de la Academia de Cine de Madrid y tendrá estreno en salas el 16 de diciembre. Larga vida a un filme pionero de la animación realizada aquí, artesanal e imaginativa. Curiosamente, en el mismo 1950, los estudios Disney realizaban su versión de ‘La Cenicienta’. Otro país, otra industria, otras técnicas. Nada que envidiar tiene el trabajo de Escobar, acreditado como director de animación, y Alexandre Cirici Pellicer, director artístico y diseñador de unos decorados con clara influencia de la pintura renacentista.

Presentada por primera vez en la Mostra de Venecia de 1950, ‘Érase una vez…’ no tuvo el respaldo del régimen y se estrenó en apenas ocho copias en toda España. Sobrevivió la versión en blanco y negro y 16 mm –cuando uno de sus alicientes es el pictórico sistema del Cinefotocolor, émulo del Technicolor de Hollywood desarrollado por Daniel Aragonés– destinada a ser proyectada en escuelas infantiles y poco más. En su gestación intervinieron Félix Millet Maristany –que puso dinero cuando se agotó el presupuesto de partida–, el futuro senador Josep Benet en calidad de jefe de producción, la actriz y dobladora Rosita Valero –voz habitual de Elizabeth Taylor y Marilyn Monroe, aquí dando vida a una cenicienta de ojos azulados y melena cobriza–, las 'cobles' de Barcelona y Molins –que interpretaron parte de la música– y el Esbart Verdaguer.

Precisamente es en la parte musical y coreográfica donde la película asume personalidad propia. A la protagonista le proyectan las imágenes de una danza a través de un teatrillo activado con una manivela. Las imágenes son en blanco y negro, lejanas, pero después se pasa a la pantalla total, en el color tricromo, con los integrantes del Esbart Verdaguer realizando una danza tradicional. Libre de toda atadura, ‘´Érase una vez...’ experimentó, aunque de manera rudimentaria, con las posibilidades de la animación, la música y el relato infantil.

Escobar (1908-1994) había publicado tres años antes las primeras páginas de Carpanta en la revista ‘Pulgarcito’. También harían su debut los gemelos Zipi y Zape en 1948. 10 años después, Escobar se independizó de Bruguera y creó con otros compañeros de aquella editorial la revista ‘Tío Vivo’. Su importancia en la historia del tebeo español no admite dudas, pero también lo es en el cine de animación. En 1942 había realizado varios cortos protagonizados por el toro Civilón, en una serie que derivaría en otros cortometrajes con el bebé Pituco y el gato Zapirón. Junto a Baguñà y Francesc Tur, productor y director de otros cortos de esta época, crearía las bases de un cine de animación autóctono que ya fue revisado por el CCCB en 2015 con la muestra ‘Del trazo al pixel’.