Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Premios Goya 2023

La maternidad, el hilo que conecta 'Cinco lobitos' con 'Alcarràs', 'As Bestas' y 'La maternal'

Si 'As Bestas' radiografía la masculinidad más tóxica y se pregunta qué pasaría si las mujeres gobernasen, 'La maternal' y 'Cinco lobitos' bucean en la cara más dura de la maternidad y las otras vidas de las progenitoras

La maternidad, el hilo que conecta 'Cinco lobitos' con 'Alcarràs', 'As Bestas' y 'La maternal'.

Pase lo que pase en su transcurso, gane quien gane, la ceremonia de entrega de los 37 Premios Goya será recordada como el momento en el que la oficialidad del cine español escenificó el cambio de paradigma en su seno que llevaba años sucediendo desde las escuelas de cine y los márgenes de la industria. Ninguna de las 36 galas previas reunió a tantas mujeres nominadas como la de este próximo sábado y, en buena medida como consecuencia de ello, ninguna expuso con tanta claridad la sensibilidad de la Academia a asuntos íntimamente ligados a la experiencia femenina.

En el temario propuesto conjuntamente por las cinco ficciones nominadas en la categoría de Mejor Película, sin ir más lejos, sobresalen asuntos como la sororidad, la violencia doméstica y la feminidad entendida como una cosmovisión radicalmente opuesta a la masculinidad tóxica. Pero tal vez el tema que más claramente entrecruza la mayoría de esos títulos -en parte por las circunstancias personales y generacionales de quienes los firman- es la maternidad, planteada de forma literal o como símbolo de crianza, protección y cultura.

“Al hablar de la maternidad, se tiende a una cierta épica”, opina Alauda Ruiz de Azúa, que se inspiró en su propia experiencia como madre primeriza para escribir ‘Cinco Lobitos’. “Yo la viví como un momento de crisis; todo tu mundo se desmorona y necesita ser reformulado, debes replantear la relación con tu pareja y con tus padres. Y también contigo misma, porque dejas de ser la prioridad”, añade la directora de la película revelación del cine español en 2022. “No es necesariamente una crisis negativa sino, sobre todo, un momento de cambio, de duda y de aprendizaje”.

Para la protagonista de ‘Cinco lobitos’, Amaia, esa transición resulta ser mucho más difícil de lo que supuso; el bebé no se adapta a dormir en la cuna, no se agarra a la teta materna y llora constantemente, y además ella siente que la carga de su cuidado recae exclusivamente sobre sus propios hombros. Y cuando se traslada a casa de sus padres en busca de ayuda, se ve convertida también en cuidadora de la pareja.  

Amaia no quiere ejercer el mismo tipo de maternidad que recibió de su propia madre, pero poco a poco irá comprendiendo las luchas que su progenitora mantuvo por ser no solo cuidadora, ni solo esposa, ni solo ama de casa; e irá entendiendo que toda madre ha sido hija y nunca deja de serlo, y que llegado el momento casi toda hija acaba siendo madre, tal vez no de sus propios hijos pero sí de sus propios padres.

Fotograma de 'La maternal', de Pilar Palomero.

Más traumática es la maternidad primeriza que ocupa el centro de ‘La maternal’, segundo largometraje de Pilar Palomero, porque su protagonista no solo es una madre soltera de 14 años sino también hija de una mujer que también era solo una niña cuando la tuvo a ella, y que en muchos aspectos lo sigue siendo; es, además, una rebelde de manual. “Me intrigó especialmente la contradicción que ser adolescente y madre a la vez representa”, explica la directora zaragozana. “Al fin y al cabo, la adolescencia es mirarse adentro, entenderse, encontrar tu lugar en el mundo, mientras que la maternidad implica generosidad y cuidado de la otra persona".

La película contempla cómo la joven ingresa en un centro de acogida para madres menores de edad, conoce a chicas que han pasado por maltratos, violencia, abandono y prejuicios, y encuentra la empatía y el sentido de pertenencia que le habían faltado a su vida. Y, entretanto, Palomero deja claro que, si los desafíos consustanciales a la maternidad son desalentadores para cualquiera, cuando la progenitora todavía es una cría pueden resultar insuperables.

Aunque en la familia multigeneracional de agricultores que protagoniza ‘Alcarràs’ hay varias madres, entre ellas llama especialmente la atención Dolors, progenitora estoica e imperturbable que intenta mantener la unidad doméstica cuando la prole se obligada a renunciar al terreno que lleva trabajando durante décadas. “Da la sensación de que, actualmente, una historia contada por alguien como yo debería estar protagonizada por una mujer empoderada e incluir un mensaje feminista”, comentaba Carla Simón acerca del personaje poco antes de que su segundo largo le proporcionara el Oso de Oro de la Berlinale. “Pero en el mundo que la película retrata los roles de género son más tradicionales, y pretender lo contrario habría sido una traición”

En cuaquier caso, desde esa primera secuencia en la que unos niños contemplan inquietos cómo una grúa invade el campo que suelen usar a modo de patio de recreo, ‘Alcarràs’ explora también otro tipo de maternidad, entendida como suministro de crianza, sustento, abrigo y acervo; la encarna ese entorno natural que los Pujol trabajan, a ratos benevolente y a ratos implacable. Después de todo, la película es principalmente un lamento por la desaparición no solo de un modo tradicional de vida sino también de una relación con el mundo natural; al verla es posible oler el aroma de los melocotones maduros, y notar un nudo en la garganta al contemplar cómo un árbol es arrancado de la tierra. “El reto fue trasmitir esa emotividad sin caer en la idealización”, explica Simón. “Los agricultores de Alcarràs aman la tierra, pero para ellos trabajarla no tiene nada de poético. El terreno es árido, el calor es insoportable, les hace sudar y llorar. Es un infierno”. 

Los hermanos Xan y Lorenzo Rodríguez, coprotagonistas de ‘As Bestas’ comparten esa visión nada idealizada del mundo rural, y en buena medida ahí está el origen del conflicto que mantienen con su vecino, el francés Antoie Denis, y que acaba en criminal tragedia. Y una vez eso sucede, la película de Rodrigo Sorogoyen deja de fijarse en hombres envenenados de testosterona y orgullo viril para hacerlo en dos madres muy distintas entre sí -una vive y sufre por sus hijos, la otra reclama a su hija la misma libertad que le concedió al criarla- que deben afrontar, cada una a su manera, las consecuencias de haberse entregado a un proyecto vital que no es necesariamente el suyo, y que deben encontrar juntas una forma de reparar el desastre causado por los hombres.

La película, pues, “contrapone una lógica que responde a los patrones del patriarcado frente a otra que no sé si llamar femenina, pero que en todo caso es la razonable", asegura Isabel Peña, su coguionista; en otras palabras, enfrenta la manera que los hombres tienen de resolver los conflictos frente a la que tienen las mujeres, y por tanto no está lejos de reformular la pregunta que Aristófanes se planteó hace 2.400 años en ‘Las asambleístas’: ¿qué pasaría si las mujeres gobernasen? ¿No acarrearía el matriarcado -término cuyo origen está en el vocablo latín ‘mater’, que significa madre- una sociedad más amable, y compasiva, y mejor?

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats