Clara Lago lo explicó bien. La actriz malagueña conducía la gala y admitió que es difícil eso de “abrir melones sin salpicar a nadie”. La gala de los Goya durante años recibió críticas porque se cargaba de reivindicaciones políticas. Los ‘rojos’ del cine contra gente de derechas que se jacta sin apuro de no ir a ver películas españolas. El tópico. Es difícil dar con el tono de reivindicación sin alimentar el mantra que se generó desde el ‘No a la Guerra’ de 2003. Pero lo dijo Antonio de la Torre, "nada de autocensura".

No vamos a decir nada de que “hemos dejado tirado al Sáhara”, bromeó Lago, para sumarse a la reivindicación por una sanidad pública de calidad. La misma reclamación que abrió la gala en boca de la familia del recién fallecido Carlos Saura. Bromeó De la Torre con que nadie se confundiera con los Goya, que no los Oscar, y así en dos minutos se llevaron su recado todos los políticos que se sentaban entre el público: desde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ha inaugurado nuevas relaciones con Marruecos, al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que se confundió el otro día sobre los premios a los que acudía este sábado en Sevilla.

Sin preguntas

Los políticos llegaron los últimos. Cuando ya se habían acabado los directos de las televisiones y las radios. Ellos sin preguntas. Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo interceptó la artista María del Monte. No se sabe, aún, lo que le contó, pero él la escuchaba muy atento mientras la agarraba por los dos brazos y ella seguía relatando impertérrita. Genio y figura. Después le tocó el turno al ministro de Cultura, Miquel Iceta, que también oyó a la cantante de sevillanas. Eso sí, sin bailar. Del Gobierno también acudió la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de rosa fucsia y con moda gallega, con un vestido que firmaba Purificación García. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, entró conversando con el presidente, de rojo y negro, ejerciendo de anfitriona en su ciudad y abriéndole paso, vestida de Carolina Herrera. Irene Montero, ministra de Igualdad, tampoco quiso perderse la gala tras semanas difíciles por la polémica de la 'ley del sí es sí'.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, acompañado de su mujer, Eva Cárdenas, del diseñador Jorge Vázquez, saludó al equipo de Rodrigo Sorogoyen, especialmente al actor gallego Luis Zahera, que se llevó el Goya de mejor actor de reparto. No se sabe si al expresidente de la Xunta le gustó un ‘western’ que por su crudeza puede molestar a los gallegos, pero desde luego que no rehuyó un afectuoso abrazo a parte del equipo de la política.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, se vistió de esmoquin con la firma Silbon y su mujer Manuela Villena volvió a no defraudar de Nicolás Montenegro. Ambos son fijos tanto en los Goya, cuando son en Andalucía, como en el Festival de Cine de Málaga. Con ellos el consejero de Cultura, Arturo Bernal, que seguro que ya ha cambiado de opinión sobre aquello de que los Goya son "una pantomima de progres". Lo dijo en 2018, pidió perdón y ya sus pecados han expiado. El presidente del Parlamento de Andalucía, Jesús Aguirre, no dudó en enfundarse feliz su esmoquin. No sabemos si a Malacara, el tuitero que más memes le dedica y que estaba en el público, le dará juego.

Hace tiempo que el PP hizo las paces con el cine español. Pablo Casado -hoy se cumple un año de su defenestración en el partido- volvió a una gala de los Goya en 2019, también en Sevilla, después de que desde 2003 su partido decidiera romper con la Academia. Feijóo dejó claro que su camino es el mismo: el cine, explican en su equipo, “es español, no es derechas ni de izquierdas”.

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El alcalde de Sevilla, el socialista Antonio Muñoz, posó junto a su marido, el escrito Fernando Repiso, y dejó encandiladas a Villena y Cárdenas, las compañeras de sus adversarios políticos, que tocaban el tejido del pañuelo con el que el regidor acompañó su esmoquin dándole un toque distinto. Al alcalde el público le chilló cuando se bajó del coche. Pero todo cosas bonitas. Desde ‘guapo’ a ‘viva el alcalde’. Él sonreía y se dejaba querer, que para algo está de campaña y se somete a las urnas en mayo.

La visita a Sevilla tendrá su contrapartida política, porque en precampaña no hay fines de semana ni en domingo. Feijóo estará con Moreno en un acto político en Sevilla para presentar a los candidatos a los municipios andaluces de más de 20.000 habitantes. Sánchez visitará en Málaga una empresa tecnológica. Eso sí, el líder del PP no tendrá tanta prisa en irse a la cama porque la cita con los medios de comunicación es a las doce. El presidente del Gobierno desde luego o no piensa dormir, cosa que harán muchos y muchas de los que dejaron claro que vienen a Sevilla a ver amanecer tras la gala institucional, o posiblemente, casi seguro, se retirará sin brindar ni celebrar nada porque ha convocado a las diez y media de la mañana. Estamos en año electoral y ellos van pescando votos, siempre y en todos los lugares.