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Entrevista

Isabelle Huppert: "Nada de ser buena o mala víctima: o lo eres o no lo eres"

La actriz interpreta en 'Un blanco fácil' a Maureen Kearney, sindicalista de Areva, multinacional dedicada a la energía nuclear, que sufrió una brutal agresión en su casa

Entrevista a Isabelle Huppert, actriz francesa. DAVID CASTRO

La actriz interpreta en 'Un blanco fácil' a Maureen Kearney, sindicalista de Areva, multinacional dedicada a la energía nuclear, que sufrió una brutal agresión en su casa. Un desconocido la ató a una silla, le puso una capucha en la cabeza e introdujo en su vagina un cuchillo por el mango. La policía sospechó que había inventado la agresión. Para la sociedad no era 'una buena víctima'. Pero tanto su historia, como su reflejo en la película, admite una zona de sombras. Según el director, Jean-Paul Salomé, "la interpretación de Isabelle refuerza esta opacidad, y el espectador también duda". Hay una escena en la que se estrella con su coche contra un árbol, "luego desapareció durante tres horas y aún hoy no ha explicado lo que hizo", recuerda Salomé. Conversamos con Huppert sobre el filme y un personaje tan especial.

¿Conoció a Maureen Kearney antes de empezar la película?

No la conocí entonces, nos conocimos de otra forma. Para preparar el personaje nos basamos sobre todo en su apariencia física, bastante inesperada tratándose de una persona reconocida por su sindicalismo. La copiamos. Además, el personaje aportaba algo 'hitchcockiano' en su ambigüedad, esto contribuyó mucho a la forma de recrearla, esa opacidad, las zonas oscuras de su historia.

¿La conoció después, una vez completada la película?

Un poco antes, ya que vino un par de veces al rodaje, cuando filmábamos las escenas del juicio. Hoy en día se sigue hablando de ella como alguien sospechoso, tiene una doble condena, por lo que le pasó y por cómo ha sido considerada por la sociedad.

¿Qué piensa de ella, de su actitud y obstinación, de su combate contra el sistema?

Me interesaba mucho su lucha, esa forma de intentar salvar 50.000 puestos de trabajo. Pero esa doble condena, que mucha gente sospeche que no haya dicho la verdad sobre lo que le pasó, es muy sugerente para tratar en una película. Era muy importante que se escuchara tanto a los que la creían como a los que no. Hay toda esa serie de detalles extraños y confusos, que quemara la silla en la que la ataron y torturaron… Maureen tiene algo del personaje de Erin Brockovich (la película protagonizada por Julia Roberts sobre la mujer que luchó por los derechos de unas personas afectadas por una sospechosa enfermedad), pero la llevamos en una dirección distinta.

¿Se identifica con los personajes que interpreta? ¿Guarda las distancias con relación a los mismos?

Soy una actriz muy fría, pero quiero que se me entienda. Lo que voy a interpretar no me concierne personalmente. La actuación no es para mí una cuestión emocional. Me gusta reaccionar ante lo que ocurre en una pantalla en calidad de espectadora, no como actriz, no comparto la implicación tan personal cuando interpretas a alguien.

¿Trabaja usted de la misma manera cuando incorpora un personaje real, como en este caso, que cuando es alguien inventado cinematográfica o literariamente?

No siento ninguna responsabilidad hacia la persona que interpretó cuando esta existe realmente. He tomado muchas libertades con Maureen Kearney, como la de crear más ambigüedad, más dudas. A ella no le ha importado. Es una persona muy curiosa, particular. La idea era crear un personaje turbador desde el principio. Lo importante en esta interpretación es el matiz, el claroscuro.

La película expone la corrupción del sistema y la indefensión de las personas ante ese sistema, y explora esta idea terrible de establecer quien es o no una buena víctima.

Ser buena o mala víctima lo que hace es negar la propia condición de víctima. O lo eres o no lo eres, nada de ser buena o mala víctima. Esta idea de ponerse del lado del agresor masculino significa uno de los aspectos más perniciosos del patriarcado. La jueza del caso se puso del lado de los hombres.

Es la segunda vez que trabaja con Jean-Paul Salomé, que la dirigió antes en ‘Mama María’. Salomé había realizado adaptaciones de seriales como ‘Arsène Lupin’ y ‘Belphegor’, y con usted hace películas de corte algo más social. ¿Se entienden bien?

Jean-Paul crea las mejores condiciones para todos los intérpretes, la comodidad necesaria para desarrollar los personajes y entendernos. El cine es un lenguaje, si todo está bien articulado, los buenos resultados llegan solos.

Salomé añade que se plantea como espectador lo que le gustaría ver en una película protagonizada por Huppert, y que intenta encontrar materiales con las que ella disfrute. Cuando hicieron ‘Mama María’, la actriz llevaba bastante tiempo sin hacer comedia. Define a Huppert como una escuela en si misma.

‘Un blanco fácil’ trata sobre la dialéctica de poder entre hombres y mujeres ¿Ha notado diferencias en el tratamiento entre actores y actrices en algún rodaje?

No he notado algo así. Un actor se expresa de forma diferente a la de una actriz, eso sí, pero no me he encontrado con la situación de que la opinión de un actor pese más que la mía. Siempre he tenido la sensación de tener un lugar central en las películas que hacía.

Usted ha trabajado con cineastas asiáticos como Hong Sang-soo, Rithy Panh y Brillante Mendoza, este año ha rodado en Japón ‘Sidonie en Japón’ y en Hong Kong ‘Luz’, de la directora hongkonesa Flora Lau. ¿Siempre la ha atraído la idea de estar presente en otras culturas cinematográficas?

Si. El filme de Flora Lau aún no lo he visto, espero verlo pronto. Pero con quien nunca he trabajado es con un director español.

¿Le gustaría?

Por supuesto que me gustaría.

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