Resiste la tentación de caer en el drama lacrimógeno, a pesar de las tentaciones del argumento y de algún conato al respecto marcado por un fácil ternurismo, y está cargada de sensibilidad y, por encima de todo, de un espíritu de superación cercano al milagro. Es una nueva muestra del buen hacer y del espíritu contenido del director Marcel Barrena, que ya con 'Mon petit', su primer largometraje, un documental nominado al Goya sobre un niño enfermo que viajó en coche de ruedas desde Cataluña hasta Nueva Zelanda, reveló cualidades innegables para mostrar en su verdadera esencia la metamorfosis física y humana del individuo cuando sufre el terrible embate de una enfermedad degenerativa.

'Cien metros' circula en esa misma dirección, pero lo hace con un factor diferente esencial, ya que se mueve, aunque basándose en sucesos reales, en el terreno de la ficción. Sin perder autenticidad, sino todo lo contrario. Lo más sorprendente es que el tema de la película, es decir el caso de Ramón Arroyo, le llegó al realizador llovido del cielo cuando preparaba el proyecto de su nuevo largometraje. Consciente de que era lo que estaba buscando, inició las labores de casting confiando los papeles más importantes a los nombres más llamativos del momento en el cine español, en concreto Dani Rovira, Karra Elejalde y Alexandra Jiménez, los dos primeros ganadores del Goya en 2016 por su trabajo en 'Ocho apellidos vascos'.

Los resultados han sido más que satisfactorios y avalan el poso dramático de una cinta que se vale también del humor, sobre todo en la segunda mitad, para llegar al corazón del auditorio. Porque la tragedia de Ramón Arroyo es la de un hombre joven, apenas 35 años, que vive feliz con su familia y su trabajo pero que contempla cómo su mundo se viene abajo al serle diagnosticada una esclerosis múltiple, una dolencia incurable que, además, le privará de poder moverse, ni siquiera llegar a los cien metros, en menos de un año. Lo que para cualquier persona habría sido una tragedia insuperable, para Ramón se convierte, después de superar la primera y terrible fase, en un desafío.