Película a película, Matteo Garrone reitera su talento a la hora de retratar mundos violentos en los que sueños y esperanzas parecen condenados a morir aplastados pero, en cualquier caso, ‘Yo Capitán’ posiblemente sea la más potente de su carrera desde la que lo dio a conocer internacionalmente, ‘Gomorra’ (2008). En ella, el italiano aborda el asunto de la migración ilegal a través de la odisea que un adolescente senegalés protagoniza junto a su primo desde su Dakar natal hasta Trípoli y de ahí a un barco embutido de gente desesperada; en su periplo, además de cruzarse con suelos alfombrados de cadáveres, se enfrenta a los abusos y torturas de estadafores, mafiosos y oficiales corruptos, y aun así mantiene un estoicismo y un idealismo conmovedores.

Pese a que lleva a cabo un par de incursiones algo forzadas en el terreno del realismo mágico, en general ‘Yo Capitán’ prescinde del afán estilista que el italiano exhibió en títulos como ‘Reality’ (2012) y ‘El cuento de los cuentos’ (2015). En el aspecto formal y en el narrativo, es su película más clásica, y la que de forma más disciplinada permanece al servicio de la historia que cuenta. Y entretanto, mientras esquiva tanto la tentación de proponer respuestas fáciles a un problema extremadamente complejo como la de buscar la lágrima del espectador convirtiendo a su protagonista en una mera víctima, compone una epopeya trágica y aterradora pero a menudo también majestuosa.