Pertenecen a la misma familia que los puerros o la cebolla, pero su sabor es mucho más interesante. El espárrago es un vegetal de origen mediterráneo y amplio historial, ya apreciado por los romanos. Antes de la globalización y de que la tecnología permitiera comer de todo todo el año, los espárragos blancos de lata eran los grandes protagonistas. Con mayonesa son un clásico indiscutible, si bien aportan menos vitaminas y más sodio que la versión fresca.

De todas formas, es el espárrago triguero el más nutritivo y el que permite todas las cocciones y aderezos. Hervido, salteado, a la brasa, al vapor, al wok, asado, en revoltillo… Es rico en asparagina, un aminoácido. De ahí su nombre. Ligerísimo, tiene un cierto poder diurético, es pobre en sodio y aporta una buena dosis de ácido fólico. Vaya, un vegetal perfecto para las personas que sufren hipertensión y muy saludable durante el embarazo. Una versión recomendable es cocinarlos a la brasa. Quedan crujientes, conservan bien sus nutrientes y ofrecen un sabor excepcional.

Para redondear el plato, nada mejor que una salsa romesco (avellanas, ñora, tomate,ajo, aceite de oliva y vinagre) o un simple chorrito de aceite de oliva o la mayonesa de siempre. Toda una delicatessen vegetal.

- Los espárragos a la brasa pueden cocerse en el horno, con el gratinador.

- Son ricos en fibra, y de ahí que tengan un cierto poder saciante. Por supuesto, este efecto será mayor si el espárrago está al dente.

- Los blancos se cultivan bajo tierra y no tienen el mismo valor nutritivo que los verdes. Lo que sí tienen muy similar es la energía, unas 20 kcal / 100 g. Son alimentos francamente ligeros.