La cocina de nuestro hogar puede ser un lugar de disfrute donde olvidarnos de nuestras preocupaciones y problemas y embadurnar nuestras manos, mancharnos y, en definitiva, disfrutar cocinando nuestros platos favoritos. Muchas personas, cuando tienen tiempo y energía para dedicarse a lo que más les gusta, se adentran en la cocina con la intención de dar rienda suelta a su imaginación y probar las recetas más apetecibles para luego degustarlas con sus seres queridos.

Una de esas experiencias que más suele atraer a esos amantes de los fogones es la de huir de lo cotidiano y experimentar con nuevas recetas. Además, en un mundo globalizado como en el que vivimos, resulta sencillo acudir a otros países y culturas diferentes a la nuestra para recopilar ideas y estimular así nuestra creatividad.

Uno de esos condimentos exóticos que se ha puesto de moda en los últimos años en España es el chutney. Originado del oeste de India, esta variedad de especias dulces y picantes es un acompañamiento muy popular para los panipuris (tipo de bocadillo) o buñuelos y suele estar acompañado de otras salsas de sabores similares. Pero, se sirve con muchos otros platos, como el arroz basmati, con panes o el curry.

Para entenderlo desde nuestro punto de vista, podríamos definirlo como una especie de confitura en la que frutas o verduras se cuecen a fuego lento junto con especias muy aromatizadas, azúcar y vinagre. El resultado, una explosión de sabor que inunda nuestro paladar y que es un perfecto acompañante para carnes frías, pescados, empanadas, ensaladas, fiambres o quesos, entre otros.

El chutney sirve de acompañamiento para infinidad de platos. Pixabay

Queda claro que el chutney aporta un potente sabor original a una gran variedad de platos, pero además, este acompañamiento se adapta perfectamente a los diferentes gustos, pues dependerá de los elementos con los que lo elaboremos. Y es que, lejos de ser una receta única e inmutable, existen infinidad de tipos de chutney. De hecho, podemos crear tantos sabores como frutas o verduras tengamos en nuestra casa. Por ejemplo, podemos hacer un chutney de higos con curry, comino y vinagre balsámico; otro de tomate y albaricoque; de calabaza, naranja y jengibre: de piña y lima al romero o muchos otros tipos que se nos ocurran.

Cómo preparar chutney

A pesar de que a primera vista nos resulte un plato lejano o extraño, su elaboración es de lo más sencilla. Mucho más fácil que hacer la mermelada con la que estamos más familiarizados. En primer lugar, debemos pelar, limpiar y deshuesar las frutas y las verduras que vayamos a utilizar. Las trocearemos y las pondremos en una cazuela.

Una vez terminado este primer paso, añadiremos el vinagre, las especias y el azúcar. Es recomendable desleír antes las especias molidas en un poco de vinagre y agregar esta pasta a los ingredientes del chutney para que se traben con facilidad. Entonces, removemos todo a fuego lento hasta que veamos que se disuelve el azúcar y llevamos a ebullición.

Mientras se cuece, es posible que se creen pequeños charquitos que nos obligarán a ir removiendo todo bien. Una vez que veamos que la mezcla está espesa y se ha eliminado el exceso de líquido podremos repartirlo en varios tarros calentados. La duración de este proceso de cocción variará dependiendo las frutas y verduras que hayamos utilizado. Es decir, las frutas más duras y grandes, como por ejemplo una calabaza, tardará más en estar cocida que las más blandas, por ejemplo, un calabacín. De todas formas, no debería tardar más de una hora y media en estar listo.

El chtney se puede guardar en tarros que se conservan hasta dos o tres años. Pixabay

Los tarros en los que vamos a introducir el chutney deben estar calientes para que no estallen en el momento en el que vertamos el chutney hirviendo. Los podemos calentar en el horno, a baja potencia. Nada más meter el chutney en los tarros debemos cerrarlos inmediatamente con discos de papel parafinado, con el lado parafinado hacia abajo, y ajustando después la rosca a las tapaderas.

El chutney mejora con el tiempo, por eso es aconsejable conservar los tarros en un lugar fresco, oscuro, seco y ventilado durante al menos 3 meses. Además, no tenemos que tener demasiada preocupación en comerlos rápido, ya que duran unos 2 o 3 años. Pero, para que no se nos olviden las fechas, es muy recomendable poner etiquetas explicando el sabor del chutney y su fecha de elaboración.