Una empresa de 'caza talentos' captó en los fogones de un restaurante español de Singapur a Roberto Hernández (Madrid, 1975), quien tras deambular por las cocinas del suroeste asiático durante ocho años se lió la manta a la cabeza y aterrizó en Baku, la capital de Azerbaiyán, reclamado por Mehriban Aliyeva, la primera dama del país de la exunión soviética.

"Trabajaba para cuatro restaurantes en el impresionante edificio Sahil", uno de los más lujosos de la ciudad y con vistas privilegiadas al mar Caspio, explica el chef a las puerta de Latasia, la casa de comidas que regenta en el paseo de la Castellana 115, donde cada día deleita a su clientela con una carta que mezcla sabores peruanos y asiáticos con producto español de primera calidad. 

Solomillo 100% de bellota, agridulce y su tallarín saltado.

La exitosa aventura azerbaiyana animó al cocinero a montar su propio negocio en España, acompañado siempre por su hermano Sergio, y guiado por los sabios consejos de Rogelio Barahona, quien le inculcó la importancia de mimar siempre el producto para triunfar con sus recetas.

Y ese es el reto que cada día se marca Roberto Hernández en su diminuta cocina de 10 metros cuadrados donde fusiona sin descanso los sabores latinos y asiáticos que deleitaban a la sibarita Aliyeva.

Entre los clásicos de la carta, Roberto Hernández destaca su zamburiña atómica con mantequilla de ajo confitado, pasta de ají amarillo y pisco.

"Lo que pretendo es hacer una comida atemporal que además de alimentar, alegre el alma", explica mientras prepara una ensaladilla con bonito escabechado, camarones fritos y tobiko. Para compartir, el chef recomienda también su ceviche limeño de ají amarillo o el saam de alitas de pollo deshuesadas.

Como platos principales, Hernández defiende un sabroso solomillo 100% de bellota agridulce con tallarín saltado, el pez mantequilla al horno, marinado en miso y amontillado y el arroz chaufa de mariscos con chicharrón de chancho.

Roberto y Sergio Hernández en Latasia.

Para la nueva temporada, el cocinero apuesta por las mollejas en 3 cocciones, el dumpling de pollo al ajillo con reducción de su jugo y puré de ajo negro, el som tam de cigalas, anacardos y pomelo y un tiradito de lubina Kombujime, con 'dressing' japonés.

"La lubina es de estero y la compramos en Barbate", asegura Hernández, quien recuerda con cariño las jornadas maratonianas en la cocina que se pegó durante los momentos más complicados de la pandemia del coronavirus para asegurar la comida a las personas más desfavorecidas de Madrid. "Lo hicimos junto a la Asociación de Cocineros y Reposteros de la capital y gracias a los productos que nos daban los proveedores", concluye.