David de Jorge, más conocido como 'Robin Food', dio el salto de ETB a Telecinco hace un mes para ofrecer las recetas más "gamberras" de la parrilla televisiva y traer a las pantallas un estilo desenfadado, que ha hecho que le comparen con Jamie Oliver, uno de los cocineros con más éxito en este medio.

"Soy un gran consumidor de programas culinarios de televisión y de libros de cocina", asegura De Jorge en una entrevista con Efe, en la que dice admirar "mucho" a Oliver y considera un "honor" que le comparen con él. Ambos presentan recetas sencillas en las que animan a utilizar lo que se tenga en la despensa, sin ceñirse a medidas o ingredientes de forma estricta y metiendo las manos en la masa.

Años atrás disfrutaba con quien se considera pionero en esta forma un tanto irreverente de transmitir las recetas, el británico Keith Floyd, pero también con Rick Stein, Jean-Pierre Coffe, Elena Santonja, Karlos Arguiñano y Pedro Subijana, al que sucedió en las pantallas vascas en 2010.

De Jorge pasó de un plató de televisión de 18 metros cuadrados en el que le costaba rebullirse -llegó a pesar 276 kilos- a otro de 300 sin cambiar de ubicación, en Lasarte (Guipúzcoa), junto al restaurante de su amigo y socio Martín Berasategui, el único español con siete estrellas Michelin. Lo que no ha perdido en el cambio es su desparpajo ante las cámaras.

Tras este estilo desenfadado de mandiles coloridos y gritos de "¡viva Prusia!" hay un gran cocinero, el único del país que ha ganado dos veces el Campeonato de España de Cocina y formado con maestros como Pedro Subijana, Jaques Chibois, Miguel Guérard y Berasategui, de quien fue su jefe de cocina. De niño tenía el "Larousse Gastronomique" como "libro de cabecera".

Este currículo no le impide elaborar ante la audiencia recetas como refresco "chino cudeiro", atún con tomate "chupao", pasta con huevo "mamachicho" y dar cuenta de las "guarrindongadas" propias y de los espectadores, que le llegan "en tropel". "Nos encanta hacer el marrano" con mezclas como el bocata de paté con chocolate blanco o el de callos con crema de cacao y avellanas.

Humor sin chascarrillos -"no sé contar chistes, soy cocinero"- para no convertirse en "un gran somnífero" para unos telespectadores que "ven la receta de un tirón" y a quienes intenta "meter en la cazuela, que les llegue el sofrito".

Pasar de la cadena autonómica vasca a una nacional le ha obligado a aprender a "hablar más tranquilo" y a buscar recetas de todo el país porque quiere "que todo el mundo se sienta representado, que nadie crea que su cocina es menos valorada". "Que se vea que en Cuenca se cocina atascaburras y en Extremadura arroz de matanza".

Tarea que considera "muy divertida" y en la que ha ganado además en medios técnicos: "Grabamos en digital, hay más luz que antes, mejor factura". Más ventajas para quien se define como "muy perfeccionista y meticuloso".

En su nuevo programa mantiene la cita semanal con la báscula que comenzó hace dos años, tras pasar dos veces por quirófano -implantación de un balón gástrico y reducción de estómago- para superar su obesidad mórbida. Por el momento ha perdido 130 kilos y cree que, en este sentido, la televisión le ha "salvado la vida" porque es "mucha responsabilidad" pesarse ante la audiencia.

Ha incorporado nuevas secciones -cuenta con las recetas adelgazantes "bigote de gamba", las históricas, las rápidas "a toda mecha" y las "guarrindongadas"- pero mantiene su cita semanal con Berasategui. "Me da mucho respeto, y que venga al programa es un lujo. Él se remanga y hace que todo sea fácil", dice.

"Karlos Arguiñano es el más grande"

Aunque "Robin Food" no se emite a la misma hora que "Karlos Arguiñano en tu cocina" (Antena 3), las comparaciones son inevitables. "Karlos es el más grande del mundo; quizá sin Karlos no estaríamos los cocineros en televisión. No compito con él, es imposible, y cuantos más programas de cocina haya, mejor", resuelve.

"Yo no soy más que un cocinero cocinando y que intenta contarlo", asegura. Por ahora lo hace ante una audiencia de más de 900.000 espectadores.