Se cumplen dos años sin Millennium y no podemos hacer más que sacar los colores a quienes nos privaron del disfrute de su emisión durante otros cinco. El programa dirigido y presentado por Ramón Colom, éticamente hablando, era el más necesario y riguroso de la televisión pública actual. Dicho de otro modo: el más pertinente.
Durante sus cien semanas consecutivas de ausencia, y a la velocidad que ha viajado la actualidad, el mundo ha mudado de piel varias veces. Y no habría venido nada mal que los expertos, sin estridencias, sosegadamente, con el sello Colom, nos hubiesen explicado sus puntos de vista con el tono y el nivel que resulta imposible en cualquier otro programa de televisión. Resulta necio el argumento de su cancelación. El programa nunca fue suprimido del todo. Su futuro quedó a expensas de un patrocinador. Mientras tanto, TVE, semana tras semana, lanza productos en las antípodas de Millennium, con productoras privadas, y con facturas suculentas. El último, Dos parejas y un destino. Si digo el nombre de los viajeros, ya se dan una idea: Florentino Fernández, Gonzalo Miro, Anne Igartiburu, María del Monte, Jesulín de Ubrique, Chenoa, La Terremoto de Alcorcón y Pedro Delgado.
El programa puede ser muy respetable, dentro de la línea de actuación de las televisiones privadas. Pero que una televisión pública que niega el pan y la sal a un formato de excelencia como Millennium, bueno, bonito y barato, solamente se centre en proyectos como éste demuestra hasta qué punto anda desorientada. Mientras en su hermana mayor, RNE, han entendido sus funciones, la tele sigue siendo la casa de tócame Roque. El nuevo presidente del Consejo de Administración debería imponer cordura, aunque a estas alturas será muy complicado.
