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Adiós, Juanjo Cardenal

Jordi Hurtado, presentador de 'Saber y ganar'.

Ahora que a los 71 años se ha jubilado Juanjo Cardenal, la voz de Saber y ganar, es el momento valorar a qué se debe el éxito del formato. Afirmaba Cardenal en las entrevistas que ofreció en su despedida profesional que Saber y ganar era «pura magia». Yo nunca se la vi por ningún lado. Me pareció un formato gratuito, forzado, artificial, en el que en ningún caso existe un engranaje bien construido en cada una de las entregas que nos lleve a un clímax final. Un espectador puede incorporarse en cualquiera de sus 45 minutos de duración sin la sensación de haberse perdido nada. Sin la vibración que produce saborear todos los pasos en cualquier concurso que se precie: planteamiento, nudo y desenlace; esto es, primera confrontación, eliminatoria y fase final.

El concurso que presentaba Elisenda Roca, Cifras y letras, sí era un mecanismo de relojería. Mucho más sencillo y repetitivo en la mecánica, pero capaz de atrapar a quien se incorporase a él en cualquier minuto. Más erudito que Saber y ganar (esas cuidadas músicas de fondo en cada prueba), y más sofisticado. Pero foráneo, por lo que había que pagar derechos. En su sencillez, Quatro también era un tesoro. Ameno. Eficaz. Un juego de preguntas y respuestas donde completar un recuadro a base de palotes. También foráneo y también con derechos. Aunque Paco Vegara lo hiciera tan suyo que siempre parecía originalísimo.

¿Por qué, entonces, un formato tan ortopédico, permítaseme la palabra, triunfó de esta manera? Simplemente por encontrarse en el lugar adecuado. Por encontrar su nicho de espectadores. Y sobre todo por no moverse de su lugar. El tiempo hizo el resto.

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