La espera ha terminado para los seguidores de 'Pesadilla en la cocina'. Casi tres años después de su última emisión, el popular formato presentado por Alberto Chicote regresa este jueves a laSexta (22:30 horas) con su octava temporada. Desde su estreno en el año 2012, el formato ha cosechado grandes audiencias y su presentador confía en que así va a seguir siendo. "Creo que la expectación es enorme", asegura el cocinero en una entrevista con YOTELE. Además, hace balance de sus diez años al frente del espacio y habla también sobre su papel al frente de las Campanadas de Antena 3 con Cristina Pedroche.

¿Qué pueden esperar los espectadores de esta temporada?

Lo primero, 'Pesadilla en la cocina' en estado puro. Es la temporada más diversa que hemos grabado hasta ahora y, para mí, la mejor. Tenemos diez programas y cada uno de ellos tiene un factor que les define. Hay programas muy emotivos, otros descacharrantes, otros más profesionales, otros más de aficionados... Hay de todo. La estructura del programa es la que es y no se puede cambiar, pero hemos intentado que las historias sean muy diversas y creo que hemos dado en el clavo.  

Tu primera parada será un restaurante italiano. ¿Qué puedes avanzar de la entrega de este jueves?

Ha coincidido que el primer programa que grabamos de la temporada es también el de estreno. Tiene un poco de todo. Bastantes dosis de emotividad, personajes enormes y un restaurante que te puedes encontrar en cada barrio. La historia es bastante espeluznante, veremos a una persona que habiendo logrado mucho éxito en el mundo de la restauración, de repente afronta un proyecto diferente y se encuentra con muchos problemas para sacarlo adelante. 

Además, el formato cumple 10 años. Después de tantas temporadas, ¿todavía hay margen para seguir sorprendiendo?

Estoy convencido de que es un formato prácticamente incombustible. Desde su estreno en 2012 ha seguido funcionando sin ningún tipo de problema, contra unos programas y contra otros. También funciona de maravilla con sus reposiciones en Mega. Parece que no se acaba y yo, desde luego, mientras la cadena quiera hacerlo, seguiré ahí el tiempo que haga falta... Me veo con bastón. 

Han pasado casi tres años desde la anterior edición. ¿Hay cierta inquietud por ver si los espectadores tienen las mismas ganas de 'Pesadilla' que antes?

Personalmente, ninguna. Sobre todo porque, desde que emitimos el último programa de 'Pesadilla en la cocina', no ha habido ni un solo día en el que nadie haya preguntado por redes sociales que cuándo volvíamos. Creo que la expectación es enorme. Cuando por fin dijimos la fecha de estreno, muchísima gente empezó a comentar que no se lo piensa perder. Eso me parece que muestra las ganas que hay por la nueva temporada, estoy convencido de que va a seguir teniendo a su legión de 'pesadilleros'. 

Estos tres años sin 'Pesadilla' ha sido por culpa de la pandemia. Pero, ¿el descanso le ha venido bien al programa?

Es cierto que crece la expectación. Hay mucho tiempo y mucho fan. Lo he comentado muchas veces con miembros del equipo y con mucha otra gente: desde que se emitió el último programa, hace como dos años y medio o tres, no ha habido un día que no haya recibido un mensaje diciendo: '¿Y 'Pesadilla', cuándo?'. Es un programa que tiene mucho adepto, y eso me hace sentir muy bien. Cuando de repente te encuentras con alguien que viene al restaurante y te dice que te estuvo viendo ayer, piensas: '¿Y qué estuvo viendo este hombre?'. Y es que se tragan los repetidos. Para mí, tener ahora la oportunidad de estrenar la octava temporada es la hostia. Suena a rebundante, pero esta temporada es la mejor porque tiene más de todo.

¿Cómo recuerdas ese primer día en el que retomáis las grabaciones y llegas de nuevo un restaurante?

Muy loco, de verdad. Habitualmente, el equipo llega el domingo a la localización, montan las cámaras robotizadas, el control se coloca dentro del establecimiento si hay sitio o en una furgoneta fuera... En este caso fue en una furgoneta porque el sitio era chiquitito y no había opción. No te pones la chaquetilla hasta la tarde, porque la primera llegada es como cliente. Y recuerdo mucho la inquietud de decir, '¿Cómo era esto?'. Cuando lo hice la primera vez, en La Tana (Pinto), tenía al director que era Juampi Cofré y a María Rekarte al frente del programa, y me iban ayudando todo el rato. ¿Qué pasa ahora? Ahora entienden que yo sé más que ellos de 'Pesadilla' porque lo llevo haciendo más de 10 años.

Ahora nadie te dice, 'Alberto, acuérdate de que esto era así'. Había mucha inquietud en torno a esto, pero una vez que das el primer paso, cruzas la puerta y te encuentras con la situación, va todo de corrido. Recuerdo llamar a mi mujer, y decirle: ¿Te acuerdas de cómo estaba ayer? Pues olvídate, ya está. No te preocupes por mí'.

¿Se hace igual de duro que antes?

Durísimo, te lo aseguro. Mi mujer dice que cuando estoy en modo 'Pesadilla', olvídate de mí. Son cuatro meses en que me olvido del mundo. Tengo un día de descanso, o dos, para estar con mi mujer y mi familia, y ahora con mi restaurante, y no atiendo a nada. No voy a ningún lado, ni al cine, ni a comer, ni nada. Solamente esto. 'Pesadilla' es muy exigente. Y no puedo decirle a un tipo que tiene un restaurante y reclama tu atención que se me olvidó decirle algo o que me lo repita otra vez. No puedes.

Yo me lo tomo así, con mucha concentración y dedicación, para que cuando tú te vayas a casa después de grabar no se haya quedado nada del tintero. ¿Sabes la cantidad de información que recibe la gente con la que trabajamos que tú no ves? ¿Cómo contar, cómo servir, cómo conservar...? No lo puedes meter todos los programas porque sería un coñazo. Sería como un curso cada semana, pero lo hacemos siempre. No lo veis, pero lo hacemos, con la intención de que eso funcione, y que cuando nos vayamos nosotros, con un mayor esfuerzo o menor, puedan continuar con el trabajo. Que es lo que está esperando todo el mundo.

Cuando 'Pesadilla' llega a un restaurante, en una ciudad se entera todo el barrio, pero en un pueblo hasta viene el alcalde a saludarnos. Tenemos que montar colas de fotos cuando terminamos de grabar. Somos como el Circo Price, como una atracción de la hostia. Cuando nos vamos después de grabar, está el pueblo deseando saber qué ha pasado ahí, qué van a ofrecer, cómo ha quedado el sitio. Eso es real, no es por la tele. Salimos el viernes y el sábado quieren estar ahí, porque han estado en la puerta mirando. Y esa es la oportunidad de la que hablo. No hablamos de negocios que quieran una estrella Michelín, sino de negocios que quieren sobrevivir, de mantener a su familia.

¿Cómo reconduces la situación cuando los dueños o los trabajadores se ponen en contra?

Es buscar lo que hace “tic”. Hay cosas que importan de verdad y otras cosas que no. Al igual no te has dado cuenta y estás poniendo por delante cosas por delante que no eran importante que estás dejando de lado, o lo has dado por hecho, y no te das cuenta algo tan sencillo como que tus hijos dependan directamente de ti. Hay gente que no ha pensado qué pasaría si de verdad tuviera que cerrar.

Es una cosa que digo muchas veces: por desgracia, todo lo que no te han dicho los que debieran habértelo dicho me toca decírtelo a mí. Todo concentrado y de golpe. No tengo tiempo que perder. Si para grabar un programa de 'Pesadilla en la cocina' me das un mes en vez de una semana igual voy más suave. O no, no lo sé... Pero llega un momento en que tienes que decirle a alguien: 'Esto es así. Si cierras le deberás 200.000 euros al banco, con tu hija en la universidad... ¿Cómo has pensado gestionar esto? ¿Crees que no va a ocurrir? No haces más que perder pasta, el banco te dirá un día tal, te van a cortar la luz y el gas... Es más, esto nos ha ocurrido en mitad de la grabación en más de una ocasión y hemos tenido que pagar la factura del tío para poder encender los fuegos al día siguiente. Tuvimos que hacerlo porque si no, no puedes.

El programa siempre se ha caracterizado por situaciones de tensión extrema. ¿Habéis vivido algún momento complicado durante el rodaje?

Sí. Cuando te encuentras con la gente que está al frente de los restaurantes, con ese estado de decaimiento, dejadez y pérdida de interés, quieres intentar recomponer todo eso... Y al final se produce mucha tensión. Daría igual que no estuvieran las cámaras grabando, sería lo mismo. Cuando alguien piensa que está haciendo el trabajo de forma maravillosa, no funciona y tú le dices que debería hacerlo de otra forma, siempre se producen momentos de tensión. Pero no solo pasa en 'Pesadilla en la cocina', sino en muchas situaciones de la vida. 

¿Qué valoración haces de tu evolución a lo largo de estos diez años? ¿Cómo ha cambiado Chicote en este tiempo?

Sobre todo, ahora tengo un conocimiento del medio y del trabajo que antes no tenía. Cuando empecé a grabar 'Pesadilla' yo conocía el lado más gastronómico, sabía cómo tenía que hacer las cosas. Pero no tenía conocimiento de la televisión como tal, no me había preparado para eso. Si en diez años no hubiese aprendido nada, no diría nada bueno de mí. He aprendido a hacerlo mejor y a estar pendiente de otras cosas más relacionadas con la tele, pero me sigo esforzando en tener el mismo nivel de empatía, de interés y de control profesional de lo que estoy haciendo para intentar llegar a límites que no quiero conocer. Tocar techo tiene que ser una sensación muy desagradable, mis sueños y horizontes siempre me los he puesto muy lejos. 

Al cumplir 10 años, ¿la implicación emocional va siendo menor?

No, nunca. Mi implicación es solamente emocional. Mi trabajo profesional es una cosa y la implicación personal es otra. Yo me esfuerzo muchísimo, al irme y al llegar. Sin eso no puedo trabajar. No puedo hablar contigo cara a cara si no me pongo en tus zapatos. ¿Cómo le diseñas una carta y una oferta a un tipo que no va a poder realizarla? ¿Para qué, para quedar yo de guay? Tengo que saber lo que tú puedes, cuáles son tus circunstancias y posibilidades. Te tengo que ofrecer una oportunidad real. A partir de ahí, es tu responsabilidad. Te puedo enseñar a escribir, pero si no estás dispuesto a ponerte media hora delante del teclado...

Has presentado muchos formatos en Atresmedia y uno de los más recordados es 'Top Chef'. ¿Sería un buen momento de recuperarlo, teniendo en cuenta la actual posición de liderazgo de Antena 3?

No soy yo al que le toca decidir cuándo vuelve un programa y cuándo no, pero si fuese por mí, a mí me parecía un formato maravilloso. Hicimos cuatro temporadas y las disfrutamos muchísimo, los resultados fueron buenos pero en su momento la cadena decidió que había que parar. No sé si se han planteado en algún momento volverlo a sacar adelante, pero en el caso de que fuese así, aquí estoy yo el primero para decir: "Venga, recoge tus cuchillos y vete". Fue un programa que me hizo muy feliz, conocí a muchos compañeros y concursantes maravillosos. A la mayoría de ellos les ha ido de lujo después de 'Top Chef'. 

¿Hay algo más que te gustaría hacer en televisión?

Me fío mucho de la gente que está al frente de un grupo como Atresmedia. Sé que me tienen siempre en su cabeza y que, cuando hay un proyecto que me pueda encajar, no voy a tener ni que decirlo. Tengo mucha confianza que tengo en quienes han ido decidiendo. No podría decir ahora que me gustaría hacer un concurso u otro formato, porque ni siquiera lo sé, pero sé que si hay algo a mi alcance me dirán que me ponga con eso. Por este motivo hice 'Auténticos', 'Fuera del mapa', los especiales de alimentación... Mirando para atrás, la verdad es que ha dado para mucho. 

Además, este 31 de diciembre también te veremos de nuevo en las Campanadas de Antena 3.

Sí, tanto Cristina como yo estaremos de nuevo en la Puerta del Sol para darle la entrada al 2023. 

Imagino que con expectativas de superar todavía más los datos del año pasado, cuando ya os hicisteis con el liderazgo por encima de TVE...

Recuerdo que el primer año que hice las Campanadas, que fue en laSexta con Sandra Sabatés, alguien me dijo La 1 era la que mandaba y que eso no se iba a romper. Más adelante ya pasé a hacerlo en Antena 3 con Cristina y cada año era como un escalón más allá. Ahí ya empezamos a soñar con que igual llegaba el día en el que podíamos romper esa regla histórica de que las Campanadas eran de La 1. Hace unos años nos quedamos a solo unos espectadores y decíamos... ¡No me jodas! La verdad es que el año pasado, cuando salieron las audiencias y vimos que habíamos ganado a La 1 por varios puntos, tuvimos un subidón al ver que aquello que parecía imposible no lo era.