Además de mostrar especímenes humanos de toda condición, "First Dates" siempre nos acaba enseñando algo. Esta semana, además, en el programa de citas de Cuatro se han dado las dos circunstancias.

Una de las parejas, la formada por Aner y Alazne, que por si no lo sospechabas ambos vascos, nos dejaron momentos muy singulares.

Empezando por su coincidencia en acudir a la cita "más negros que los cojones de un grillo". No fue, ni mucho menos, el único punto en común de estos dos participantes, a cada cual más espontáneo y natural.

Segundas oportunidades

Aner, encantado de que a su cita le guste ser empotrada

Era la segunda participación de él en el programa después de que la primera le saliera rana. Llegaba con la esperanza de encontrar a una mujer "jatorra". Y aquí hay que hacer una primera pausa para aclarar a los que no hablan euskera que este vocablo, sin trasunto exacto en castellano (¿maja se aproximaría?), viene a significar a alguien auténtico, leal, noble, que luce siempre una sonrisa y en quien puedes confiar ciegamente.

Y se encontró con otra participante que repetía, Alazne, que era justo lo que buscaba: una chica con la que descubrió que "se puede hablar de todo". También a ella le agradó de él su sinceridad, aunque no tanto sus melenas de rockero, que le cortaría para una segunda cita.

Así de primeras, Aner, a quien su escote le puso visiblemente nervioso, no le entró por la vista, pero decidió darle el beneficio de la duda a este panadero que adivinó que ella era peluquera por su tatuaje de unas tijeras.

La música tampoco fue un nexo muy claro, ya que él es de heavy metal y ella prefiere bailar techno, aunque sí coincidieron en que les gusta disfrutar y pasarlo bien a tope.

"Me gusta que me empotren y también empotrar yo"

Alazne, la peluquera a la que le da morbo que la empotren

Tras esos preliminares hablando de lo típico, fueron al grano: el sexo. Y en ese punto Alazne desveló que le encanta que "la empotren", mostrándose él dispuestísimo a afrontar tamaño reto: "yo la empotro por delante y por detrás". Sin embargo, la peluquera confesó a cámara que su cita "no le daba el perfil de empotrador".

El hombre no se arredró al oír que a ella también le gustaba "empotrar". De hecho, apuntó que ese "empotramiento reciproco" le sonaba a "grupo punky, yo te hago los coros y tú cantas".

Del palabrerío pasaron al fotomatón, donde concluyeron su velada dándose besitos en el cuello... y también el sí para una segunda cita que tendrá lugar en Basauri.

¿Habrá un empotramiento muy jatorro? Solo el tiempo y, llegado el caso, los destrozos en el alicatado del lugar elegido lo dirán.