Todos queríamos ver el regreso de las cinco de Monterrey. A pesar de que la primera temporada de 'Big Little Lies' contaba una historia totalmente cerrada, la buena química entre las protagonistas hacía que quisiéramos saber más de ellas y nos interesaba lo que les pasara. Mientras Antena 3 ha terminado de emitir en abierto la primera entrega, la semana pasada HBO completó la segunda y de momento última, con el reclamo de la incorporación al reparto de una de las mejores actrices de Hollywood, Meryl Streep.

Terminados los siete episodios, es el momento en que se reabre el debate de si era necesaria esta nueva temporada o, por el contrario, si se ha tratado de estirar artificialmente el chicle. Algo como lo que les está pasando a 'El cuento de la criada'. Hay que admitir que, aunque esta temporada ha sido inferior a la primera, nos ha dejado grandes momentos. Principalmente, el duelo interpretativo entre Nicole Kidman y Meryl Streep, sobre todo en el último episodio con ambas enfrentadas en el estrado durante un juicio. La creadora de la novela en la que se basó la serie, Liane Moriarty, ya ha dicho que tiene ideas para continuar con la historia. Sin embargo, la serie ha quedado bastante tocada a cuenta de la polémica por cómo los productores de la cadena han tratado el trabajo de la directora, Andrea Arnold.

El cineasta Jean-Marc Valley fue quien se encargó de la primera temporada y también realizó para HBO otro de sus éxitos del año pasado, Heridas Abiertas. Para la segunda temporada de Big Little Lies, los productores recurrieron a otra cineasta independiente, Andrea Arnold, que ya había trabajado para televisión como directora de episodios de las series de Jill Soloway Transparent y de I Love Dick para Amazon.

La polémica se ha suscitado porque nadie le avisó de que no iba a tener ningún control creativo sobre el resultado final del material rodado. Todo lo que ella filmara iba a ser editado y montado para garantizar una unidad estética con la primera temporada. Parece que en la mesa de montaje se han quedado tramas enteras y se han reutilizado escenas de la anterior entrega.

¿Estará entre ese material las escenas en las que se nos cuentan a cuento de qué vienen las tramas de los personajes interpretados por Reese Witherspoon y Laura Dern? O se explicará por qué hay varios episodios que empiezan con el flashback del impactante final de la primera temporada desde el punto de vista de cada uno de los protagonistas sin saber a cuento de qué? El resultado que seguramente no habrá gustado a la realizadora, aunque ella de momento no ha dicho nada públicamente.

Pero resulta paradójico que esto haya ocurrido en una serie que ha hecho bandera del feminismo. ¿Hubiera pasado lo mismo si esta segunda temporada hubiera estado rodada por un director masculino? No es el mejor mensaje que recurras a una directora con una marcada trayectoria y luego suprimas todo su estilo a la nada en la mesa de montaje. Tanto Nicole Kidman como Reese Witherspoon ya han salido para negar el maltrato a la directora en una entrevista en Entertainment Weekly y defender al showrunner, manteniendo que en televisión el control creativo no corresponde en exclusiva al director, sino que hay más personas implicadas. (En este punto conviene recordar que las dos son también productoras de la serie). Sospecho que éste es uno de esos momentos en que sí sería recomendable lanzar el montaje de la directora y comparar resultados.

Hay que admitir que el estilo de Andrea Arnold es muy personal, pero si eso iba a ser un problema, ¿no habría sido mejorar contratar a otra persona? El problema es que da la sensación de que se han quedado muchas cosas en el tintero, algo que se supone que no debería pasar cuando fichas a una única persona para ejercer labores de dirección y que tenga en mente el conjunto de toda la historia. Y lo malo es que ha sido una continuación muy digna.

Cuando terminó la primera temporada, pensábamos que las cinco de Monterrey iban a quedar impunes de la manera en que habían resuelto la situación de maltrato que sufría el personaje de Nicole Kidman (Celeste Wright), al más puro estilo Tomates verdes fritos, mientras que para algunas de ellas empezaba una gran amistad. Pero la segunda temporada, da un manotazo sobre esa falsa sensación que nos trasladó el epílogo de la anterior. Los remordimientos parecen haberse apoderado de algunas de ellas, que parecen sufrir el síndrome de Raskolnikov en Crimen y Castigo.

Para complicar todo, llega al pueblo la suegra de Celeste para averiguar la verdad de lo que pasó con su hijo. El papel de Mary Louise está interpretado por Meryl Streep y ya está en todas las quinielas para el Emmy a la mejor actriz secundaria del año que viene. Mary Louise parece una simpática y vulnerable ancianita, pero sabemos que bajo su aparente fragilidad no se esconde trigo limpio. Una de las incógnitas de la temporada ha sido el de resolver cuánto de Mary Louise había en el monstruo en el que se convirtió su hijo.

El argumento deja patente algo que ya se insinuó en la temporada anterior, cómo la situación de maltrato pasa de padres a hijos. El niño maltratado se convertirá en maltratador y posiblemente sus hijos acabarán siéndolo algún día sino se rompe el círculo. En una entrevista para Vanity Fair, una de las actrices del reparto hablaba de tensiones entre la propia Meryl Streep y la directora Andrea Arnold. La actriz es Poorna Jagannathan, que interpreta a la abogada de Celeste, y relató a Streep no le gustó nada que la realizadora le recordara que su personaje era la villana de la historia. "Eso no es cosa tuya", le respondió Meryl Streep. Y es que hay reconocer que no se puede decir que el personaje de Mary Louise sea malvado. Tan sólo es alguien que lucha por sus intereses, aunque no siempre juega limpio.

El conflicto entre Celeste y Mary Louise ha sido el hilo central de esta nueva temporada, del mismo modo que en la primera lo fue la situación de malos tratos de Celeste. En el resto de los personajes, vemos cómo aprender a vivir con lo que hicieron y cómo la mentira que se han inventado les repercute en su vida cotidiana. Estas tramas quedan más desdibujadas y no sabemos cuánto de lo que quería contar en ellas se han quedado en la mesa de montaje. Por eso, la decisión final que las cinco de Monterrey toman al final de la temporada, aunque lógica, también me pareció un tanto desconcertante. Hasta el punto de que tuve que revisar los últimos diez minutos para comprobar si es que me había perdido algo. La segunda temporada nos ha dejado con un final totalmente abierto a la posibilidad de que alguien pueda seguir contándonos la historia de este grupo de mujeres.

Tras la polémica con la directora y la apretada agenda de las actrices protagonistas, hoy por hoy es un poco complicada la posibilidad de que haya tercera temporada. Quizá las cosas estén más claras cuando los ejecutivos de la cadena hagan números, porque no hay duda de que ha sido una de las series más vistas de la plataforma este verano. Eso sí, para esas ideas que la escritora dice tener en mente habrá que esperar. Ya ha dicho que necesita tiempo para madurarlas y darles forma, pero avisa de que habrá un salto en el tiempo y no hay que descartar que los hijos de las protagonistas ya se encuentren en la adolescencia.