Si la versión 2.0 de Cuerda de presos va a contar con muchas entregas como la que protagonizó Paco Granados, el programa Lo de Évole podría llamarse con más propiedad La barbacoa de Évole. Es difícil blanquear más la imagen de un invitado tras el paso por su programa.

Qué bien quedó Paco Granados en esta particular versión de Mi casa la tuya. Qué campechanía. Qué arte hasta para pronunciar los tacos. La puesta en escena hace maravillas. Mientras en otros programas de la factoría Évole creaban un clima pesadillesco, una atmósfera casi de terror, aquí se optó por el making off, por las tomas falsas, por el "pero esto no lo grabes", por el buen rollo imperante en el equipo de producción que preparaba la entrevista y la pareja protagonista tratándose como colegas que no están grabando un programa de televisión, sino que lo harán más tarde. Blanqueo en estado puro. Para desembocar en una entrevista en la que daban ganas de abrazar a su protagonista. "Me has emocionao", Jordi. Y Paco echando la lagrimita. Corten. ¿El millón en Suiza? Un fallo lo tiene cualquiera.

En el encuentro inicial con Oriol Junqueras éste salió ungido y bendecido como un mártir. Espero no ver entre la nómina de selectos políticos excarcelados entrevistados por Évole a Eduardo Zaplana. Aunque éste es demasiado listo para haber aceptado la cita ante las cámaras.

Para mí que la mejor entrega de Lo de Évole puede ser la última, que si mi intuición no falla será el cara a cara entre Jordi y Jesús Quintero. Ahí sí me espero un derroche de recursos entre dos comunicadores televisivos que representan a dos generaciones bien alejadas