Han sido los informativos de la cadena A-3 TV los que más se han proyectado, y más han resaltado, la ratificación del Tribunal Supremo sobre las condenas del caso de los ERE de Andalucía. En las Noticias de las 15h y de las 21h. ha sido tema apertura. Le han dado un tratamiento amplio, intenso e incisivo.

En la otra gran cadena del grupo Atresmedia, en La Sexta, la intensidad ha disminuido. Han abordado el tema, naturalmente, pero con menor vehemencia. Sin elevar el asunto a cotas superlativas. Es lo apasionante de este imperio televisivo: tiene dos cadenas, y cada una te enseña lo que ocurre según sus propias dioptrías.

Quisiera resaltar un momento de A-3 TV que a mí me ha parecido significativo. Después de un repaso profundo a la condena, colocando en la gran pantalla del plató el rostro de los 14 sentenciados más principales, se han detenido en el caso de José Antonio Griñán, expresidente de la Junta de Andalucía, ex ministro, ex presidente del PSOE, y al que le han caído seis años de prisión.

Y echando mano del archivo nos han colocado aquel tremendo instante, aquella entrevista en Onda Cero, el pasado 21 de marzo, un momento radifónico que fue grabado entonces por las cámaras para hacer las habituales sinergias televisivas. Fue cuando Carlos Alsina le preguntó –repito, el pasado 21 de marzo– qué haría si el Supremo ratificase la condena. Y Griñán, con semblante abatido, respondió: "Si eso ocurriera no tendría más remedio que acatar la sentencia, y mi vida habría terminado". Se produjo entonces una pausa tensa. Y Griñán añadió: "Voy a cumplir 76 años... A esa edad ¿qué es lo que queda?". ¡Ah! Un gran silencio radiofónico envolvió aquel momento.

Visto ahora por la tele resulta más inquietante todavía. Esta redifusión de las trágicas palabras de Griñán, de hace 4 meses, volcadas ahora, cuando la condena ya es firme, me parece discutible. No soy partidario de usar la tele para saborear el infortunio de quien ya está en situación de caído.

En una de las primeras novelas de no ficción de Tom Wolfe –para unos un posturista, para otros el padre del nuevo periodismo– titulada ‘Ponche de ácido lisérgico’ (1968), escribe: «Todos estamos condenados de por vida a mirar la película de nuestras vidas». No dice nada de si debe ser la tele quien pase a su gusto la película. En cualquier caso, un interesante debate está servido.