La liga femenina de waterpolo está formada por doce equipos. Siguiendo la estela de los chicos, la mitad son catalanes: Sabadell, Marató, Sant Andreu, Mediterrani, Terrassa y Sant Feliu. Y también están el Dos Hermanas de Sevilla, Zaragoza, UPNA de Navarra, y los madrileños Moscardó, Concepción Ciudad Lineal y La Latina. Apenas hay 570 licencias en todo el territorio español.

Si existen las derrotas dulces en una final olímpica, seguramente la sufrida por España ante Estados Unidos (8-5) sea el paradigma, porque el equipo de Miki Oca se ha estrenado en una competición olímpica a lo grande, optando al título y mostrando que todo es posible cuando existe un plan.

España no perdió porque le pesó la responsabilidad ni tampoco porque no creyera en sus posibilidades, sino por la calidad del rival. Estados Unidos, que cedió ante las de Oca un empate en la primera fase, aprendió la lección, tiro de físico y de oficio y se llevó el partido.

Letal fue el parcial 4-1 del segundo cuarto. Dominaba España por 1-2, pero decidió el técnico estadounidense, Adam Krikorian, poner más combustible en su locomotora. Apretó la defensa, obligó a las españolas a jugar muy lejos en ataque y poco a poco fue imponiendo su físico. No hubo forma de dar con la tecla y el marcador llegó a ensancharse hasta un 8-2, maquillado después.

A pesar de la derrota, la plata es el triunfo del método, de creer en sus propias posibilidades y de engrandecer sus cualidades. De echar por tierra los prejuicios, de acabar con los pronósticos y de pensar en positivo con independencia del rival a las que se midan.

Dice Miki Oca que no es el responsable de ese carácter ganador en el que se han instalado sus chicas desde hace poco, pero para ellas su técnico es el espejo en el que se miran. Un tipo al que veneran, un campeón olímpico, un entrenador que les ha llevado a lo más alto cuando ellas difícilmente podían sacar la cabeza en la elite.

Y el viaje no ha sido tan largo. Oca insiste en que sus jugadoras sólo tienen que hacer lo que saben hacer bien y minimizar sus carencias, las físicas y las técnicas, aunque en ocasiones, como hoy, cuando te mides a un equipo dos veces subcampeón olímpico, las cosas no salgan como se espera.

A pesar de la derrota, este equipo ha puesto a España en el mapa del waterpolo femenino mundial, toda una revelación, una declaración de intenciones para lo que se viene en un equipo con tan solo 23 años de media.

Y, lo que puede ser mejor: que al calor de esta plata, haya más niñas que llamen a la puerta de los clubes de natación para, en lugar de cubrir un largo tras otro, acompañarlos de un balón, contacto y equipo.

En el 22º del medallero

La jornada de España incluyó también un nuevo diploma, el de Erika Villaécija, octava en la carrera de 10 kilómetros a nado.

Ayer no hubo oros y España baja un peldaño en el medallero hasta el puesto 22 con once preseas. Hay que hacer un poco más para arreglar el balance.