Las principales esperanzas para la delegación española se centraban el domingo en lo que pudiera hacer su heroína y abanderada, Mireia Belmonte, fija con su cita con el podio desde que en Londres se aupó al segundo escalafón en una vibrante carrera de 200 mariposa. Luego triunfó también en los 800 en Inglaterra, así que salió entonces como doble medallista olímpica. Cuatro años después, en Brasil tampoco le pudo la presión ni la condición de favorita, y repitió hazaña. Otra vez en los mariposa y también en los 400 estilos, donde este domingo -de madrugada en España- desafiaba a los pronósticos agoreros, entre ellos el suyo propio.

Las brazadas de la catalana se quedaron a un suspiro del bronce, pero a la hora de hacer balance prefirió Belmonte la satisfacción a las lamentaciones. Cierto es que en los Juegos se tasa a los deportistas al peso de sus medallas, pero su cuarto puesto sabe a mucho. Primero, porque el período de preparación y superación de las adversidades ha sido durísimo; y segundo, porque es como una invitación a soñar con metal en las pruebas que aún le faltan.

"¡Qué pena!", escuchó Mireia de los periodistas en la zona mixta, abarrotada de españoles. "No, qué alegría", replicó la abanderada, que abrió un segundo día de fuertes emociones y mayoría de decepciones. Había grandes opciones en el taekwondo por el cuadro presuntamente favorable para el debutante Pérez Polo, pero se fue a casa a las primeras de cambio y sin poder emular a la brillante Cerezo, cuya plata en el medallero aún busca compañía. Cuádruple desilusión fue la del judo, que añadió a las decepciones de Garrido y Figueroa las de Ana Pérez y Gaitero. Ya solo queda en liza el favoritísimo Nikoloz Sherazadishvili.

Además, en Enoshima empezó la vela. Es una isla paradisíaca y que ofrece belleza por todos los poros de su piel. También para los regatistas, que navegan como peces en el agua con un ojo en el mar y otro en la previsión meteorológica. Desde hace días se habla en Japón de la amenaza de un par de tifones, uno de los cuales amenaza directamente el calendario de pruebas y competiciones. También golpea (y con fuerza) el covid, que Alejandro Blanco pide que interioricemos en nuestro vocabulario y lo asimilemos como un peligro real. Si el día de la inauguración la armada española estuvo en vilo por el ciclismo, el sábado fue por un presunto positivo en la convocatoria de hockey. No obstante, el mazazo más duro llegó entrada la tarde en Japón, cuando el COE oficializó la baja de Jon Rahm. La noticia cayó como un rayo.

El indiscutible dominador del golf mundial era una clara opción de medalla que deja huérfana la competición y se suma a Nadal y Carolina en la lista de bajas que más duelen. En su caso, por un positivo de difícil explicación. Vacunado y con antecedente de coronavirus, resulta un galimatías difícil de explicar esta nueva e inoportuna infección. Un golpe terrible para la familia olímpica española. Un positivo que aún escuece.