En la primera década del siglo XX la propiedad de la finca pasó a manos de Vicente Amat Furió, abogado del Tribunal Supremo de Madrid y relator de la Audiencia de Barcelona. La mansión señorial se la debemos a él, así como el primer jardín que con algunas modificaciones se conserva en la actualidad. La periodista petrerense Patricia Navarro, en su inédito estudio sobre la prensa de Petrer, recoge una noticia de la revista «Vinalopó» de Elda, del año 1903, en la que se puede leer que la Sociedad de Socorro Mutuo la «Protectora», cuyo presidente era Vicente Amat, organizó «...la culta fiesta del árbol y regaló a los niños pinitos que plantaron en una eminencia cerca de la carretera de Ocaña». Posteriores matrimonios, herencias y pagos por deudas convierten al abogado y hacendado alicantino Plácido Gras Boix en propietario de la finca. El señor Gras convierte El Poblet «en una especie de oasis» con un cuidado esmerado de los jardines y una diversificación de cultivos regados con la compra de agua en abundancia.

José María Navarro, «Costalet», en su libro de memorias «Nacer y Vivir en Petrer», cuenta que la finca El Poblet «... había sido un lugar inaccesible. En el pueblo se sabía de su existencia, pero pocos privilegiados la conocían (...) Al comenzar la guerra el Estado Republicano se incautó de la totalidad de la finca y durante un prolongado periodo se instaló un hospital regentado por petrelenses». El Poblet fue también colonia infantil y más tarde base de protección de vuelo «para comunicarse con los aviones que pasaban próximos». Queda añadir que desde el 25 de febrero de 1939 la finca El Poblet se convierte en la Posición Yuste, lugar estratégico que albergará el último reducto del poder legal de la II República, sitio histórico y lugar donde el presidente del Gobierno D. Juan Negrín y sus ministros se instalarán hasta su partida al exilio por el aeródromo del Fondó de Monòver.

Innumerables libros de historia en todos los idiomas del mundo cuentan los detalles de lo acontecido durante los últimos días del Gobierno legal de la República en el enclave de la Posición Yuste, es decir, de El Poblet. José Ramón Valero, profesor de la Universidad de Alicante, en su libro «El Territorio de la Derrota», nos relata que el 27 de febrero de 1939, en el palacete de El Poblet, el presidente del Gobierno D. Juan Negrín recibió la noticia de la dimisión del presidente de la República D. Manuel Azaña, el reconocimiento ese mismo día del Gobierno de Franco por parte de Francia y Gran Bretaña o el golpe de Estado del coronel Casado en Madrid. También es aquí donde se celebran los dos últimos Consejos de Ministros y también donde se desarrolla la famosa conversación telefónica entre Casado y Negrín, relatada de distinta forma por García Prada, Cordón, Casado o Max Aub, entre otros.

Por tanto, resulta difícil comprender por qué El Poblet, sus inmuebles, jardines y su zona forestal no gozan de una protección especial por parte del Estado, la Generalitat o el Ayuntamiento y por qué no pueden ser visitados dada su relevancia como patrimonio histórico y monumental. Lo cierto es que el grado de protección que se le asigna en el catálogo-inventario de patrimonio en el Plan General de Petrer es el mismo que tiene cualquier fachada singular del caso urbano de la población. A pesar de esta irresponsabilidad de los poderes públicos, parece ser que la finca se encuentra en buen estado de conservación, aunque está prohibido penetrar a su interior para comprobarlo. Desde el exterior y por algunas personas que han logrado visitarlo, hemos podido saber que los jardines se conservan en buen estado, algunos árboles y ramas de la vieja pinada han caído por falta de poda y los inmuebles se conservan en buen estado gracias a los cuidados de su propietario, D. Plácido Gras, que supera los noventa años de edad y que, a pesar de vivir en Alicante, gasta su dinero en el mantenimiento de la finca.

La Ley de Patrimonio Valenciano de 1998 contiene la figura de Bien de Interés Cultural o BIC para proteger y conservar el patrimonio cultural de cierta relevancia de su deterioro o desaparición. Su articulado explica que no es necesario que la administración sea propietaria del inmueble, lugar, sitio o jardín para ejercer la obligación de conservarlos y mantenerlos a través de ayudas o subvenciones económicas así como vigilando y prohibiendo la alteración o reforma que modifique su estado original.

Durante treinta años, muchas han sido las noticias sobre la puesta en valor de El Poblet. En 1986 «El Carrer» escribía sobre el interés del Ministerio de Cultura para que El Poblet fuera patrimonio del Estado. La Mancomunidad en 1979, durante una sesión «borrascosa», propuso la adquisición de la finca «para estudiar la posibilidad de convertir a El Poblet en un parque público mancomunado». En 1997 la prensa hablaba de que el Gobierno belga quiso comprar la finca para convertirla en residencia del dictador congoleño Mobutu Sese Seko. También sabemos que Televisión Española no obtuvo permiso para filmar en el interior un capítulo sobre la Guerra Civil Española. En contrapartida, nos encontramos como inminentes peligros para su conservación, la puesta en marcha del polígono industrial de la Cantera y la incertidumbre ante la edad del propietario. ¿A qué esperamos para actuar?

Boni Navarro Poveda es licenciado en Historia.