Con el final de la era republicana en Estados Unidos de América, se abre una ventana de oportunidad para la mejora de las relaciones internacionales en general, y en particular de las relaciones transatlánticas. El entonces candidato Barack Obama ya demostró, con su discurso en Berlín de julio de 2008, la disposición a mejorar las relaciones bilaterales entre la Unión Europea y los Estados Unidos, tras los ocho años de desencuentros en asuntos tales como la guerra de Irak o la lucha contra el cambio climático, entre otros.

En el primer semestre de 2010, cuando España ocupe la Presidencia de la Unión Europea por cuarta vez -la tercera con un Gobierno socialista- se cumplirán quince años de la firma de la llamada Nueva Agenda Transatlántica por Bill Clinton por los Estados Unidos y Felipe González por la Unión Europea. Se cumplirán, además, veinte años de la Declaración Transatlántica, pronunciada a un año de la caída del muro de Berlín.

La Nueva Agenda Transatlántica supuso un hito en las relaciones transatlánticas, pues condensaba las áreas de cooperación entre dos grandes aliados históricos, Estados Unidos, y en aquel entonces, Europa occidental. La visión compartida, a un lado y otro del Atlántico, se resumía en la idea de que el final de la guerra fría no suponía el final de la relación transatlántica ni mucho menos de los retos y oportunidades comunes, a saber, la seguridad y la promoción de la paz, la estabilidad, la democracia y los derechos humanos, la lucha contra el crimen internacional, el narcotráfico y el terrorismo, la profundización de las relaciones económicas bilaterales y del comercio internacional, y el intercambio educativo y cultural. La Nueva Agenda incluía además un plan de acción.

Desde 1995 no se ha producido la firma entre las dos potencias transatlánticas de un documento similar en ambición, sentimiento compartido y vigor, si bien las declaraciones de las cumbres anuales han ido ampliando y actualizando algunos de los temas de la Nueva Agenda Transatlántica. La reciente formación del Consejo Económico Transatlántico sí que ha supuesto un impulso hacia la consecución de un mercado sin barreras, logro que sin embargo pasó en gran medida desapercibido, más allá de la comunidad de expertos.

Dentro de un año, la Unión Europea y los Estados Unidos de América, con el presidente Obama a la cabeza, tendrán la oportunidad de profundizar las relaciones en beneficio de la comunidad atlántica y del mundo, cuando ambas potencias celebren, una vez más bajo presidencia española, como en aquel lejano diciembre de 1995, su cumbre anual. Hoy como entonces enfrentamos importantes amenazas y retos; algunos nuevos, como la crisis financiera mundial o las guerras en Irak y Afganistán, y otros antiguos, como la criminalidad internacional o el narcotráfico, al tiempo que seguimos siendo una comunidad de valores, y socios comerciales privilegiados. Ha llegado, por tanto, el momento de elaborar y suscribir una "nueva" Nueva Agenda Transatlántica, que recoja y sintetice los principios, las áreas y las herramientas de veinte años de acervo transatlántico, pero que incorpore mecanismos fuertes de monitoreo y evaluación del progreso que se realice a partir de ahora, así como objetivos y metas mesurables.

¿Cuáles deben ser las grandes áreas de cooperación de esta nueva agenda transatlántica? Las existentes y algunas más, incluyendo la profundización del intercambio social, educativo y cultural más allá del diálogo entre líderes empresariales, como hasta ahora, debiéndose ampliar éste al conjunto de la sociedad civil.

En cuanto al documento de 1995, la mención al problema del cambio climático fue tangencial, siendo así que se incluyó en el apartado dedicado a la criminalidad internacional y el narcotráfico. Hoy el calentamiento global debe figurar en un lugar más prominente, y debe ser vinculado a la cuestión energética. Notorias son los vacíos de la agenda de hace quince años con relación a la regulación y transparencia de los mercados financieros, la coordinación de políticas monetarias entre el Banco Central Europeo y la Reserva Federal (ésta por razones obvias), así como la cooperación al desarrollo y la lucha contra el hambre y por la buena alimentación. Todos estos temas deben ser incorporados en la nueva Nueva Agenda Transatlántica, incluyendo la visión y las propuestas comunes sobre la reforma de las instituciones de "Bretton Woods", el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Para lograr este paso histórico se necesita visión y voluntad política, por un lado, y mucho trabajo preparatorio conjunto entre la Unión Europea y los Estados Unidos de América. Aunque sólo queda un año y pocos meses para lograr este objetivo, recordemos al presidente ObamaÉ ¡Sí se puede!

Domènec Ruiz es experto en Relaciones Internacionales.