Sin sorpresas. Así es como ha terminado el montaje del que ha sido víctima el president de la Generalitat, el representante de los cinco millones de valencianos que residimos en este territorio y a quien nosotros hemos elegido. Y no pretendo hacer con esto un elogio a una posición política, sino constatar que ha sido precisamente la imbatibilidad del partido que representa en este territorio lo que le ha situado en la diana de la más miserable de las políticas: la del fin justifica los medios.

Pero no hay que perder de vista lo importante. Todos sabíamos que no podrían con esta gran tierra y que no conseguirían tumbar su seña de identidad: la honorabilidad y la justicia. Y al fin se ha demostrado: Camps es inocente. Ricardo Costa, Víctor Campos y Rafael Betoret son inocentes. Y por mucho que se hayan empeñado, la Comunitat es inocente. Desde esa convicción intervine como diputado en un debate en Les Corts Valencianes, defendiendo la honradez y honorabilidad del president Camps y del secretario general del PPCV, Ricardo Costa, poniéndolos como ejemplo de buen gobierno y víctimas de lo que califiqué "una gran infamia".

Que a nadie le quepa duda. Estos meses hemos sido testigos de la más sucia de las guerras políticas. Bajo la premisa del "todo vale" se han manipulado informaciones, publicado filtraciones interesadas e incluso se ha dado oxígeno a falsedades que vinculaban PAI urbanísticos y grandes eventos a tramas imposibles y extravagantes que iban contra el sentido común.

Y todo ello, al amparo del anonimato. Porque a estas alturas ya sólo queda por conocer quién ha dirigido este despropósito, quién ha vulnerado sistemáticamente el secreto de sumario, quién, por tanto, es culpable del único delito que en este caso se ha cometido. Temo que no se sepa jamás, y no porque quede impune este delincuente, sino por saber que ni mis derechos ni los de los demás están hoy garantizados en España.

Me pregunto, además, si tendrá valor el socialismo para admitir su derrota en esta batalla y, si no para pedir perdón, sí al menos para hacer pública su equivocación. Me lo pregunto porque me consta que no son pocos los que en sus filas no han querido dar soporte a esta gran mentira. Hay quien sospecha o sabe los motivos, las formas e incluso los protagonistas en la sombra, y lo desaprueba.

Me pregunto ahora, por tanto, si sabrán decir basta y podrán coger las riendas de una oposición que anda desbocada, ineficaz en sus estrategias y falta de ideas en sus propuestas, que pensaba que ésta, la mentira, era la única forma de gobernar en la Comunitat.

En cualquier caso, sí sé lo que haremos en las filas populares. Seguiremos trabajando todos los días para hacer frente a los problemas que hoy preocupan a los valencianos. Seguiremos escuchando lo que tienen que decirnos, generando nuevas propuestas que respondan a sus intereses, participando, en definitiva, en la construcción de una sociedad que tiene que salir fortalecida de la crisis por la que atravesamos.

Todos tenemos una responsabilidad. Nosotros, que estamos en el gobierno, y también la oposición, que debe dar respuesta a la confianza que se ha depositado en ellos. Por eso, para terminar quiero recordar las palabras de Francisco Camps en el Parlamento valenciano, aquellas en las que vaticinaba que "se sabrá la verdad, y el president de la Generalitat, Francisco Camps, no guardará nunca rencor de nada, porque para mí este trabajo es de ilusión, de optimismo y de ambición, de sueños compartidos y de hacer grande la Comunidad Valenciana".